- "Bueno, cariño" - le dijo ella, ofreciéndole una mejilla
Kenshin no tardó en dirigirse hacia ella, para sentir sus rostros pegados, una caricia de mejillas que se le antojó dulce, tierna y demasiado corta. La besó a modo de despedida, pero sus labios querían transmitir todo lo contrario, querían darle un hola inigualable. Pero temía ser demasiado impulsivo, arruinar el momento con excesiva efusividad. Así que se contuvo. No le costó. Lleva semanas haciéndolo.
Más tarde recapacitó en el término que Ella empleó. No se trata de la típica joven que emite vocablos dulces como muestra de simpatía, más bien todo lo contrario, pues parece en ocasiones que dispara en lugar de hablar. Palabras directas, frases poco sutiles y expresiones que podría suponerse buscan proporcionar una fachada de dureza, de chica imbatible. Y ese "cariño" para despedirse...
Kenshin saboreó con todo detalle el recuerdo de ese gesto. La dulzura de un segundo que puede eclipsar las dudas y los gestos malinterpretados de tantos días. "Bueno, cariño", me dijo... Vaya, vaya, vaya... "Bueno, cariño"...
Resultó tan bonito que hasta se plantea uno el surrealismo o la invención de la frase. ¿Realmente lo dijo? Creo que sí...
Hace exactamente siete días la situación fue bien distinta. Nos vimos. Ella estaba bebida. No me hizo ni caso... Me costó saludarla... Nada más verme, se perdió entre la gente...
Podría ser que no quería verme, tal vez fui inoportuno. No era el momento... Pero entonces, no entiendo por qué ese mensaje unas horas antes, para avisarme de que iba a salir y que qué tenía pensado hacer yo. Parecía una proposición, un "¡hey! ¿nos veremos esta noche?".
Aguanté diez minutos. Me marché aprovechando su ausencia, tratando de ser amable con sus amigos. Me llamó al rato, pero era tarde, estaba en otro bar y, aunque hubiera oído la llamada, no le hubiera contestado. No se lo merecía.
Mis amigos no interpretaron como muy buena su actitud. Pero uno de ellos me dijo: "si no fueras nada para ella, no se hubiera perdido... Te hubiera saludado y no te hubiera prestado más atención, pero el caso es que se fue... No estaba cómoda con la situación, no sabía que hacer contigo por ahí... O eso o quería hacerse la interesante...". Vaya, no sabía si eso era algo positivo o negativo.
Al día siguiente, un par de sms de disculpas por su parte y, bueno... Dejemos el beneficio de la duda, que total... no tengo más candidatas en la lista, la chica cuando quiere es un sol, y nunca se sabe...
Y anoche... Anoche no fui yo a saludarla. La verdad, repetir la escena sería demasiado duro para mí. Pero no, fíjate por donde, Ella vino a mí. Me saludó, estuvo conmigo, se buscó una buena excusa para que me fuera con ella y sus amigo/as, me volví con mis colegas al rato (donde esté mi escuadra, que se quiten otras milicias, qué quieres que te diga), ella volvió para saber como estaba (si me había ido porque estaba molesto, fíjate tú),... Creo haberle notado que le costaba, no le gustaba la situación. A mí tampoco. En realidad, creo que a nadie le gusta la incertidumbre del "estoy y no estoy, pero claro, para ellos no, pero es que, si voy, pues...".
Por mi parte, no me hacía el interesante, sino que no sabía muy bien qué hacer. Lo que sí sabía es que no iba a estar de perrito faldero. Nonono. 3 veces ya son suficientes para la misma chica.
Pero por qué será que a esta chica la veo una vez cada semana o cada quincena, mientras me da la sensación de que no soy mucho para ella. Pero luego, cuando la veo, tiene dos o tres detalles, dos o tres miradas, dos o tres frases entre líneas... que me dejan en el aire. Porque, digo yo, que como realmente el problema esté únicamente en que estas son unas fechas de mucho trabajos para ella... Si lo tuviera más o menos claro pero no encontrara el momento... Si el único problema fuera ese... Esperarías, ¿verdad?
Bueno, si el día de Navidad pasó bien y todo.
Han sido dos días éstos de no hacer nada. Y, la verdad, me desespera no hacer nada. Es superior a mí. Siempre tengo que tener la sensación de estar haciendo algo.
