Ecce Homo

Jarry, sintecho

La mayoría lo sabéis y muchos medio lo imagináis, pero es ahora cuando voy a contároslo oficialmente. Lectores, lectoras, internautas que llegáis a esta página escribiendo en el google “Dragon ultimate”... mi casa se ha venido abajo.

¿Qué? ¿Ein? ¿Cómo? Sí, niños, mi amada residencia granadina ha dejado de existir, se ha ido con los abuelitos y aquel perro tan gracioso que tuvimos. Os cuento: Corría el viernes 18 de febrero de 2005. Toda Granada había terminado los exámenes menos los gilipollas de Políticas y algún otro desgraciado más –Ambientales, Farmacia y Pedagogía, que yo sepa-, por lo que comenzó el éxodo estudiantil. Mis compañeros se fueron a Almería en cuanto terminaron de comer y yo me fui, voluntarioso y optimista, a estudiar Estadística a la Facultad. Quién me iba a decir a mí que una asignatura tan odiosa habría de salvarme la vida... Y es que sobre las 6 de la tarde y sin previo aviso, el tejado del edificio se desplomó, cayendo sobre el tercero y en el hueco de la escalera. “Entonces no te hubiera matado, so tonto”, estará pensando algún listillo con toda la razón del mundo, ya que vivo en el primero, pero si uno no dramatiza un poco esto no tiene chicha. En fin, en esos momentos yo estaba jurando en inuit y bable porque no conseguía resolver ni un puto ejercicio, y al decimocuarto intento decidí dar el examen por perdido e irme a la cama a seguir con El Nacimiento de la Tragedia (el cual, a todo esto, me está encantando; fue el primero que leí de Nietzsche y evidentemente no entendí prácticamente nada, pero ahora comienzo a asimilarlo poco a poco).

Imaginen cuál es mi sorpresa cuando llego, intelectualmente derrotado y mosqueado con el mundo, y veo en el portón un precinto de la policía y una cadena bien gorda. Ah, y un cartelito enano que pone –porque sigue ahí-: “Jesús, soi Rafael, ven al hostal de mi ija”. Desconcertado y preguntándome dónde empieza el analfabetismo y dónde los mensajes a móviles, me encaminé al lugar indicado y allí me esperan los veterables: “Que se ha caído el techo y ha venido la policía a echarnos del bloque. Tranquilo, que ahora llamamos y vas a recoger tus cosas. Esta noche duermes aquí, no te preocupes”... Po fale. Mientras tanto, Pepi ha llegado a Granada y voy al Hypnosis –qué sitio más penco, a todo esto- porque hemos quedado allí con ella. Por el camino llamo a mis compañeros para reventarles el finde fiestero y a mis padres para que no puedan dormir tranquilos en una semana. Le cuento a la peña mi tragedia, pido limosna en balde –la gente ya no se compadece ni de los vagabundos- y echo un rato entretenido hasta que llega la hora de cenar y voy al hostal de la hija de los veterables. Desde allí llamamos a la policía, la cual nos dice, después de media hora –“Quillo, que esto gasta!” les suelta Rafael, que no es roñica- que es muy tarde, que irán mañana por la mañana. Sí, antes del examen. El examen que va a ser una mierda y por el que, por tanto, no vale la pena sacrificarse, así que quedo de nuevo con la gente y nos tiramos de juerga hasta las cinco. A las ocho Rafael me despierta para decirme que los peritos de la policía no trabajan los sábados (¿!) así que no podemos sacar las cosas hasta el lunes. ¿Y para esto me levanta?, pienso yo mientras aprovecho para despabilarme, desayunar y tirarle para la facultad. Primera parte del examen: Teoría, de 10 a 11. Leo los enunciados y entrego en blanco, fuera me espera Pablo con su portátil –joputacapitalistademierrrrda- y nos descojonamos jugando al Monkey Island hasta que llega la segunda parte del examen: Práctica. Esta vez si sé hacer algo y de hecho es posible que entre eso y los ejercicios de clase incluso apruebe. San Anacleto, patrón de la Estadística, debió de ser un hombre bondadoso y compasivo con los pobres homeless.

La Virgen, qué lento voy, hasta yo me estoy aburriendo con el relato. “Pero cuándo coño viene lo de Andalucía Directo”, os estaréis preguntando. Pacieeeeencia.

