Nieve en la suela de mis botas y frío, mucho frío. Ante una ventanilla donde me piden que ponga mis pertenencias en ese sobre me siento perdido, desorientado, como esa leyenda del boxeo durante el cóctel de uno de sus homenajes que ve como al estrechar las manos de los que se le acercan, los ojos de estos se escapan por una fracción de segundo y chocan con el temblor irremediable de toda su parte izquierda. Es nada, una fracción de segundo, pero esos ojos recuerdan algo que duele más que cualquiera de los ganchos que le fueron rompiendo los sesos poco a poco. Así me duele a mí ahora la mirada de aquel chico justo antes de volarle la cabeza. Son tantas imágenes que parece una de esas intros que les ponen los del discovery channel a los docus de viajes.
Ellos fuera, esperando. Vamos tío, lo tienes que hacer si quieres ser alguien aquí. Todo el mundo quiere ser alguien aquí, dejar de pasear por estas calles sin nada mejor que hacer que no hacer nada, mandarlo todo a tomar por culo y volar alto. Tan alto como para que nadie tenga que cubrirte las espaldas. En la tienda, con un mostrador como única frontera, en mi mano una pistola y en la suya un libro de botánica que sonó sordo al chocar el suelo, como uno de esos puñetazos que la leyenda del boxeo recuerda. Ese libro en el suelo, empapado en sangre, salpicado de vida. Mi mano temblando, mis colegas huyendo, la poli llegando…
Todo el mundo quiere ser alguien aquí, dejar de pasear por estas calles sin nada mejor que hacer que no hacer nada, mandarlo todo a tomar por culo y volar alto. Tan alto como para que nadie tenga que cubrirte las espaldas. En su mano un libro de botánica. Habría volado tan alto porque jamás necesitó una espalda cubierta. Trabajaría en la tienda para pagarse la residencia, supongo que hasta tendría beca de estudios. En unos años se graduaría y en unos pocos más compraría una bonita casa en la isla. En mi mano una pistola y un sobre marrón abierto en mis narices. Tres monedas y el colgante que ella hizo para mí.
Se acabó. Una sola ala de plomo y estoy atado al suelo para siempre. Hojas como plumas empapadas en sangre, salpicadas de vida. Sirenas, amenazas… miradas furtivas de gente que pasea por la calle sin nada mejor que hacer que no hacer nada. Puñetazos. Tres monedas en un sobre y adiós.
Se acabó.
Abrazos per tutti!
Una idea (poco) original que BoZ tuvo a eso de las Julio 10, 2006 04:11 PMvvv...
espero que se trate de autoficción, muy ficcionada
"... todo el mundo quiere ser alguien aquí, dejar de pasar por estas calles sin nada mejor que hacer que no hacer nada..."
saludos,
Esto lo dejó caer por aquí d más menos a las Julio 11, 2006 10:21 PM