U amigo me ha hablado de ello. Es la angustia descartiana. Se trata de que cuando puedes hacer algo en tu propio beneficio nos entra miedo. Miedo a tomar una decisión que ta haga más feliz, o que haga que las cosas vayan mejor... Sí, a nadie le gusta tomar decisiones, y menos si son difíciles. Cuando no tienes esa posibilidad, el miedo no existe. Es decir, estamos puteados, pero no hay nada que hacer, así que para qué vamos a preocuparnos por hacer nada... En cambio cuando tenemos la posibilidad de hacer algo, es cuando tenemos miedo... Es interesante, ¿No? Conozco incluso a una persona que por mieo no ha tomado nunca una decisión importante, siempre se ha dejado llevar por las circunstancias.
En fin, ahora que he empezado a superar mi ruptura con mi antiguo novio estoy empezando a ver las cosas de otra forma. La semana pasada tuve una duda. Bueno, en realidad ya tenía esa duda desde hacía meses, pero la semana pasada decidí enfrentarme a ella, y me dio pánico... Pero lo hice, y parece que no me salieron mal las cosas...
Tengo ganas de hablar de esto, pero lo dejaré para cuando todo sea más estable.
Soy esa clase de personas que le dan demasiadas vueltas a todo. Sí. Machaco cada tema y lo racionalizo hasta que no da más de sí. Creo queen parte es eso lo que pasa. Si las cosas pasan como pasan, bueno, o se trata de tratar lo problemas con frivolidad, pero quizás me excedo en mi existencialismo, no hay que dar tantas vueltas a las osas. Si algo pasa es porque hace tiempo que tenía que pasar y ya está. Durante estos dias de Semana Santa me he olvidado de todo lo que me rodea, de los problemas en general, en parte gracias a mis amigos. Nada de pensar en estudios, en compromisos, en rupturas (sobre todo en eso)... Cuando regresé me sentí como si me cayera una losa enorme encima, como si todo lo que había logrado olvidar durante unos días regresara multiplicado por diez.
Pero creo que ahora las cosas han cambiado. Veo mi futuro de forma totalmente distinta a como lo había visto hasta ahora. Supongo que eso es bueno... Los cambios muchas veces son dolorosos pero merecen la pena si tarde o temprano son para mejor.
Vaya, creo que me estoy empezando a rallar, este blog parece más un compendio de mis ralladas mentales que otra cosa...
La verdad es que quería dedicar este post a unos amigos que acaban de iniciar un blog Y ES DE LO MÁS ÑOÑO. Aunque tengo que admitir que me gusta, yo soy la primera que está deseando poner ñoñeces en su vida, así que tampoco puedo criticar. El día que tenga un buen motivo pondré el fondo del blog de rosita pálido y florecitas. Espero que sea dentro de poco, porque eso querá decir que he dejado de amargarme...
Por cierto, les mando un besazo a Laura y Nacho, sois lo peor de ñoños, pero mola.
He estado unos dias fuera. Esto me ha servido para distraerme, estar con gente... La verdad es que fue todo muy improvisado, pero creo que necesitaba algo así. cogimos un dia el coche (sin pensarlo mucho, todo hay que decirlo, pensando en como esta el pobre...) Y nos fuimos, así improvisando más o menos o que queríamos hacer ne cada momento. Llevo varios dias saliendo, pasándolo bien, durmiendo poco... hacía años que no lo hacía y creo que me ha sentado bien.
Pero ahora que estoy en casa todo vuelve a ser como siempre, los mismos problemas, el mismo sentimiento de incertidumbre hacia el futuro. Me gustaría saber... Cuando sabemos podemos tomar decisiones, sean dolorosas o no, pero las tomamos y sabemos que son correctas en ese momento. Me ha costado mucho aprender a tomar decisiones, no es fácil renunciar a unas cosas en favor de otras, pero es lo que debemos hacer. Ahora... He elegido, pero no puedo tomar ninguna decisión, mi vida ahora no depende de mí si no de las decisiones ajenas. Me dolía decidir, pero definitivamente siempre es mejor que depender de las decisiones de los demás.
Bueno, creo que me estoy empezando a rallar. está bien. A veces los sentimientos son tan ambiguos y abstractos que uno no sabe muy bien como explicar esta clase de cosas.
en cualquier caso me ha sentado bien lo de este finde,creo que lo necesitaba. Me siento como ciando tenía 18 años, que siempre quería salir, pero está bien ¡¡EL PRÓXIMO FINDE MÁS!!
Últimamente me cuesta dormirme una barbaridad... hacía tiempo que no sentía esa desagradable sensación de dar vueltas en la cama durante horas. Lo peor es que me está pasando todos los días, no hay ni uno solo en el que me tumbe y me duerma. Ya puedo estar muerta de cansancio que hasta las tres o las cuatro no caigo. Y claro, hasta las once de la mañana no me levanto. Ahora no pasa nada porque estoy de vacaciones, pero me parece que tampoco es plan. Como siga así voy a tener que ir al médico... Vale, no me lo creo ni yo. Los médicos son mis seres más odiados (después de los taxistas, claro). Ayer, por lo pronto, me tomé una valeriana y algo me hizo, pero no es algo que me haga mucha gracia.
Hace poco me acordé de una cosa que me pasó cuando era pequeña. Yo debía teber unos nueve años, y mi hermana unos siete. Yo siempre recuerdo los Sábados de mi infancia como días en los que siempre hacía sol y calorcito. A mi hermana y a mí nois gustaba salir por la mañana al jardín y mojarnos los pies en el césped mojado. A mí me encantaban los Sábados (de hecho creo que era el único día de la semana que me gustaba), porque me los pasaba jugando y haciendo cosas con mis padres. En esa época mis padres se adoraban y se pasaban el día juntos y abrazados. La verdad es que recuerdo con mucha nostalgia aquellos días. Más tarde dejaron de hacerlas, mi padre empezó a trabajar demasiado y a dedicarnos cada vez menos tiempo...
E caso es que en una mañana de sábado, una de esas en las que hacía sol y calorcito (supongo que era primavera), mi hermana y yo ya habíamos desayunado y estábamos por la casa jugando, corriendo. Nosotras solíamos meternos en la habitación de nuestros padres para jugar con ellos. Siempre nos metíamos en su cama (que a mi hermana y a mí nos parecía enorme) y nos poníamos a contar cuentos o a hacernos cosquillas.
así que mi hermana y yo estábamos jugando y nos fuimos a la habitación de mis padres. La puerta estabacerrada, por lo que supusimos que se estarían vistiendo (en nuestra inocencia), así que empezamos a llamar a la puerta y a requerirles que vinieran a jugar con nosotras. Depués de estar un rato llamando, nos hartamosy una de las dos dijo: "Joooooooooooooooo, venid ya a jugar, pero ¿Qué estáis haciendooo?" Y mi padre, sin cortarse un pelo, soltó: "¡¡¡ESTAMOS FOLLANDO!!!"
La verdad es que recuerdo aquello con cariño y con gracia, no sé, creo que después todo fue cambiando, mi padre empezó a pasar menos tiempo en casa, mi madre empezó a estar de mal humor y mi hermana y yo empezamos a crecer. Supongo que fue entonces cuando empecé a sentirme más sola...