Agosto 25, 2005

Los Favoritos de Midas (I)

He decidido incluir en el blog una sección de relatos o novelas por entregas, al estilo de los periódicos decimonónicos en los que se publicaban las novelas de Sherlock Holmes. Bueno, en realidad es que quería colgar uno de mis cuentos favoritos, de Jack London, y como era demasiado largo como para escribirlo de una sentada, se me ocurrió lo de las entregas y ya pensé en continuar con otros... Creo que así engancho a la gente a la página y relleno hueco cuando queda poca imaginación :p

En fin, voy a dejar de delatarme y a incitaros que empecéis a leerlo: ¡LEÁNLO, NO MUERDE!

PD: Si alguien ya lo ha leído, puede comentarlo, pero que por favor no se cargue el final.
PD2: Puede ser que digáis "bah, paso, London es el pesao de los esquimales y los vaqueros dando vueltas por el mundo...". Vale, pues no, este cuento no va de esquimales ni de cowboys. Rien de rien. Ale, prejuicios fuera y a leer.

LOS FAVORITOS DE MIDAS
de Jack London

Wade Atsheler ha muerto..., muerto por su propia mano. Decir que fue algo totalmente inesperado para el pequeño círculo de sus amistades sería una afirmación inexacta; sin embargo, ni a uno sólo de sus íntimos llegó a ocurrírsenos jamás la idea. Mejor dicho, nos habíamos preparado para ella de un modo incomprensible, inconsciente. Antes de perpetrarse la acción, su mera posibilidad nos era absolutamente ajena; pero cuando supimos que había muerto, nos pareció, sin saber por qué, que no sólo la comprendíamos, sino que la habíamos estado esperando desde hacía tiempo. Esto, en un análisis retrospectivo, era fácilmente explicable teniendo en cuenta sus graves problemas. Y digo “graves problemas” después de pensarlo bien. Joven, atractivo, con la seguridad que le daba su posición de mano derecha de Eben Hale, el gran magnate de los ferrocarriles urbanos, no podía tener razón alguna para quejarse de los favores de la fortuna. No obstante, ya veníamos observando como su terso ceño se surcaba de arrugas, cual si un pesado fardo o una desolación devoradora le royese las entrañas. Habíamos visto clarear y platearse sus negros y espesos cabellos como trigo verde bajo el sol abrasador y la sequía pertinaz. ¿Quién podría olvidar, en medio de las alegres compañías que al final buscaba con creciente avidez..., quién podría olvidar, repito, los profundos ensimismamientos y las negras depresiones en que se sumía? En tales ocasiones, cuando la marea del buen humor se encabritaba y anegaba todo, de pronto, sin ton ni son, sus ojos se apagaban y su ceño se fruncía, al tiempo que, con los puños apretados y el rostro ensombrecido por los espasmos de algún sufrimiento interior, parecía luchar denodadamente al borde del abismo contra un peligro desconocido.

Ni él hablaba nunca de su preocupación ni nuestra discreción nos permitía preguntarle. Pero dio igual. Aunque lo hubiéramos hecho y él hubiera hablado, ni nuestra ayuda ni nuestra fuerza hubieran servido de nada. Cuando murió Eben Hale, de quien fue secretario confidencial –o más bien, hijo adoptivo y socio del negocio a todos los efectos-, no volvió a frecuentar nuestra compañía. Por lo que ahora sé, ello no se debía a que le desagradase estar con nosotros, sino al hecho de que sus preocupaciones se habían incrementado tanto, que ya no podía responder a nuestra alegría ni encontrar alivio entre nosotros. El porqué de todo esto éramos incapaces de comprenderlo entonces, ya que, cuando se verificó oficialmente el testamento de Eben Hale, todo el mundo supo que Atsheler pasaba a ser el único heredero de los muchos millones de su patrono, estipulándose además que su gran fortuna se le otorgaba sin condición, traba o restricción alguna para su disfrute. Ni un solo título de la sociedad, ni un céntimo en efectivo les fue legado a los parientes del fallecido. En cuanto a los familiares directos, una asombrosa cláusula establecía expresamente que quedaba a la discreción de Wade Atsheler la entrega a éstos del dinero que él juzgase conveniente y en las ocasiones que él creyese aconsejables. De haberse dado algún escándalo en la familia del fallecido o de haber llevado sus hijos una vida de desenfreno y desobediencia, pudiera en tal caso haber existido una cierta lógica para esta insólita decisión; pero la felicidad doméstica de Eben Hale era proverbial en la comunidad, y habría tenido uno que ir a buscar muy lejos para encontrar unos hijos e hijas más sanos. Respecto a su esposa..., baste decir que aquellos que mejor la conocían solían llamarla cariñosamente “la madre de los Gracos”. Ni que decir tiene que el inexplicable testamento llegó a ser el asombro y admiración del momento; pero el expectante público se quedó defraudado al no iniciarse impugnación alguna.

Fue hace tan sólo unos días cuando Eben Hale recibió sepultura en su suntuoso mausoleo de mármol. Y ahora Wade Atsheler ha muerto. La noticia apareció esta mañana en el periódico. Acabo de recibir una carta suya, echada al correo sin duda escasamente una hora antes de lanzarse a la eternidad. Esta carta, que tengo ante mí, es una relación de su propio puño y letra, a la que van unidos numerosos recortes de periódicos y facsímiles de cartas. Los originales de esta correspondencia están, según me dice, en manos de la policía. Me pide asimismo que haga pública la terrible serie de tragedias en las que sin culpa se ha visto envuelto, a fin de que sirva de aviso a la sociedad contra un peligro sumamente espantoso y diabólico que amenaza su propia supervivencia. He aquí, pues, el texto completo:

(continuará)

Escrito por Jarry a las Agosto 25, 2005 11:27 PM
Comentarios

masmasmasmasmas, ains, teias que haber empezao un viernes? y yo hasta el Lunes no vuelvo a la oficina! GRGR
En fin, mui buena idea,
Le llevare a mis hijos pa que les cuente batallitas, mientras los intoxica con el humo de una pipa...

Habran raptado a la inspiracion? esa furcia....

Escrito por Veronicuen a las Agosto 26, 2005 04:43 PM

No, tranquila, si yo con mi fuerza de voluntad lo mismo no sigo hasta el viernes siguiente... :p

Bueeeno, en verdad esta noche o mañana continuaré... lo haré por ti (más que nada porque has sido la única que lo ha leído XD)

¿Lo de la pipa ya te lo comenté o ha sido por adivinación? Porque me voy a llevar una a Burdeos ^^ (sí, hasta en papel y boquillas voy a ahorrar! Y ni un duro a Le Pen!)

Escrito por Jarry a las Agosto 26, 2005 09:22 PM
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