Y estos días, en los que me sobran unas cuantas horas al día, paso al estado de relax y, justo después, al de inquietud por falta de actividad.
Como me aburro, me planteo mil proyectos futuros. Pero claro, como son futuros, me quedo en las mismas, sin hacer nada ahora. Y encima con ansiedad por todo lo que me propongo hacer al acabar las Navidades, justo cuando volveré a estar liado. Si es que, en el fondo, me encanta complicarme la existencia.
Papa Noel se portó bien. Me trajo el regalito de rigor, si bien es cierto que se trata de una nueva costumbre en mi familia, ya que donde estén los Reyes con sus ochocientos regalos, que se quite el viejo verde (perdón, ahora va de rojo) que nunca tuvo nada que ver con la Navidad, y que se ha apuntado el tanto desde hace un par de siglos.
Pero bueno, a caballo regalado... Así que no me quejo por recibir "El Caballero del Jubón Amarillo", última novela del Capitán Alatriste y que estoy deseoso de devorar. Las anteriores novelas ya han caído a mis manos, aunque debo reconocer que como la primera no ha impactado ninguna de las posteriores. Esas expresiones arcaicas en forma pero no en significado, ese romanticismo tenue y oscuro de las callejuelas de Madrid, los prados de Flandes o las tascas de Sevilla... Esa forma de ver la vida con cierta resignación, pero con coraje ante los ardites. El carácter profundo del Capitán, estoico y tal vez algo amargado, lleno de cicatrices por dentro y por fuera. Es un perro de los que nunca ladran, pero a la más mínima muerden. Y bien se sabe que éste tiene los colmillos afilados.
Mmm.. en otro orden de cosas, aún no sé nada de Ella, salvo algunos sms que me ha mandado con la intención de quedar estos días. Claro que no ha encontrado finalmente ese hueco que prometía, pero ya es algo que quiera buscarlo, ¿no?. Debe un servidor tener paciencia, aunque es difícil establecer un límite entre la espera serena o la resignación de quien siente haber perdido el barco, entre mantener la ilusión sin que te arrastre o hacerse a la idea de que hay que volver a buscar "una posibilidad".
Bueno, mientras... me voy a nadar, ¡hala!
Ayer terminé yendo a nadar. A pesar del dolor de la espalda, que ya ha desaparecido, me decidí a ir. No sé si es porque precisamente pensaba que tenía que ir, o bien porque de eso se trata, de ir incluso cuando no te encuentras con ganas. Ahí está el mérito.
Me pregunto si eso es la clave de todo. Nadar incluso cuando no te apetece, así te haces fuerte. Trabajar incluso cuando no te llena, así pasas la mala racha. Amar incluso cuando no ves resultado, así alcanzas la serenidad en el corazón.
No sé... Es posible.
Pero hoy es otro día, distinto a los demás. Es Nochebuena. Y no pienso estar triste. Pienso celebrarlo con un mínimo de sonrisa, la suficiente para compensar la melancolía. Quiero ser feliz hoy... y lo seré. Aunque mañana no esté muy a gusto.
Mierda! Mañana la piscina está cerrada. Juer, q palo...
Bueno, aún así, hoy sonrío. Porque quiero sonreír... y punto.
¡Feliz Navidad a todos!
Ayer por la tarde quedé en ir a la playa con unos colegas. Bueno, más que con "unos colegas", con mis colegas.
Se supone que íbamos a nadar un ratito y ya está. Pero no... No podía ser así, no... Kenshin necesitaba algo más. Claro, asqueado como estaba de la vida, tenía que desahogarse de alguna forma.
Total, que nadé media playa (unos 700 metros, calculo), y luego, nada más salir del agua, a correr. Corrí dos playas y media (2'5 km más o menos). Genial, me sentí genial.
El agua estaba algo fría, pero la licra me resolvió.
Por un momento no tenía ningún problema, no me sentía tan mal con mi vida... Era yo mismo.
Los chicos no aguantaron mi ritmo, en parte porque no tenían tantas ganas de huir hacia ninguna parte, me imagino.
Y al terminar... esa sensación de leve agotamiento, de poco cansancio, me reconfortó. Eso, y el tomar algo después con los colegas, estuvo genial. Me relajé.
