MARTE EN LIBRA

Karmageddon

Príncipe de una tierra inexistente. De un palacio majestuoso y digno de ser soñado pero deshabitado y errante. Castillos en el aire. Un príncipe del cual todas hablaban bien. Un joven de sangre azul sobre el cual todas las princesas coincidían en lo maravilloso de su compañía, de su perfección en muchos sentidos y de su increible habilidad para llenar cualquier hueco de lágrimas y sonrisas. Pero en el momento de la verdad, un príncipe sólo. Despertaba admiración allá por donde pasaba pero cada noche se acostaba con la única compañía de su eterno dilema: si tan bueno soy como dicen, ¿por qué no tengo a mi lado nadie a quién abrazar? Y entonces un día el príncipe, aturdido por semejante contradicción e incoherencia, decidió volverse un pedazo de hijo de puta, cínico y dañino. Su sangre se volvió hielo y su corazón se colapsó explotando como una supernova. Quizás las princesas los preferían asi. Curiosa filosofía la suya, pero empírica al fin y al cabo. Quizás la teoría del karma esté invertida en el caso del amor. Quizás la historia del niño bueno no funcione. Quizás a las personas se las conquiste con el alma opaca y ennegrecida. Quizás el camino correcto sea jugar con los sentimientos ajenos arrojando sin escrúpulos los propios a un oscuro rincón. Quizás los malos sean los buenos y los buenos sean los malos. Quizás los buenos sean los tontos y viceversa. O quizás no, vete tú a saber.... Tan sólo son reflexiones de madrugada sin más fundamento que el insomnio, la falta de sueño permanente y los excesos de un 26. Pero que la fiesta continúe... Mañana viernes arderán las calles. Y yo con ellas. Para volver a invertir el karma entre llamas de confianza y esperanza. Para que llegue por fín el karmageddon...