Supongo que te das cuenta de que es grave cuando conoce hasta el nombre de la señora de recepción del hospital, cuando habla de lo médicos como amigos, cuando pasa por allí más veces en un mes de las que ha pasado en toda su vida.
Sigues pensando que no, que eso no le puede pasar a ella, que algo así le pasa a otros. El típico tópico que termina reforzando tu fe en los estereotipos. Esta tarde una visita más y entonces ya no habrá vuelta atrás. O si o no, pero jamás todo lo contrario.
Y ahora, aunque esté totalmente Dazed and Confused, lo único que acompaña mi estado de ánimo es Televators. Hacía tanto que no lloraba...
Abrazos per tutti!
Son mi grupo favorito con diferencia. No creo que haya (ni habrá, por mucho que se empeñen los Volta) un grupo como ellos. Los únicos que están a la altura en mi opinión son Led Zeppelin y King Crimson. Y ni aun así.
Todo esto viene porque creo que no los he mencionado demasiado y la verdad, he de reconocer que es porque los tenía muy abandonados. Pero han sucedido un par de cosas que me han hecho retomar la fiebre por ellos. Una la muerte de Syd Barret, excusa perfecta para reescuchar sus discos en solitario y el grandísimo The Piper at the Gates of Dawn para darse cuenta de que se ha ido uno de los enormes, uno de esos elegidos que se cuentan con los dedos de un par de manos. Un visionario, vaya. La otra razón ha sido el descubrimiento de una web donde te puedes bajar auténticas joyas de la música, sobre todo vídeos. Y es que es ahí donde Pink Floyd son y serán insuperables. El directo de estos señores lleva siendo el mejor de la historia desde el primer concierto que dieran (¿1966?). Gracias a esta web he aumentado mi (indecente) colección de los Floyd con unos pocos vídeos más que han hecho que el psicodélico que siempre he llevado dentro despertara de un largo letargo.
Y es que esta gente son la música. No hay más definición. Sólo hay que escuchar Embryo en St. Tropez o la parte central de Echoes para darse cuenta de que estos tíos están muy por encima del resto en todo. Compromiso, busqueda, juego, abstracción, incluso me atrevería a decir que hasta el ego es una virtud cuando es el suyo.
Supongo que es tontería recomendarlos cuando creo que casi todos los conocéis. Lo que sí os recomendaría es que indagaráis un poco en lo menos popular, sobre todo en lo más experimental (1967-73). No os va a defraudar.
Ah, y cómo mola reconocerte ticks cuando vuelves a ver al señor Nick Mason (batería) tocando. Es que de lo que se come se cría...
Abrazos per tutti!
Que luego estos homenajillos se me olvidan y...
Shine On, You Crazy Diamond...
Abrazos per tutti!
Siempre pasa lo mismo cuando apagan las luces: o se callan de golpe o gritan como locos. A pesar de la excitación general de la masa que me hace reconocer ese olor tan peculiar que tiene el ansia de violencia, hoy les ha tocado callarse. Las luces se apagan, lo único que escuchan es un bajo modulando tenuemente por encima de sus cabezas y se callan. Desde la línea imaginaria que divide el túnel de vestuarios y la platea los oigo respirar con furia y un estallido demente acompaña el primer golpe de caja justo en el momento en el que todos los focos de este puto templo de destrucción me enfocan directos a la cara sin hacerme pestañear. Eso es lo que más enciende al público, estos gestos épicos que sólo gente como yo puede hacer, precisamente porque ellos jamás sabrán a qué sabe el desayuno de un héroe. A mí sólo me enciende este ardor descarado justo antes de empezar a abrirle la cabeza a un pobre iluso. Eso y un tema con un flow delirante, algo casi sexual que me haga confundir sensaciones y subir al ring con una erección quimérica que crece hasta medidas inmorales cuando me descubro frente a un tic de novato que, satisfaciendo la hambruna adicta de mi ego, me revela que lo de hoy va a ser un auténtico festín de sangre y sordidez. Dos bandas de goma se separan y me devuelven a mi breve aunque regular hábitat natural de implacable depredador. Y es aquí donde empieza una historia bien distinta...
Ahora todo es distorsión y groove, bombos como rocas y guitarras recurrentemente sincopantes que se engranan para crear un juego de piernas que corteja, conquista y fecunda el miedo de aquél que vió nacer el día perdiendo. Una, dos, tres y hasta mil veces retumba un sonido seco en los parietales de este pobre hombre que, perdido en una isla borrosa, se tambalea con la estúpida idea de no rendirse, de hacer caso a su padre y siempre dar lo máximo. Una pausa en la maquinaría de matadero en la que un ser superior llamado hambre ha convertido mi cuerpo le regala el tiempo justo para recoger sus dientes de la lona antes de que un último golpe termine con esta humillación.
Caerá como una plomada y no despertará hasta después de tres horas de reposo en una cama de hospital.
Y yo no pediré perdón. Tampoco pediré reconocimiento. La gente como yo no hace esas cosas. Nos limitamos a no pestañear cuando todos los focos de este puto templo de destrucción nos enfocan directos a la cara...
Abrazos per tutti!
Nieve en la suela de mis botas y frío, mucho frío. Ante una ventanilla donde me piden que ponga mis pertenencias en ese sobre me siento perdido, desorientado, como esa leyenda del boxeo durante el cóctel de uno de sus homenajes que ve como al estrechar las manos de los que se le acercan, los ojos de estos se escapan por una fracción de segundo y chocan con el temblor irremediable de toda su parte izquierda. Es nada, una fracción de segundo, pero esos ojos recuerdan algo que duele más que cualquiera de los ganchos que le fueron rompiendo los sesos poco a poco. Así me duele a mí ahora la mirada de aquel chico justo antes de volarle la cabeza. Son tantas imágenes que parece una de esas intros que les ponen los del discovery channel a los docus de viajes.