Pero al llegar a casa, la cosa cambió. Tengo una media contractura en la espalda y un dolor en los tendones de los tobillos singular (debido a la maldita inclinación de la arena). Ando hecho polvo. ¿Quién se planteaba lo del Acuatlón? Se me pasa cada idea por la cabeza...
En otro orden de cosas, ayer me dijo una compañera de curro que no le gustaba verme así. Que no era yo. Muy buena expresión, la verdad... Dio en el clavo.
Esta mañana me ha hablado mi jefe inmediato (se puede decir que sólo tengo dos, éste y el mandamás, ya que hay otros "importantes", pero no pertenecen a mi misma área en el trabajo). Estaba preocupado por mi actitud cabizbaja. Y no es para menos... Le he dicho que me estoy planteando dejar el trabajo. Que en tres o cuatro meses lo tendría más claro.
Hemos hablado un buen rato. Tengo suerte de que este jefe, antes de superior, es amigo... Aunque eso no cambia mucho la situación, reconforta algo, lo admito.
Pues eso... Que si hay sábados peores que los lunes, todavía hay lunes peores que los sábados...
Hay momentos en los que uno se siente tan mal, que no le apetece hablar. No le apetece hurgar en el torbellino de sentimientos desagradables que condensa dentro de sí, como si con ello removiera un caldo putrefacto y repugnante, viscoso y lleno de hedor, con trozos de ti mismo que han caido dentro, en pleno proceso de descomposición.
No me apetece detallar lo del sábado por la noche. Ni me apetece detallar lo del trabajo. Basta decir que mi vida laboral no me llena, y que mi vida sentimental no me da ningún problema, precisamente porque no existe.
Cuando la ilusión no la tienes en el trabajo, pero tampoco fuera de él, es como si no saliera el sol.
Me siento en penumbras.
Lo único que me sustenta, hoy por hoy, son los colegas. Parece que Dios no quiere dejarme totalmente solo. Si capaz que incluso le caigo un poco simpático y todo...
Queda este post registrado a modo de recordatorio, a modo de testimonio para convencerme de una vez de que la vida es un rosal, lleno de flores con espinas. Nunca es blanco o negro.
¿Vendrán tiempos mejores? Seguro que sí. Pero eso, cuando estás en medio de la tormenta, no siempre te consuela.
Pos zi
Que anoche no fui a la cena de empresa. Me llamó hoy un compañero para llamarme rajao, y para decirme que fue una pedazo fiesta del copón. Me alegro, pero me alegro por ellos. La verdad es que me quedé a gustísimo en casita, en mi refugio. No me apetecía nada, nadita, ver a los compañeros de curro... de esos que te encuentras por los pasillos y antes de darte los buenos días (si es que te los dan) te hablan de sus problemas y de las cosas que no le funcionan. Para no hablar de cuando te asaltan en tu momento de desayuno o de almuerzo para hacerte la típica pregunta del problemita chorra que tienen en casa con su ordenador.
Si es que, en muchas ocasiones, la vida de un administrador informático es una mierda.
Pero bueno...
En otro orden de cosas, anoche soñé con Ella. No voy a describir con detalle el sueño (sorry, no es mi estilo), pero la verdad es que me levanté con un sabor dulce en los labios. Juer, que sueño. No sólo era lo que hacíamos (realmente eso es lo de menos), sino la naturalidad y la comodidad con la que me sentía. La sensación de relax fue indescriptible. Me desperté genial.
Pero la sensación duró hasta que recordé que estamos en una época complicadísima para ella. En Navidades tiene que trabajar los fines de semana, así que realmente no sé cuándo podremos volver a vernos. Tampoco sé si el volver a vernos es muy importante para Ella. Supongo que sí... Quiero creer que sí. De momento con un sms cada par de días consigo que no me olvide ;)
Y entonces... hágamos composición de lugar: mi trabajo no me llena (al menos en este momento) y con quien me muero por estar no es posible (al menos de momento)... Umm... ¿Qué me queda (aparte de nadar, que no es plan de estar todo el día en el agua)? ¡Ah, claro! ¡Los colegas!
