No, donde yo trabajo no vendemos autocaravanas, pero parece que la gente necesita poco para agenciarse un sueño. Cuando cumplí los 18, mi única razón para conseguir el carnet de conducir (algo que todavía no he hecho) era comprarme una furgoneta, plantarle una cama en la parte de atrás e irme a Suecia. Sí, Suecia. Porque sí y por qué no.
Te encuentras en la otra punta de la tienda atareado con dios sabe qué y tu jefe te indica que hay un señor que necesita ser atendido en la sección de GPS. Mal asunto, porque no sé ni cómo funcionan, pero bueno, me pagan por montar un poco de teatro de vez en cuando y por mi trabajo en esta sección algún día me darán el Oscar.
Según llegas, a pesar de que hay dos o tres personas curioseando en esa sección, sabes perfectamente a quién tienes que atender. No sabes si es el tipo al que se refería tu jefe, sólo sabes que es a ése al que tienes que atender. Viste de forma rara y desaliñada, pero sus primeras palabras te indican que estás hablando con un ser por encima de tus posibilidades. Te habla de unos GPS que indican los campings para autocaravanas y pregunta si los tenéis. Le dices que no sabes, que esa no es tu sección realmente, pero que podemos echar un vistazo y ver si alguno lo lleva. Durante la inspección te revela sus intenciones. Lleva toda una vida trabajando en el aeropuerto como ingeniero y acaba de jubilarse. Se ha comprado una autocaravana y se dispone a recorrer Europa hasta donde el cuerpo aguante. De repente tienes una especie de encuentro con ese espejo del que hablaba Michael Ende en La Historia Interminable y no puedes evitar preguntar "¿por qué?". Te contesta con una dulcísima sonrisa que desde que se sacó el carnet ésa era su única intención, pero que nunca tuvo tiempo, que ahora tenía todo el del mundo y que no iba a consentir que la muerte se lo llevara sin hacerlo. Sueltas un bravísimo olé! por dentro y sigues ayudándole.
Termina tu turno, vas al vestuario y, sin querer, sonríes como sabiendo que ese encuentro aún lo recordarás cuando tengas su edad, cuando estés en Suecia, con tu autocaravana y tu GPS que indica campings.
Abrazos per tutti!
Es de esos tipos que realmente satisface atender. Debe de ser ingeniero o algo así, porque habla en términos con los que el cliente medio acostumbra a bizquear cuando eres tú el que los usa. Dice cosas como "con un poco de tiempo y paciencia, la fuente de alimentación la arregla uno mismo", lo que hace que, acostumbrado como estoy al "¿y eso qué es?", casi se me salten las lágrimas.
Viene con su hija, una chica obviamente inteligente que parece estar estudiando aquello que estudió su padre, ya que asiente a intervalos de tiempo asombrosamente cortos, aunque parece recular un par de veces cuando empezamos a hablar de "ceros y unos y valles y colinas en la superficie de un medio". Parece que la poesía hace tiempo que dejó de llevarse bien con la ciencia. Ambos me caen muy bien y es por eso que decido alargar mi jornada quince minutos que nadie me va a pagar simplemente para deleitarme con un cliente que me ha salvado una minisemana de energumenos rango gilipollas indeciso a listillo exigente.
Ambos son tremendamente amables y exigen que les diga cuándo empiezan a robar una porción demasiado grande de mi tiempo. Eso es lo bueno de la gente tremendamente amable, son incapaces de darse cuenta de cuándo has empezado a disfrutar de su compañia. Me pregunta por marcas y hablamos de la política del usar y tirar en la que han caído la mayoría. Rescatamos un par con un acuerdo pseudo-empático y él decide esperar a que nos llegue el modelo que le interesa de una de esas dos marcas. Sabia decisión, la paciencia es otra señal de inteligencia que le sienta como unos zapatos viejos a este señor.
Al final se marchan decididos a volver, me agradecen mi amabilidad y yo casi estoy por agradecerles un post. Me voy al vestuario pensando en cómo escribir sobre ellos aquí.
Y sí, señor. El USB es algo como para cagársele encima. Sobre todo, como usted bien dice, si en este tipo de equipos sólo está de entrada. Lo útil es el USB de salida, dónde va a parar.
Abrazos per tutti!
Cualquiera es un músico, sólo necesita un sueño y tres acordes. Todo el mundo es un escritor si tiene una historia que contar y algo con qué escribirla. Y cualquier mujer es una princesa si encuentra unos ojos que la vean como tal...
Ella se acerca a ti con el disimulo de los que no quieren molestar en la vida y utiliza un tono que no corresponde con el del resto. Dice un perdona sentido, como si de verdad se excusara por tener que ocuparte en ella.
Es preciosa, realmente. Tiene esa belleza voluptuosa de algunas nórdicas que parecen nunca haber dejado de ser niñas. Una piel blanca y suave que se encarna un poco a la altura de las mejillas. Tiene la sonrisa de Renée Zellwegger en Jerry Maguire y una voz dulce.
Y estrabismo. Unos ojos preciosos que en algún momento perdieron el paralelismo condicionando la belleza de una persona a que alguien se atreviera a disfrutarla. Pregunta por lo que necesita como dudando que lo necesite de verdad y espera la respuesta con la actidud de los que confían en la gente. Como yo soy como soy y no puedo evitarlo y procuro mirar a todas las mujeres con la intención de hacerlas sentir las más bonitas del mundo, no puedo dejarme caer en esa estupidez de mirar a los estrábicos a la nariz y me lanzo de lleno a unos ojos que son preciosos de verdad. Ella lo agradece y se nota, un rictus que lleva demasiado tiempo en la comisura de sus labios se relaja para regalarse una sonrisa mucho menos tímida.
Después se va. Se va con lo que necesitaba (no lo que buscaba, mucho más caro) y yo me quedo allí, esperando haberla hecho sentir bien. Ya digo que juntaba las manos como si hiciera tiempo que nadie lo hubiera intentado.
Abrazos per tutti!