Septiembre 13, 2004

Jacques Prévert

A veces, por casualidad, un personaje al que conoces de nada se te cruza por dos veces un mismo día. Este ha sido el caso de Jacques Prévert , leí un poema suyo en el blog de Artemisa, y esa misma noche escuché otro en una peli que estaban poniendo en La 2: Nueces para el amor. Era una argentina que prometía algo al principio (pensé que sería una suerte de Garage Olimpo) pero resultó finalmente un truño. En cualquier caso, al gustarme bastante los dos poemas, me puse a buscar más.

Este es uno de ellos, el que recitaron en la película y el que más me ha gustado hasta ahora. Magnífico el final, suerte que esta tarde de domingo no ha sido como ésa, aunque casi siempre sea así.

Intento de descripción de una cena de mascarones en París de Francia

Afuera es primavera, hay animales, flores, en el bosque de Clamart se escuchan los gritos de los niños que se divierten; es primavera: hace calor. Enamorados, los fósforos de madera se regodean al ser frotados en el cerillero; es primavera, acné de colegiales, y he allí a la hija del sultán y al domador de mandrágoras, he allí los pelícanos, las flores en los balcones, he allí las regaderas, estamos en la estación más bella del año.

El sol brilla para todo el mundo, no brilla en las prisiones, no brilla para los que trabajan en las minas, los que descaman el pescado.

Los que comen carne podrida.

Los que fabrican horquillas para el pelo.

Los que soplan las botellas que otros beberán.

Los que pasan las vacaciones en las fábricas.

Los que ordeñan las vacas y no beben la leche.

Los que no son anestesiados en el consultorio del dentista.

Los que fabrican en los sótanos las lapiceras con las que otros escribirán al aire libre que todo marcha a las mil maravillas.

Los que tienen demasiado que decir para poder decirlo.

Los que tienen trabajo.

Los que no lo tienen.

Los que lo buscan.

Los que no lo buscan.

Los que dan de beber a los caballos.

Los que tienen casi semanalmente su pan de cada día.

Los que en invierno se cobijan en las iglesias.

Los que el sacristán manda a cobijarse a la calle.

Los que se estancan.

Los que querrían comer para vivir.

Los que son comprometidos, los que son despedidos, los que son ascendidos, los que son disminuidos, los que son manoseados, los que son investigados, los que son apaleados.

Los que son prontuariados.

Los que se eligen al azar y son fusilados.

Los que no saben comportarse en ningún lugar del mundo.

Los que jamás vieron el mar.

Los que huelen a lino porque trabajan el lino.

Los que no tienen agua corriente.

Los que envejecen más rápidamente que los otros.

Los que se mueren de aburrimiento los domingos por la tarde.
Porque ven llegar el lunes,
Y el martes y el miércoles y el jueves y el viernes,
Y el sábado.
Y la tarde del domingo.

Escrito por Jarry a las Septiembre 13, 2004 04:58 PM
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