Ellos fuera, esperando. Vamos tío, lo tienes que hacer si quieres ser alguien aquí. Todo el mundo quiere ser alguien aquí, dejar de pasear por estas calles sin nada mejor que hacer que no hacer nada, mandarlo todo a tomar por culo y volar alto. Tan alto como para que nadie tenga que cubrirte las espaldas. En la tienda, con un mostrador como única frontera, en mi mano una pistola y en la suya un libro de botánica que sonó sordo al chocar el suelo, como uno de esos puñetazos que la leyenda del boxeo recuerda. Ese libro en el suelo, empapado en sangre, salpicado de vida. Mi mano temblando, mis colegas huyendo, la poli llegando…
Todo el mundo quiere ser alguien aquí, dejar de pasear por estas calles sin nada mejor que hacer que no hacer nada, mandarlo todo a tomar por culo y volar alto. Tan alto como para que nadie tenga que cubrirte las espaldas. En su mano un libro de botánica. Habría volado tan alto porque jamás necesitó una espalda cubierta. Trabajaría en la tienda para pagarse la residencia, supongo que hasta tendría beca de estudios. En unos años se graduaría y en unos pocos más compraría una bonita casa en la isla. En mi mano una pistola y un sobre marrón abierto en mis narices. Tres monedas y el colgante que ella hizo para mí.
Se acabó. Una sola ala de plomo y estoy atado al suelo para siempre. Hojas como plumas empapadas en sangre, salpicadas de vida. Sirenas, amenazas… miradas furtivas de gente que pasea por la calle sin nada mejor que hacer que no hacer nada. Puñetazos. Tres monedas en un sobre y adiós.
Se acabó.
Abrazos per tutti!
Hay cosas en la vida que funcionan casi axiomáticamente. Uno vuelve de un largo viaje, o de un largo período de tiempo fuera del lugar habitual y el amor siempre está esperándote ahí, acurrucado en el costado de la persona que menos imaginas.
A la vuelta del largo viaje que ha debido de ser Frances the Mute, los Volta han encontrado el amor. De otra manera no me explico como Amputechture puede ser tan bonito. Suena a todo lo que quieres que suene, pero con un belleza oscura, casi yoruba, casi de playa haitiana y tambor batá. Secciones de viento se intercalan con grooves zeppelianos (más bien zeppelistas), guitarras que son el sonido del primer Fripp, el fraseo de Santana y la pulsación líquida de Zappa, baterías imposibles por el aroma a gran reserva que desprenden, histéricas, coherentes, furiosas y completas a hachazos. Voces que sobrevuelan laderas vetustas de películas odiadas en autobuses a Venecia. Un bajo sólido y presente sólo en un par de momentos puntuales. Una maravilla de contención mastodóntica, un elefante amarrado con flores, un recuerdo futurible... pura magia. Si hubiera una versión para adultos de Haroun and the Sea of Stories, esto sería su banda sonora.
Le comentaba al señor Thief en su blog que esperaba que esa primera canción que pudimos escuchar y que a mí sigue sin gustarme fuera una estrategia para que los críticos con ella nos comiéramos nuestras palabras al escuchar el resto del album. Que este post sirva como imagen de un servidor rechupeteando hasta el rabillo de la a en mierda.
Abrazos per tutti!
Sí, la vida puede ser maravillosa...
Qué bello puede ser el fútbol cuando a un equipo que odias porque nunca juega le da por jugar.
Deutschland ist raus.
Fickt euch alle!
Grazie mille!
Abrazos per tutti!
Llevaba desde que empecé esta sección de mis bateras favoritos pensando que en algún momento debía hablar de este tipo, imaginando que tendría que ser algo apoteósicamente underground, casi de mercado negro, para que sólo dos o tres supieran de quién hablaba, poniéndole por las nubes en plan cool. Pero no. Eso iba a ser como un primer polvo exageradamente esperado y por consiguiente una cagada. De este tipo es mejor hablar como a él le gustaría. Señoras, señores... Damon Fitzgerald, aka Don Caballero:
Así, escondido tras los platos, con un set sin marca, un escenario humilde y menos glamour que un mono de pintor. Así se consigue (creo) mantener una línea artística incluso cuando los críticos alucinan con tu último trabajo y te empiezan a proclamar el más grande. Así es Don Caballero.
Recuerdo la primera vez que lo escuché allá por 1998. Un colega de clase, también batera, me lo pasó diciendome algo así como tío, después de esto te va a quedar poco con lo que flipar. Muy afortunadamente se equivocó, he seguido flipando con muchas cosas, pero sí es cierto que este señor me rompió un par de esquemas (sólo un par). Para los más entendidos en temas técnicos (es que soy taaan técnico...), a mí lo que más me destroza de este hombre es la imposibilidad de no calificarle como un batería de punk a pesar de cómo toca. Porque es punk. En otros discos ya se notaba y me hacía mucha gracia, pero en el último es asombrosa la capacidad que tiene para reventar el tempo a su antojo sin perderle el rastro al metrónomo. Me encanta como no le salen los redobles, la maravillosa imperfección de la que hace alarde en cada golpe de charles... Una auténtica maravilla de la música. Uno de esos que aparecen cada veinte años. Si me tuviera que quedar con un podio de baterías de los 90-00, este tío sería Oro o Plata, por debajo de eso me empezaría a dar vergüenza. Además de todo esto, su último disco tiene el sonido de batería que más me gusta de la historia de la música.
Gracias, señor Caballero.
Abrazos per tutti!