La gente vive sola y no se relaciona. Somos una comunidad de cien personas y dudo que existan dos que sean amigas de verdad. No lo entiendo. Quizá sea miedo, un miedo absurdo que recorre nuestras entrañas como si se tratase de un cáncer que nos aisla a unos de otros. Hay que salir de la oscuridad y la ceguera para darse cuenta de que un día miraremos a nuestro arededor y veremos que lo más importante es conocer gente, personas que nos pueden llenar por dentro y hacernos felices. A veces sentimos dolor y no nos damos cuenta de quién nos tiende una mano, a veces somos crueles y tratamos a los demás con desprecio. Pero hay gente buena, en la vida hay gente buena. No hay que desesperar, sólo seguir buscando, como en un largo viaje hacia las Tierra Imperecederas.
Ni fruto, ni flor
ni historia de amor,
ni caricias.
Ni humilde candil,
ni lluvia de abril,
ni avaricia.
Ni trozo de pan,
ni viejo refrán,
ni poeta.
La fe que perdí
ni camino y
ni carreta.
Ni dulce placer,
ni sueño de ayer
ni equipaje.
Ni tibio rincón,
ni mejor canción
ni paisaje.
Ni manantial
ni cañaveral,
ni riqueza.
Ni leña ni hogar
ni techo ni lar
ni nobleza.
Ni fuente, ni sed
ni barco, ni red
ni la arena
donde no te sentí
donde no te escribí
mi poema.
Primera entrega de documentos subversivos y extraños. Éste es un loco y absurdo planeta.