Hay veces en las que la vida te devuelve la mirada. Y mira con crudeza.
Como un enorme dragón sobre el que estás montado, surcando el cielo, que gira su enorme cráneo y te escruta con su mirada inquisidora. "¿Estás seguro de lo que estás haciendo?", parece preguntar. Y no puedes evitar sentir miedo, al darte cuenta de que estás cabalgando sobre una bestia que, en el fondo, puede más que tú.
Ayer rompí con Esther. Finalmente se lo dije. No podía callarme por más tiempo.
Traté de hacerlo con toda la suavidad que pude, mientras le explicaba lo difícil que era tener una relación así, que no era culpa de ella, que es que en el fondo no me llenaba el verla cada dos semanas... No le hablé de Mónica (no tuve agallas, o tuve elegancia, no sé cómo definirlo).
Lo que sí sé es cómo me sentí. Tragándome las lágrimas cuando se lo dije, llorando como un crío en los servicios del aeropuerto, mientras la megafonía iba anunciando vuelos... Me sentía fatal conmigo mismo, por traicionarla, por abandonar, por haberle hecho daño. Por comenzar algo que no sabía cómo iba a terminar, por tal vez no tomármelo lo suficientemente en serio.
Hay gente que dice que en estos casos, siempre es mejor dejarlo tú, que sufres menos. No sé qué decir, la verdad, porque el sentimiento de culpa me resulta aplastante.
Escrito por Uesugi Kenshin a las Abril 26, 2004 12:41 PMNormalmente hacer lo correcto es hacer lo que más te duele hacer. Creo que has hecho lo que tenías que hacer y que a la larga te alegrarás de haberlo hecho. ¿El dolor? Inevitable y necesario. Al menos sientes que eres real, que no frivolizas y que las cosas te importan.
No estás solo en tu dolor, cuenta con mi apoyo.
Abrazos.
Escrito por Anakinet a las Abril 26, 2004 01:05 PMGracias. Me hacía falta algo así.
Escrito por Uesugi Kenshin a las Abril 26, 2004 01:31 PM