MARTE EN LIBRA

Mission: Possible

"Para volver, antes tienen que iiiir. Y ella no iraaaa... Nunca conseguirás el visado para Irán".... El Mar Cantábrico recogía los irónicos y no menos realistas augurios de Rafapantomimo, Pablitopantomimo y Javipantomimo, y se los tragaba en la inmensidad de su sabiduría. La playa del Sardinero escuchaba aquellas palabras y su arena salada parecía derretir la ardiente nieve veraniega ante tan verosímil afirmación. El espíritu de la era no lo era. Era diferente. Al menos por el momento. Pero el minero, contra todo pronóstico, decidió seguir a su instinto depredador y a su cabezonería taurina. Y se dijo a sí mismo: "¿Nunca?....Nunca es una palabra de 5 letras. Nunca nunca significa nunca..." Y así empezó la sesión de ruleta rusa....

...El jugador se recogió las mangas de su jubón. La multitud, alrededor suyo, jaleaba sedienta de emociones, y las apuestas corrían de boca en boca avivadas por una extraña suerte de morbo y expectación. Una única bala de oro, alojada en uno de los 6 surcos del arma, podía estar a punto de arrojar al gladiador a las abismales profundidades del pozo de nuevo. Su sangre se la jugaba a 1 contra 6. Pero él confiaba. Confiaba en su pulso. Confiaba en su tacto. Confiaba en su habilidad para hacer girar el tambor del revolver a su voluntad, con la precisión milimétrica que le había conferido su experiencia como jugador de ruleta rusa. Confiaba en los sabios consejos de los maestros pantomimos. Confiaba también en él mismo y esperaba su momento. Tomó sin vacilar el arma con su mano derecha, y como otras tantas veces había hecho, imprimió un leve aunque firme momento de fuerzas al contenedor de la bala, el cual giró haciendo enmudecer hasta la última de las cuerdas vocales allí presentes. El mecanismo letal se detuvo. La suerte, ya echada desde que el tambor había comenzado a girar, acababa de enfundarse sus mejores galas. Colocó el frío cañón en el arco de su propia sien, y, cerrando levemente sus grandes ojos verdes, con la imagen de Edmond Dantés en su neocórtex, apretó sin dilación el gatillo. El percutor rebotó contra uno de los surcos huecos dejando escapar un apenas perceptible "clic". La estruendosa ovación ahogó su potente suspiro de alivio y su semblante de felicidad. Había ganado. Lo había logrado. Su paciencia, su sangre fría, su persistencia y, por qué no decirlo, su suerte, se habían aliado para colocar el proyectil en el extremo opuesto al del fulminante. Había superado una prueba de fuego, nunca mejor dicho. Y la alegría le desbordaba. Pasó casi inadvertido cuando recogía su premio: su visado hacia la tierra persa. Y partió sin mirar atrás. Él partió hacia la tierra de Irán, la tierra de la elevación, las antípodas del declive, donde el sol le esperaba arriba para llevárselo, al menos durante algún tiempo, lejos del amargo pozo montado en una de sus refulgencias. Ella por fin había ido. Como bien decía Hannibal Smith, "me encanta que los planes salgan bien". Y es que el karma no decepciona. Cambio y corto. ¿O quizás debería decir "corto y cambio"....?