Pues eso... Que he estado todo el día con un grupo de amigos, que me voy a cenar dentro de un par de horas y que es bastante probable que termine en la zona de bares habitual, donde por cierto, la conocí a Ella. De hecho, tal vez nos veamos esta noche. Ojalá.
Por cierto, para quien se pregunte como es que la chica sale pero no tenemos tiempo para vernos... Digamos que no estoy en situación de exigir ser una prioridad aún XD
Joder, hay veces que tienes tanta porquería dentro, que te cuesta tragar... Es como si aguantaras las ganas de vomitar, y tuvieras un nudo en la garganta.
Hoy está todo el mundo contento por aquí. Todo el mundo genial. Esta noche es la cena de empresa, pero no creo que vaya. Me voy a rajar, porque por una vez no acompaño el sentimiento general. Estoy triste.
Estoy triste porque estoy dándome cuenta de que a cada marrón que me meten en el curro, con menos ganas lo hago. Si me preguntaran ahora mismo qué es lo que más me gusta del curro, diría que lo único que me gusta es el ambiente con algunos compañeros. Nada más.
Mi trabajo me está dejando de gustar.
Ya no me levanto por las mañanas con alegría, o con el planteamiento de qué voy a hacer hoy. No me siento construyendo nada.
Tal vez influya el hecho de que mi jefe tiene la maravillosa costumbre de soltar el látigo en todo momento. Casi diría que es parte de su forma de ser, de su vocabulario. Lo que ocurre es que es inoportuno de cojones, porque mira que cuando uno necesita una palmadita en la espalda, que le toquen las narices tiene un doble efecto desmotivador. Y mira que hay veces, como ahora, que tal vez no me merezca esa palmadita. Seguramente no. Pero quién ha hablado de merecer... Estamos hablando de motivar, y hasta el más gafe necesita, de vez en cuando, un elogio.
Qué irónica es la vida... por aquí todo el mundo con villancicos y uno planteándose dejar el curro...
Anoche fui a ver por fin el Retorno del Rey. Impresionante, tal y como lo esperaba.
Al margen de eso, ahora mismito toy hecho polvo. De vez en cuando (bueno, eso es más bien un eufemismo, porque es mi quinta semana a piñón: lunes, martes, jueves y viernes), me escapo del curro a mediodía, para ir a la piscina a nadar. Después almuerzo rapidito, y a seguir.
Esta semana van 1.200 metros en cada sesión. No está mal, aunque espero ir poco a poco aumentando esa cifra...
El sopor después de haber nadado y de almorzar es una sensación magnífica, porque me quita mucho estrés del trabajo. Especialmente en una cosa: cuando nado, soy yo mismo, no hablo, no tengo que aparentar ni tengo que cumplir con nadie. Simplemente, cumplir conmigo mismo, tirar más metros, buscar mantener el ritmo, la concentración en la respiración, soportar la pesadez en los hombros,...
No sé cómo estaré mañana, porque los viernes se me hace durísimo ir a nadar (el último día de la semana no está uno para mucho esfuerzo). A pesar de eso, casi seguro que iré.
Una cosa curiosa es que al nadar estoy 30 minutos sin escuchar nada, salvo el salpicar del agua en cada movimiento que haces, y sin oir a nadie, salvo a ti mismo. Se podría decir que entro en un estado de meditación dinámica, como diría algún sabio sensei o sifú de alguna disciplina oriental (léase Kyudo, por ejemplo). Pienso en el trabajo, en mis proyectos, en la naturaleza, en el mar (vaya paradoja),... Pienso pero no me preocupo. Simplemente, reflexiono.
Más curioso aún es que gran parte del tiempo lo paso pensando o en Ella, o en este blog. Supongo que ambos implican un grado de interioridad inusual con respecto a todo lo demás...
Bueno... han pasado dos días, y las novedades son variadas...
Por un lado, quedan como 4 horitas para asistir al Retorno del Montaraz. Espero que me guste tanto como el libro y las dos partes anteriores.
La reunión de ayer fue aceptablemente bien llevada. Parece ser que, dentro de lo que cabe, lo entregado no era tan vomitivo.
