El hombrecillo verde me dice cosas...

Recuerdos de parte de Arturo

Que te de recuerdos de parte de Arturo. Sí, hombre, Arturo Cifuentes, Don Arturo para los clientes, Arturito como le llamábais cariñosamente los de la peña, Gran Maestre Ag’scefhul para los iniciados en el culto al demonio V’dethain, pertenecientes al Cuarto Rombo Iluminado. Sí, ese. Sabes que se le casó la hija hace un par de años, ¿verdad? No, hombre, no, esa pilló una sobredosis de crack adulterado. Tú sabrás qué le ponías. La otra, la que le faltaba la oreja derecha porque se la enviaron a su padre los secuestradores pidiendo a cambio de su libertad doce mil euros, dos millones de pesetas, que se dice pronto. Pues fíjate, que le dio el síndrome de Estocolmo y se casó con el secuestrador. Quién le iba a decir al pobre, seguro que no le habría cortado la oreja. Sí, si es que no está la vida para ir tirando. Pues eso, que se casaron. Y que hace poco ha tenido dos gemelos. Sí, hombre, que viene mucho al parque a pasear al que sobrevivió cuando asaltaron los GEO la casa del abuelo justo el único fin de semana en que, por ser víspera de Reyes, no habíamos tenido sacrificio humano. Una lástima, una criaturita más rica. Allí le tenemos, en una vitrina de metacrilato bajo el ara de los sacrificios. En los solsticios, como lo momificaron, metemos al hermanillo en la urna y le sacamos a él crucificado bocabajo a maldecir la hoguera de los holocaustos. Mira por donde que me lo he cruzado en el ambulatorio, que había llevado al nietecillo a que le curasen unas vegetaciones y resulta que se había equivocado. Que llevan confundidos desde junio. Ya decía yo que veía el metacrilato muy arañado últimamente, y es raro, porque tampoco es que hubiésemos logrado invocar a ningún súcubo… Pues eso, que me ha dicho que ha traspasado la pastelería. Que se jubila. Pobre hombre, no sabía yo que fuese tan mayor. Ahora, todo el día en la casa, ya verás, se va a aburrir una barbaridad.