Mucho me había durado esta estabilidad emocional.
Justo cuando parece que la cosa empezaba a asentarse, surge algo que modifica tu pensamiento, y te hace replantearte cosas.
Esta vez soy yo la causa... Únicamente yo.
En esta última semana, una conocida de toda la vida (bueno, de toda no, pero de hace unos años) ha empezado a acercarse más. No sé, siempre he creído que había algo de atracción mutua. Ella, desde luego, me gusta. No es la chica despampanante ni muchísimo menos. Pero, tal vez, por eso mismo... es diferente. Sobre todo, me atrae mucho su inteligencia (suena a tópico, jeje, pero es cierto), aunque físicamente no está nada mal.
Pero que nos conociéramos y de vez en cuando habláramos, no significaba nada. Simplemente, era una de esas chicas que dices: "es mona, sí... y no me importaría conocerla mejor". A veces, la vida es más irónica que uno mismo, y lo insospechado ocurre.
Hice un curso (uno de tantos que hago en Cruz Roja) y adivina quién fue también al mismo. Pues sí, esta chica. Además, este curso dedicaba mucho tiempo en trabajo por parejas, así que fíjate que casualidad, adivina con quién me tocó. Y no fue intencionado. En el descanso, nos fuimos todos a tomar algo y claro, me senté con ella para hablar un rato. Luego, en el curso de nuevo, la gente dedujo que nos pondríamos juntos, así que, prácticamente nos ignoraron mientras se agrupaba el resto.
Después de una semana viéndonos por la tarde y con un par de sms por las mañanas, llegó el viernes, con una fiesta de despedida de una amiga común. Un par de copas que nos tomamos, y nuestro cachondeo mutuo se agravó... Miradas, caricias en el hombro, juegos y bromas,... Tuve que hacer un esfuerzo consciente para no hacer nada... y no lo hice.
Pero no lo hice, no porque no quisiera. La verdad es que me gustaría mucho intimar con ella (y cuando digo "intimar" no aplico un eufemismo para sustituir "sexo", sino que es algo literal: intimar).
Me contuve porque se supone que estoy con otra chica. Otra chica a la que no veo desde hace dos semanas. Otra chica a la que cada día veo más que somos diferentes. Otra chica con la que me cuesta hablar o mantener cierta cotidianeidad, por la distancia. Otra chica con la que, la verdad, no hablo ni tengo noticias durante muchos días, luego nos vemos el fin de semana, y aparte de mucho sexo, no tenemos más contacto.
Pero no todo es camino de rosas, sino que mil factores atacan. Esta nueva aparición de mi vida, Mónica, dudo que sea la definitiva. Es una chica genial, pero me supera en 8 años de edad. Superando ella la treintena, nuestras visiones del mundo pueden ser bien diferentes. Es tan improbable que funcione como el tener una relación con alquien que vive a 400 km de ti y con mar de por medio.
¿Qué hacer?
¿Por qué no luchar por lo que ya tengo, para ver si se puede mejorar la relación? ¿Merecerá la pena, sabiendo que yo trabajo aquí y ella trabaja allá, con tanta distancia que dudo que solventemos? ¿No será un gesto de lealtad mal entendida?
¿Por qué no arriesgarme y seguir el impulso que tengo ahora con esta nueva amiga? Pero, ¿y si sale mal?
Ante todo, creo que si lo que ya tengo fuera una relación que me llenara de verdad, no tendría este jaleo en el coco.
Creo que antes las cosas eran un tanto más sencillas para mí, porque me enamoraba... Y entonces, perdía la facultad de razonar sobre este tema. Todo lo tenía enfrentado, pero al menos sabía qué quería o, mejor dicho, a quién quería.
¿Ya no me enamoro? ¿Me estaré volviendo más frío? ¿Me estaré haciendo mayor?
¿Dónde está mi ilusión? ¿Quién es Ella?
Escrito por Uesugi Kenshin a las Abril 19, 2004 03:22 PM