He tenido en los últimos días algunas conversaciones no agradables. Tampoco han sido tensas, pero tratar de dialogar con alguien con el que tienes "conflicto de intereses" (vamos, que te piden cosas que no puedes o simplemente no quieres dar) es una cuestión molesta, enervante. Me ayuda el pensar cuán egoístas son estas personas al ver las cosas únicamente desde su punto de vista. En cambio, otras personas me dicen que actúo bien, y dado que éstos me quieren tal y como soy, y que no buscan el interés a corto plazo de mi existencia, puedo considerarlos "amigos" y su testimonio de fiar.
Aún así, y a pesar de que uno mantiene el tipo y argumenta los motivos por los que dice una negativa, no es nada agradable. Quedas como un perro, pero mejor eso a quedar como un pringado.
A fin de cuentas, muchas veces consideras amigo a aquel al que le dices un "no" y te acepta tal y como eres...
No sé...
Al menos cada vez me siento menos culpable por ello.
En estos dos días, también he tenido noticias de Ella...
Me mandó un sms al par de minutos de escribir el post de "Alimentando gorriones". En ocasiones, juraría que un ángel nos espía, buscando la máxima sincronización en todo lo que hacemos... Pero tal vez no sea eso, sino que tenga una explicación mucho más sencilla: Dios es un irónico.
Luego, otro sms el martes, a la misma hora, añadido de otros 2 adicionales, al corresponder yo con otros respectivos.
Si parece ser que la cosa marcha y todo... El gorrión, por fin, va cogiendo confianza.
Y ahora viene lo mejor. Seguramente cualquier otro estaría pletórico e inflado de orgullo.
Pero yo sólo tengo vértigo. Vértigo de ver que tal vez funciona. Vértigo de verme con ella en los momentos de cariñosa intimidad. Vértigo de tener un proyecto común, de caminar juntos en la misma dirección...
Y ya sólo me faltaba ver el post de Muriendome, "Puzzle hueco". Y al pinchar en el enlace del capítulo 21 del Principito... Entendí, entendí muchas cosas.
No sólo éste gorrión puede ser Ella. No es eso. Es que Ella, además, es mi rosa.
Hoy he tenido un buen día... Un día tranquilo, con cosas que sacar adelante, con proyectos, con ideas,... Pero, sobre todo, con proyectos.
Y es que, a veces, lo único que necesitamos es ver que las cosas pueden mejorar. El ser humano es, tal vez, el único animal que sueña con la esperanza de un futuro mejor. En cierta manera, es lo que le permite sobreponerse ante un pasado que recuerda entrañable y un presente que diagnostica repugnante.
En estos últimos días, han pasado dos cosas especialmente importantes para mí. No, no me refiero ni a que han pillado al Sadam ni lo del Príncipe (ambas cosas tienen tanta relevancia en mi vida como la caída al suelo de un guisante en la reconchinchina... que ni me entero vamos).
La primera de ellas es que quedan 48 horas para el estrenaaaazo del Retorno del Rey (soy un fan de Aragorn, lo admito). Ahora bien, sé que este hecho es sumamente inapreciable en un sinfín de sucesos importantes que le pueden ocurrir a uno... Pero es que estoy a gusto, me siento en armonía y, por tanto, cualquier detalle agradable me anima en demasía.
La segunda de ellas es la realmente importante. Ayer volví a quedar con Ella. Después de dos semanas de haberla visto, cuando ya pensaba que estaba todo perdido...
Ella es una chica que se me antoja maravillosa. Plena en virtudes, sólo dispone de defectos que embellecen aún más su carácter. La conocí hace ya 2 meses, en una noche en la que salí con la sensación de que conocería a alguien, pero sin la certeza de ello... Hasta que me la presentaron, hasta que me enteré que nos conocimos porque ella así lo pidió a una amiga común, hasta que me di cuenta de que una rubia impresionante me estaba dirigiendo la palabra a mí, pobre hidalgo sin más fortuna que cierto sentido del humor algo cínico, y una forma de ser que bien algunos denominan templanza, otros no dudan en caracterizar de indecisión.
Y ahí me vi, tratando de sacar de mis labios más palabras que simples monosílabos, procurando ser elocuente y viéndome apoyado por consejos y ánimos de la escuadra que me acompañaba, que me alentaba no a tener algo esa noche (no lo buscaba ni creía haberlo encontrado), sino más bien a continuar ese proceso que podría terminar en quedar otro día.
