Ayer estaba rara. Muy rara. (Por favor, absténganse de la parodia "ruaro, ruaro, ruaro", que ya lo oigo hasta en sueños).
Algo no cuadraba...
Y en un momento en el que estaba "en la luna", me reveló su preocupación acerca de la semana que viene. Estaré en la Universidad en Lyon, me dijo, estudiando algo que no me gusta, rodeado de compañeros que no me gustan y con profesores que detesto.
Qué débiles somos a veces, pensé. Parecía tan segura de sí misma, y lo único que parece hacer es huir hacia delante. Pero, ¿y yo? Parezco tan seguro de mí mismo también, y lo que realmente hago es buscar cariño a la primera oportunidad que veo. Porque, siendo cruelmente sinceros, es lo que hago. No busco sexo por sexo, porque tal vez me falta frivolidad (o menos chorradas, según como se mire), pero tampoco soy lo suficientemente estable como para no sentirme a veces como un perro abandonado en busca de hogar.
Ayer no me sentó muy bien su actitud, pero creo que se debía más porque estaba pensando que en un par de días volvería a la realidad, y no porque estuviera molesta conmigo.
Pero esta mañana me levanté con más ánimos. También es que me hacían falta, para recorrer los casi 100 kilómetros hasta el trabajo.
Me he planteado si ir de nuevo esta tarde. Tal vez sea orgullo, pero a lo mejor lo que debería hacer es quedarme en casa, y ya mañana, último día, volver a quedar con mi amigo y estas chicas.
Pero no creo que lo haga. Esta tarde iré. Porque si no, aunque ellos no piensen nada, yo mismo estaría convencido de que es porque estoy resentido. Resentido de no obtener lo que esperaba. Resentido por repetirse una situación que se está convirtiendo en demasiado frecuente para mí.
No me lo perdonaría. El orgullo no es suficiente razón de peso, me temo.
Las situaciones hay que aceptarlas aunque no te gusten. Cuando coges un regalo, tienes que aceptarlo con todas sus consecuencias. Apechuga con lo que hay.
Escrito por Uesugi Kenshin a las Febrero 18, 2004 08:33 AM