La cosa es que el sábado a mediodía comprendí lo grave de mi situación: no tenía más ropa que la que llevaba puesta, 2 ó 3 euros en la cartera y un tochazo de apuntes de estadística y un discman sin batería en la mochila. Genial. E hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar: ir a tomar el solecito al Arco de Elvira. Oh, qué gran vida la del indigente, pensaba yo. Sin embargo, cometí un error gravísimo: le pedí ropa a Fher. Aun conociendo sus hábitos en el vestir, no pensé que fuera a ser tan cabrón... me prestó un pantalón ancho ancho ancho y largo largo largo y una sudadera con capucha y graffiti en plan raperillo bronxiano. Bueno, diréis, por un día que te disfraces no pasa nada... JA! Llevando este atuendo combinado con unos zapatos en plan bolera y una felpa de rayas naranjita (lo que llevaba puesto el día del hundimiento), no vas disfrazado de rapero: vas haciendo el gilipollas, que no es lo mismo aunque Laura esté pensando lo contrario. Ah, y bajo la sudadera graffitesca llevaba una camiseta del Che, también de Fher y no de Iván como estará imaginando alguna cabeza malévola.

Y sin embargo fui valiente y salí tres días así vestido. Porque evidentemente el lunes esta pesadilla tenía que acabar. A las 8 de la mañana iban a estar los técnicos del Ayto. de Granada, pero no estuvieron. Ni a las 8 ni a las 5, vamos. Pero en cambio aparecieron los albañiles y el arquitecto responsables del estropicio, que arrancaron el precinto y el candado y siguieron con la obra, supongo que por orden de la neurótica de la dueña. Y ese fue el momento en el que los 14 inquilinos del edificio entramos a saco a por nuestras cosas. Fue algo dantesco: en 10 minutos sacamos prácticamente todas nuestras pertenencias, ya fuera en maletas, mochilas, cajas, bolsas de plástico o simplemente liadas en sábanas, mientras mujeres histéricas lloraban y los periodistas nos acosaban a preguntas. Cuando llegaron los municipales –ahora sí, los hijos de la gran puta- para echarnos del bloque, que podía hundirse en cualquier momento, vinieron también los cámaras de Andalucía Directo, y entonces sí que fue un circo.

Llevamos todos los bártulos al hostal y allí nos hinchamos de reír viéndonos por la tele.... Sacado del Show de Truman, en serio. No parecía real, catorce personas sentadas en un salón muertas de risa viendo cómo 10 minutos antes estaban histéricos cargando con sus cosas de un lado a otro. En fin, en realidad algo habíamos ganado. Salvo el ordenador, los posters, alguna ropa y unos 30 libros que tenía en la estantería y pesaban demasiado, pude sacar todo. Lo primero que hice, como podéis imaginar, fue darme una ducha y CAMBIARME. Se acabó ser el indigente rapero, como me llamaron los de mi clase, o la Mala Rodríguez, como me bautizó Laura con mayor crueldad.

Se acaba el relato, señores. Al día siguiente nueva mudanza, al piso de arriba, donde por fin me habilitaron una habitación decente. Climatizada, con baño propio y televisión, y al mismo precio que la anterior porque con los gastos extra corre la zorra de la dueña. Sin embargo, no estoy cómodo en este nuevo sitio. No hay un ambiente familiar con en la casa de los veterables, más bien parece la casa de GH: hay 12 estudiantes de toda España que se rascan y se pelean todo el día, y además arman un ruido espantoso. Para comer es un caos y encima los platos no son los de Angustias :( . Vamos, que estoy planteándome mudarme a un piso no asistido. De hecho era lo pensado en junio: el primer cuatrimestre en una residencia para habituarme a la ciudad, y después a independizarme. Pero es que se vivía tan bien en Santa Paula...

PD: Quiero informar a mi querido público de que se sortearán cinco chalés en Torrevieja, Alicante, entre quienes hayan sido capaces de leer el texto completo. Bases del concurso depositadas ante notario.
PD2: Los interesados en donar alguna cantidad a este pobre sintecho pueden enviarme un email y les responderé con mi número de cuenta.
PD3: Ya sabéis, busco piso en Granada, a ser posible cerca de mi facultad y de sí-fumadores. Ofertas también al mail.