Y así fue. Contra todo pronóstico me pidió el número de teléfono al despedirnos (sí, lo sé, servidor es un chotas... no tiene agarre ni para jugársela ahí, tomando iniciativa... si es que lo del macho españó lo dieron un día que no fui a clase).
A partir de ahí, todo se convirtió en una de las pruebas más duras que he pasado. Uno que es efusivo y gusta de luchar por lo que le gusta (forma de ser que también puede describirse como actitud desesperada ante un mínimo de atención femenina, todo sea dicho), se dedicó a tratar de quedar con esa belleza de carácter directo, algo seco y brusco, pero profundamente atrayente.
Y fue cuando descubrí que tras esa fachada de rubia bombón, se escondía una persona sumamente sensible, dañada tras una larga relación que no iba bien (y por tanto, no terminó mejor), y cuyo principio de vida se había convertido en un Carpe Diem, una intensa huida hacia delante, que nunca se sabe cuántos días quedan hasta exhalar el último suspiro.
Así pues, este caballero (sin tierras, sin título, pero empeñado en tener nobleza en el alma) se vio condenado a una dura prueba. Cómo acercarme... cómo acariciar sin tocar esa piel martirizada de heridas que era su sensibilidad... cómo pasar esa fachada de tía dura...
Me sentía alimentando a un gorrión silvestre. Llevándole algo de comida fuera de mi cabaña, depositando los granos cerca, en un pequeño hueco hecho en la nieve. No hagas movimientos bruscos, deja que se acerque cuando desee, escucha, sé paciente,... Debes personificar en tus gestos y en tu voz la idea de que no eres tormenta, sino paz. Es complicado, cuando lo que te pasa por las venas es estar con ella todo lo posible, abrazarla, conocerla... ¿Amor? No sé, no lo creo, es muy pronto. Pero sí, desde luego, es interés. Un interés sincero, profundo, más allá de una noche o un acto físico. La esperanza de encontrarla, a Ella, a la misma a la que una vez el maestro Alejandro Sanz le dedicara una canción...
Le dio miedo. Quiero creer que fue eso, miedo. Miedo al compromiso, miedo a repetir una situación desagradable. De hecho, me ha comentado explícitamente que le da pánico el dolor emocional. Bueno, es normal. A mí también me costó superar durante mucho tiempo (algo más de un año) mi última relación seria. No se puede pedir a los demás lo que tú mismo no puedes dar.
Y tras esa semana eterna, silenciosa, fría y oscura, en la que tuve que plantearme vivir recomenzando mi búsqueda... Recibí un sms: "He estado pensando y crees que tienes razón en lo q dijiste. Lo del miedo y esas cosas. Q a fin de cuentas no me has pedido nada, y estoy muy a gusto contigo". Y es cierto que no le he pedido nada (..."suspiro"...abrir las manos y ser paciente... como cuesta hacer eso... fingir que no ves en sus preciosos ojos marrones a tus futuros hijos...).
Y total, que nos volvimos a ver ayer. Radiante, alegre como siempre, risueña y encantadora. Sabe lo mucho que me gusta y cómo me alegra los días cuando tengo noticias suyas (el mismo día que se lo dije, en el coche, al despedirnos, fue el mismo día que una sombra de miedo oscureció el brillo de sus ojos). Pero aún así, juraría que ayer estaba de nuevo relajada, tranquila...
Y la sensación de que alguien tan importante para ti se sienta tranquila con uno reconforta.
Bueno, conclusión... ¿Y ahora? ¿Ahora qué?
Ahora a esperar... Esperar que vuelva a posarse ese gorrión, a que vuelva a acercarse... Debo moverme con cuidado. Un paso en falso podría espantarlo de nuevo. No volveré a cometer el mismo error de ser tan directo, de hablar de sentimientos. Debo ser paciente, incluso cuando nunca lo he sido para estas cosas.
La otra posibilidad es abandonar, olvidar, renunciar... Pero por qué será que eso de tirar la toalla nunca se me ha dado bien. Uno puede ganar y uno puede perder (y Dios sabe que hay más derrotas apuntadas en mi devenir, que posibles victorias, esporádicas, casi casuales), pero es que eso de dejar pasar la ola... Prefiero verme demacrado en las rocas de la orilla. Que no se diga que Kenshin no lo ha intentado.
