Pedro

Pedro tiene 93 años, aunque él dice con una sonrisa presumida que tiene 91, tiene ocho hijos, que en los estrictos horarios de visita del hospital, acuden todos los días a verle, le miman, le abrazan y le besan con sinceridad.
Dice que lo que más le gusta es ir los domingos a bailar, que eso le da la vida.
Pienso en lo afortunado que es, de mayor quiero ser como él. Y no hay tiempo que perder...

Sunday Bloody Sunday

Había llegado al domingo con una alegría inusual para este día de la semana,
en el que siempre me suelo entregar sin resistencia a la tristeza.
A final de la tarde y con ayuda de mi torpeza,
un bote de esmalte de uñas estalló contra el suelo inundándolo todo de rojo,
intenté limpiar el desastre por todos los medios,
pero no hubo manera de dejar ni el suelo ni el sofá como estaban.
Un poco más tarde hubo palabras cruzadas,
que hablaban de limitaciones sentimentales y complicaciones,
y aunque yo nunca había pedido más, todo se llenó de rojo.
Más manchas por borrar.

Déjà vu

Siento frío y algo de luz que se filtra por la ventana me despierta,
abro los ojos y me sorprende ver que no estoy en mi cama, me encuentro en un sofá,
llevo el vestido rojo, el que está maldito, y dos borrones de rimel por ojos.
La cabeza me va a estallar e intento recordar cuánto bebí anoche, me invade la sensación de que vuelvo a las andadas y la angustia me oprime el pecho robándome el aire.
Cojo el abrigo, me pongo las botas y me marcho, aunque no sé si quiero volver a casa.
En la calle llovizna y yo camino deprisa mirando al suelo para no cruzarme con nadie.
Intento pensar en algo que cambie el cielo cerrado.
Ojalá hoy se te ocurra llamarme.

Hay muy poca gente que va en un bote de cristal con la tapa a medio destapar, que ha perdido hermeticidad y vacío, que borra las marcas de la etiqueta que tantas veces nos intentamos arrancar.
Y que no le importa emocionarse o decir lo que siente. Que no tiene miedo.
Y me gusta. Mucho.

Ingenua

Siempre, la noche se llena de disfraces y máscaras que se esfuman a la luz del sol, de otras personas, de mentiras, y toda la cara amable de risas y ofertas se esfuma para dar lugar a los que supongo que en realidad somos, resaca, ojeras y un puñado de miedos.
Y no lo entiendo.

Declaración

Si supieras que ando como una niña, soñando con probar si tus besos son de hierbabuena,
con mirar muy de cerca tus ojos de bronce, con sonsacarte algunas risas y dibujar con mi dedo en tu espalda.
Que le pongo a las cosas tu nombre y a los sitios tu presencia.
Y que cuando te veo me hago pequeña y no sé qué hacer, y me tirita la voz si te hablo, y después siempre me regaño pensando que podría haberlo hecho mucho mejor.
Asi que todos los días me invento un mundo ideal, en el que te fijas en mi, me haces un poco de caso, y me concedes un maldito rato.
Si supieras...

Afinando el corazón

Cuando queráis os puedo enseñar en que sitio volvió la Srta. Vainilla a despertar, no le preguntéis dónde ha estado ni qué ha pasado, porque ni ella misma lo sabe.
Hace unas semanas esperaba después de un concierto sentada en las escaleras de la Galileo Galilei, se observaba los pies cuando notó que alguien se había parado a su lado, al levantar la mirada se encontró al bajista, con unos ojos capaces de parar el mundo, él sonrió y siguió subiendo, ella confusa tardó en reaccionar, pero desde entonces sus latidos son slap, si la pillas de buenas, quizás te los deje escuchar....