Ayer fui a la consulta de una osteópata, la compañera de piso de Mónica, porque resulta que la semana pasada me dijo que me notaba la posición de la espalda un poco forzada. Total, un masaje nunca venía mal y, por otro lado, sí es verdad que la espalda llevaba doliéndome mucho últimamente.
Después de una sesión de poco más de una hora, quedé en un estado de vigilia serena y calmada. Una especie de armonía conmigo mismo.
De las vértebras que sonaron, dos eran cervicales (la C5 y C6, según ella, aunque para mí eran la "de aquí" y la "de debajo"). Hoy ando molido a todos lados, pero al menos, ando derecho.
Parece que estaba peor de lo que pensaba. De hecho, hoy me encuentro muy a disgusto con todo. Estoy estresado, y me cuesta sobrellevar todo lo que tengo alrededor.
En el fondo, tampoco es muy grave: no estoy fatal de los fatales. Estuve muy apurado con lo del postgrado, y salió, me sentía muy mal por la situación con Esther, y la resolví, estuve mil veces agobiado durante la carrera, y salió.
Todo es cuestión de actitud, de no dejar de remar.
Pero es que los brazos me duelen que no te lo imaginas, y eso no hay espíritu que lo compense.
Escrito por Uesugi Kenshin a las Mayo 25, 2004 05:26 PM¿Y si le pides a alguien que reme un poco en tu lugar? O simplemente, que coja uno de los remos. El esfuerzo compartido, aparte de rebajarse matemáticamente, siempre es menos doloroso. Cosas del espíritu.
Escrito por Chatel a las Mayo 27, 2004 08:09 PMNo te digo yo que no... Aunque a veces la peor marejada es la que se tiene dentro, porque no hay quien te la quite ;)
Escrito por Uesugi Kenshin a las Mayo 29, 2004 01:06 PM