Vivo en una nueva dimensión, que casi había olvidado: las tardes existen. Y por extensión, los fines de semana. No es que no tenga cosas que hacer, pero flotan en una extensión tan grande de tiempo que hasta, a ratos, podría llamarme ocioso. He redescubierto lo divertido que es cohabitar con la gente, compartir las calles con personitas que deambulan. De pronto la productora de mi vida se está gastando lo indecible en extras.
La penúltima vez que había ido al cine, también a las tantas de la noche en un día entre semana, éramos cuatro gatos en la sala. El martes pasado, sin embargo, la magia de los astros confluyó en que Movistar te promociona el cine en 2x1 y, además, la Comunidad de Madrid les deja en 1 € el cine a los mayores de 65. Supongo que ahí hay algo más que nostalgia, porque si es por eso, yo también añoro melancólico los tiempos en que el cine me costaba 300 pesetas (algo menos de 2 €, para los jóvenes). En fin, gracias a eso, incluso la sesión "golfilla" del martes venía acompañada de una sala atiborrada y del siempre inestimable efecto "paisano surround", que viene a ser una reverberación de lo más obvio que acabe de ocurrir en la pantalla, pero verbalizado.
A este excedente de tiempo han contribuido también, un poco, los hiatus de las series americanas que sigo en el canal eMule y que, si en un momento me parase a pensar en cuanto me roban de tiempo, me asustarían demasiado y me sentiría un poco rehén. Por eso no lo hago. Por eso y porque, mientras vuelven las actuales, sigo poniéndome al día con El Ala Oeste, y su quinta temporada, donde la épica, según Anuka, supera a Troya, Gladiator y Evasión o victoria juntas, por poner.
Me dejo como deberes para uno de estos días, hablar de un libro bastante divertido. La próxima semana, hablaremos del Gobierno.
Posted by germanmj at Enero 21, 2007 07:01 PM