Los buenos comienzos siempre ayudan para adquirir los
objetivos que uno se propone día a día, para ello hay que despertarse con
actitud positiva tras la llamada del despertador, ¿Quién va a despertarse con
actitud positiva con él? Si ese aparato lo único que hace es ruido con la
finalidad de fastidiar uno de los placeres de la vida, dormir.
Estos pensamientos invadían los primeros instantes de Carlos al despertar,
sobretodo cuando se avecinaba un día de trabajo intenso y su despertador le
privaba de algunas horas más de sueño. Pero no todo era tan gris ya que en esos
días lo primero que hacia era darse una ducha fría que le despejara todas las
dudas, seguida de un gran desayuno a la americana, con huevos y bacón, ritual
que había aprendido después de pasar tres años en Estados Unidos.
El resto de días solía tomar una taza de chocolate caliente junto a sus cuatro porras y sus dos churros. Este cambio de rutina era debido a que en el pasillo de la oficina, próximo a la fotocopiadora de modelo americano, se cruzó, más bien tropezó, para ser más exacto colisionó con una joven, la más hermosa que jamás había visto, que le permitió evidenciar que ella usaba un 39 como número de pie, no mucho más debido a su profesionalidad. Su jefe solía recitar "Al trabajo se viene a trabajar, para ligar ya habrá otro momento".
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