Mayo 24, 2004

Domingo 23 de mayo de 2004

Me estoy volviendo vago con esto del diario, ya casi parece un semanario, pero qué le voy a hacer si no tengo nada interesante que contar, si no pasa nada por mi vida ni por mi muerte de momento, si todo es siempre lo mismo.
No sabemos nunca qué hablan de nosotros los demás; todo lo que nos cuentan es inevitablemente de segunda mano, aunque nuestro interlocutor estuviera presente en la charla y nos lo quiera contar muy verídicamente; nunca sabemos con certeza, a veces ni aunque nosotros mismos las presenciemos; las palabras muchas veces no cuentan lo que queremos contar, o las usamos mal, o las entendemos mal, o las usan mal o no nos entienden.

Ahora andan por ahí M y Ma charlando, y sin duda habrán dicho o estarán diciendo de mí alguna cosa, y no sé ni si me interesaría saberla, conocerla, juzgarla; probablemente no. Sé que A ha estado fuera el fin de semana, así que no nos hemos visto, ni falta que hacía; y supongo que habrá hablado del tema con quien tenga en el lugar al que ha ido, y algo habrá dicho de mí, y algo de él también; él es una de las tres claves de esto, junto a Ma y M, M y Ma. Sé también que Na ha estado hoy en otra ciudad, y sé que ha hablado del mismo tema monotema, y algo ha dicho sin duda de mí, porque la creo enterada de mis sentimientos hacia M, cada vez más negros, cada vez más nítidos, cada vez más sencillos y puros; más sublimados. Cada vez la quiero más, cuanto más la veo más quiero verla, y si pasan dos o tres días entre cada visión o trato o visión y trato me pongo triste y mustio, y no me crecen las palabras en la lengua y la garganta, o me salen sin gracia ni interés. Ayer, por ejemplo, dije cosas muy soeces, todas en broma afortunadamente.
Salimos a cenar y tomar algo MG, la novia de mi amigo L, que nació el mismo día que yo pero un año después, R, Ma y yo, y reímos. He vuelto a casa a las cuatro de la mañana y me he metido en la cama y un rato después ha llegado Ma y me ha despertado; hemos bromeado, pero en el primer instante no me ha hecho ninguna gracia.
El día ha pasado sin pena ni gloria ni interés ninguno; clase por la mañana, clase por la tarde, hasta en domingo trabajo estos días. Al menos son clases particulares, todo beneficio.
Ya han vuelto M y Ma, y yo me voy a charlar con ellas, aquí lo dejo.

Escrito por Desubicado a las Mayo 24, 2004 12:03 AM
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