La vida puede cambiar tanto en tan poco tiempo... Y lo que menos esperas, sucede.
Ahora mismo mi vida va genial, simplemente. No hay más palabras que puedan describirlo.
Pero va genial porque tengo la actitud necesaria para ver lo bien que me va. No me puedo quejar.
La única pega es que no doy abasto. No consigo llevar todo al día, y mucho menos el curro. Para colmo, problemas en Internet (gracias, Timofónica), me han tenido como un loco persiguiendo un fallo que no estaba en mi red. Malditos...
Ya no voy a la piscina, desde hace un mes. Estoy yendo a Aikido, por la noche. Eso motiva que apenas encuentre tiempo o energías para reponerme, porque llego molido.
Eso sí, las rodillas están respondiendo. Tal vez me haya curado y todo, y pueda volver de forma estable al tatami. Sería un sueño hecho realidad.
Y por otro lado... La chica de Carnavales ha sido toda una sorpresa. No es bueno realizar comparaciones, pero qué mal ha quedado Patricia a mis ojos tras ver lo que hace una persona cuando realmente quiere estar conmigo. Tras ver que una chica puede esforzarse tanto como yo lo hago tan frecuentemente. Cuando uno ve que la otra parte también se moja.
- Bueno, ¿quieres quedar sí o no?
Esa fue la última frase que me soltó Patri por el Messenger (ironías de la vida, ahora que no hay nada de nada, es cuando ella se conecta).
- Pues no... hoy es un mal día (por no decir un mal siglo, pero bueno... no cerremos puertas innecesariamente). Ya he quedado (mentira, pero es la excusa perfecta).
- Pues vale
Eso y algunos comentarios más me bastaron para terminar de darme cuenta. Ella no me respeta, porque no respeta a nadie. Y desde luego, no siente nada por mí. Fui divertimento o un elemento distractor de su infelicidad.
Se anuló el hechizo.
Pero no me arrepiento. Sabía a lo que me atenía. Sabía que me la jugaba. ¿Perdí? Pues a lo hecho, pecho. Así, sin más.
Además, precisamente, gracias a ella valoro muchísimo más a esta chica de Gran Canaria. La valoro porque se moja, porque dice abiertamente lo que siente, porque no tiene miedo a la vida, porque parece que no quiere perderme por nada del mundo (aunque sorprendentemente, sólo estuve unas horas con ella).
¿Tal vez sea demasiado impulsiva? ¿Tal vez sea algo pasajero, intenso como un fuego artificial pero igual de efímero? O tal vez sea de las personas que cuando les pasa algo por delante que les gusta, se llenan de barro hasta las rodillas para conseguirlo. Así, sin vergüenza, sin falso orgullo... y con una sonrisa.
Sólo conozco una forma de averiguarlo.
No sé lo que me deparará esto, la verdad. Pero es que tampoco lo pienso. Ni me lo planteo.
Simplemente, que este fin de semana, me voy para allá, a la isla vecina. A pasar dos días con ella, porque ella me lo ha pedido, porque yo quiero, y porque estamos los dos contando los días. Sin que haya un gran trasfondo, o un conocimiento de varios años o siquiera meses. Simplemente, por habernos visto una noche, y compartido caricias, besos y risas.
Pero quién le dice que no a la Vida...