Bueno, si el día de Navidad pasó bien y todo.
Han sido dos días éstos de no hacer nada. Y, la verdad, me desespera no hacer nada. Es superior a mí. Siempre tengo que tener la sensación de estar haciendo algo.
Y estos días, en los que me sobran unas cuantas horas al día, paso al estado de relax y, justo después, al de inquietud por falta de actividad.
Como me aburro, me planteo mil proyectos futuros. Pero claro, como son futuros, me quedo en las mismas, sin hacer nada ahora. Y encima con ansiedad por todo lo que me propongo hacer al acabar las Navidades, justo cuando volveré a estar liado. Si es que, en el fondo, me encanta complicarme la existencia.
Papa Noel se portó bien. Me trajo el regalito de rigor, si bien es cierto que se trata de una nueva costumbre en mi familia, ya que donde estén los Reyes con sus ochocientos regalos, que se quite el viejo verde (perdón, ahora va de rojo) que nunca tuvo nada que ver con la Navidad, y que se ha apuntado el tanto desde hace un par de siglos.
Pero bueno, a caballo regalado... Así que no me quejo por recibir "El Caballero del Jubón Amarillo", última novela del Capitán Alatriste y que estoy deseoso de devorar. Las anteriores novelas ya han caído a mis manos, aunque debo reconocer que como la primera no ha impactado ninguna de las posteriores. Esas expresiones arcaicas en forma pero no en significado, ese romanticismo tenue y oscuro de las callejuelas de Madrid, los prados de Flandes o las tascas de Sevilla... Esa forma de ver la vida con cierta resignación, pero con coraje ante los ardites. El carácter profundo del Capitán, estoico y tal vez algo amargado, lleno de cicatrices por dentro y por fuera. Es un perro de los que nunca ladran, pero a la más mínima muerden. Y bien se sabe que éste tiene los colmillos afilados.
Mmm.. en otro orden de cosas, aún no sé nada de Ella, salvo algunos sms que me ha mandado con la intención de quedar estos días. Claro que no ha encontrado finalmente ese hueco que prometía, pero ya es algo que quiera buscarlo, ¿no?. Debe un servidor tener paciencia, aunque es difícil establecer un límite entre la espera serena o la resignación de quien siente haber perdido el barco, entre mantener la ilusión sin que te arrastre o hacerse a la idea de que hay que volver a buscar "una posibilidad".
Bueno, mientras... me voy a nadar, ¡hala!
Escrito por Uesugi Kenshin a las Diciembre 26, 2003 02:26 PM