Hay días que son, no para no levantarse, sino para vivir en otra galaxia...
Anoche salí a las 2 de la mañana del curro, sacando el asqueroso trabajo que tenía que estar listo para hoy. Y lo estuvo, qué leches...
No es la primera vez (ni será la última) que está uno hasta las tantas. Todo sea por sacar las cosas adelante... Ahora bien, cuando lo que sale no es de tu agrado, la sensación de no trabajar como uno debiera aumenta hasta proporciones inimaginables.
No es que saliera la cosa para escapar, en plan chapuza. Eso es lo malo. Si hubiera tenido una semana más para sacarlo, hubiera terminado con los mismos resultados. Porque lo que tenía que estar listo para hoy era una evaluación, un análisis de los últimos tres meses en el que factores tan irrevocables como el trabajo ajeno juegan un papel irónicamente importante...
A primera hora ahí estaba yo, tras una agónica búsqueda de una hora para encontrar 4 metros de calzada donde dejar aparcada a la Bestia (lo que me faltaba encima era más dificultades... como dijo el hábil creador de Hamlet, "las desgracias nunca vienen solas, sino juntas formando batallones"); tocando en la puerta del despacho de mi jefe, para comentarle mi preocupación por los pésimos resultados que le entregaba hoy.
Curiosamente, no hubo sorpresa, ni enfado, ni molestia... Ni siquiera resignación. Ante la tonelada de estrés reflejada en mi cara, después de estar horas y horas resolviendo documentos y sorbiendo cafeína como un poseso, mi jefe respondió con un: "así está bien... no te preocupes... ¿tienes esto? pues tienes esto, y ya está...".
Joder, que no me preocupe. He dormido 4 horas, y no me siento para nada orgulloso de ese sacrificio viendo la porquería que entrego... y que no me preocupe.
Ahora me imagino que visto desde fuera se pueda pensar: "venga, lo hiciste... estuvo para cuando te lo pidieron". Y es cierto, no debería preocuparme mucho más, salvo de la reunión que tendremos el martes y en el que cada uno deberá hablar de lo que ha entregado. Pero no sé por qué tengo el sabor amargo de quien acaba de vomitar delante del jefe (eso sí, se hizo en el horario exigido).
Dicen que la monotonía es un estado anímico. Una situación en tu interior que comienza a rayar el hastío, ante la falta de estímulos que te interesen.
Claro que los estímulos que interesan depende únicamente de un proceso selectivo de cada uno. ¿Cómo ha ido el día? ¿Bien? ¿Muy bien? ¿Fatal? ¿Aburrido? En el fondo, si lo piensas bien, depende de ti...
Depende de lo que quieras, depende de lo que busques, depende de lo que necesites,...
En estos días me han pasado bastantes cosas, pero ninguna me resulta extraordinariamente significativa. A veces me siento como si estuviera en una etapa de transición, en la preparación de algo que está por llegar...
Aunque a veces me planteo que lo que "está por llegar" no es la definición más correcta. Tal vez habría que decir que esperamos lo que "está por crear". Quiero decir, tomar las riendas de nuestra actitud ante lo que nos rodea, decidir ser felices, ya que, a fin de cuentas, es una decisión, no una suerte de lotería.
Quisiera plantearme ser feliz aquí y ahora, aunque tal vez sea mal momento. Es una mala semana para ello, con la tonelada de trabajo que tengo que sacar para las próximas 24 horas. Tal vez el lunes...
Pero esto es como el clima. No siempre llueve cuando a uno le interesa...
Somalia, 1992
Años de guerra entre clanes rivales causan hambre a escala biblíca: 300.000 civiles mueren de hambre. El ejército estadounidense envía a dicho país a sus unidades más importantes, los Ranger y los Delta Force. La misión: capturar a un grupo de líderes de la guerrilla, para poder acabar con la utilización del hambre como arma.
Pronto una misión que duraría sólo unos minutos se convierte en un infierno. Un helicóptero es derribado, un hombre cae herido,... De repente los estadounidenses implicados se ven envueltos en un combate urbano en el que son minoría, son extraños y no son aceptados.
