Fran en Gotas

Cosas de la vida

Cuándo mi mamá murió, si algo aprendí fue que los anuncios esos luctuosos en El Nacional no parecen ser vistos por nadie. Al menos no escuché a nadie decirme que había visto el de mi mamá y que por allí se había enterado.
La segunda cosa que aprendí es que es muy díficil el avisarle a la gente y que siempre hay omisiones sin querer.
Lo curioso es que hoy desayunando y leyendo el periódico me di cuenta que un gran amigo de mi mamá murió hace dos días, y lo más curioso: la última tia abuela que tenía fue enterrada ayer y nadie de la familia le avisó ni a mi tia ni a nosotros.
Chao Chucha, que lástima que una viejita tan guerrera, tan progresista, que al menos hasta la última vez que hablé contigo a tus 99 años estabas tan lúcida y siempre de agradable conversación.
Lástima, contigo muere parte de la historia de mi familia materna, y ahora mi tía Cony es oficialmente la más vieja de la familia. No sé ni como informarle que te moriste, te enterraron y ni nos dijeron nada.
¡Qué chimbo que no llegaste a los 100!, te faltaban apenas 11 meses para cumplir el siglo. Siempre te recordaré, como eras tu, alegre.
Por mi lado no pienso armar un drama ni andar con luto, al contrario. Estoy orgulloso de una señora que logró ver hasta un tataranieto y que casi duró un siglo.
¡Qué arrecha eras Chucha!. Saludame a mi mamá y a mi abuela, y a mis otras tias abuelas. Dale un beso a la yeya de mi parte, y abraza a mi mamá y dile que todos los días la extraño.