Independientemente de las connotaciones políticas y éticas, lo cierto es que gran parte de las fuerzas americanas allí presentes no estaba en opciones de escoger entre ir o no ir, entre estar en Somalia o estar en casa. La única opción que podían escoger en ese instante era luchar o morir.
A veces es posible escoger entre luchar o no... y ahí es donde se distinguen a los pacifistas de los belicistas. Pero en ocasiones, no existe esa opción, sino únicamente la de continuar hacia delante o abandonarte al entorno. Admiro a quien es capaz de superar la adversidad, sea de la forma que sea.
Una década más tarde, se aprovecha ese evento para conmemorar la capacidad de improvisación, la resistencia física y emocional y el espíritu de equipo demostrados por aquellos jóvenes. Sin importar nada más, sin considerar causas, motivos o consecuencias del caso, la película es para mí una epopeya de lo grande que puede ser el ser humano, incluso en las situaciones más dantescas posibles. Esa conmemoración es la película BlackHawk Down (Derribado).
Se oye a tu compañero: "¡Hombre herido!". Está a tu lado, pero su voz ha sonado lejana, tal vez por el ensordecedor ambiente repleto de fogonazos de armamento, tal vez porque estás ensimismado en no flaquear en esa décima de segundo que podría ser la última. No quieres estar ahí. Nunca lo has querido. Estás incómodo. El sudor corre por debajo de tu chaleco, y te duelen las rodillas. El brazo casi no puede más, desearías soltar ese estúpido rifle, y lo harías, si no fuera porque paradójicamente es lo único que te permite continuar.
En ese instante, corres de un lado para otro, solventando los problemas, tratando de permanecer firme, dudas, corres hacia un lado, paras, vas hacia otro, te cubres,...
En ese momento, Grimes (interpretado por el magnífico Ewan McGregor) atraviesa un cruce de calles. Un lanzagranadas se dirige hacia él, explotando a escasos metros. El ruido es atronador, y los restos de piedras entran por toda su ropa, como metralla ardiente. Mientras los cascotes aún caen, se reincorpora a duras penas, recogiendo su fusil. Y es entonces, al reanudar la carrera, cuando este soldado, experto en tácticas y combates, que ha pasado uno de los programas físicos de entrenamientos más duros existentes, emite un profundo grito desde el fondo de sus pulmones:
- "¡¡¡Me cago en toooodo!!!"
No pude contener la risa en el cine en esta escena. Aún hoy cuando la veo, se me dibuja en la cara una curiosa sonrisa de complicidad, de profunda identificación con el personaje.
No es ninguna frase profunda. No es un pensamiento elevado, claramente. Es simplemente resignación, es tirar pa'lante con rabia (no odio), es no acongojarse ante la vida, es levantarse y seguir corriendo... Es luchar, no contra nadie, sino contra todo... Es vivir...
Por eso, cuando oigo silbar balas en la oficina, no tengo más que el gesto mental de sujetar el fusil, afirmar el caso con un brusco toque de la otra mano, y correr en busca de una pared a modo de cobertura.
Donde todo comienza...
A veces es complicado saber cómo comenzar las cosas... A veces lo complicado es saber cómo terminan...
Llevo días dándole vueltas a crear un blog. Nunca lo he visto un lugar merecedor de mi esfuerzo, ni el de nadie realmente... Como un pasatiempo para los aburridos, o una vía de escape para los menos afortunados en esta vida, que necesitan compensar su carencia cotidiana de comunicación a través de un medio en el que puedan ahuyentar las repercusiones de lo que dicen por medio del anonimato.
Hasta que empecé a leer blogs...
Hasta que empecé a ver que algunas vidas no eran tan diferentes de las mías...
Hasta que ví como esas personas me contaban lo mal que se sentían, justo cuando yo tampoco me encontraba bien...
La conexión, tal vez efímera, tal vez pasajera, pero seguro, necesaria, que se creó entre estas dos personas, me motivó a crear uno... Un lugar donde reposar mis más oscuros sentimientos, donde expresar mi melancolía, donde poder solicitar aplausos a la audiencia, donde soñar, donde poder morir,...
Por lo tanto, y desde el día de hoy... Amanece el sol en los Prados de Echigo... El lugar donde pueda ser tal y como me gustaría... El lugar donde pueda contar lo que jamás quise oir diciéndole a otros...
¡A ver como sale la cosa!