Después de casi una semana sin nada interesante que contar, hoy ha estallado todo. Bien, vamos por partes; vamos allá.
Mi amigo A abandonó a mi amiga y actual compañera de piso desde hace unos dos meses y medio Ma después de tres años y medio de relación y casi tanto tiempo como ése compartiendo vivienda. En ese tiempo, yo descubrí horrorizado que estaba enamorado como un tonto de baba de M desde siempre, con quien tenía, tengo y tendré cero posibilidades, entre otras cosas porque ella había estado setecientos años saliendo con mi amigo y compañero de clase E, y eso para mí es un freno; me importa la amistad de él, y también la de ella. Tras la ruptura de A y Ma ella ha estado fatal y sigue estándolo, la cuadrilla se ha partido en dos y todos temíamos que esto durara, y no sólo dura sino que perdura y probablemente las noticias del momento lo harán definitivo, si no traen consecuencias más dramáticas.
Hoy A ha estado comiendo con Ma o al menos se han visto y han hablado, y le ha contado que le gusta M, amiga de ella hasta el tuétano desde que son niñas, una verdadera amiga del alma, su mayor apoyo en todos estos meses infernales que ha pasado desde que rompieron. Como digo, nuestro grupo se ha roto, así que A y M han coincidido poco o nada, salvo en el último mes o algo más, y ahí ha saltado la chispa, al menos a él; no sé nada de ella, aunque la vea frecuentemente. A cometió la imprudencia de contárselo antes que a nadie (que yo sepa) a Na, mi otra compañera de piso y amiga también hasta el tuétano de Ma, dejándola en una situación de tal incomodidad que me resulta difícil imaginar una peor para las relaciones personales.
A todo esto, A sabe que yo amo a M, y M sabe que A lo sabe y hasta lo han hablado, pero ahora, por cómo me lo ha contado Na (ésa es otra historia), me da la impresión de que también Na sabe que amo a M, o que se ha dado cuenta de ello…
En mi opinión, A debería haberse callado, no decir nada; si no lo hubiera dicho a nadie sería como si no pasara, no habría hecho más daño a Ma. De contarlo, debería haberlo contado a alguien ajeno al grupo; de contarlo a alguien de dentro, debería habérselo contado a la propia M, poner las cartas sobre la mesa, echarle valor, a sabiendas de que M no podría hacer eso, corresponderle, porque eso destruiría no sólo la amistad entre ellas dos, sino también a la propia Ma. Nunca jamás debió contárselo a Na, por mucho que ella lo sospechara, porque la puso entre una espada afiladísima y una pared que se viene abajo; eso no se hace. En todo caso, bien podría habérmelo contado a mí; al fin y al cabo somos amigos (pero no tanto como yo creía, eso ha quedado claro) y él sabe que estoy enamorado de M, como lleva él el camino o lo está ya también, y entonces somos los dos unos pazguatos y él, pase lo que pase, lo ha hecho mal; se ha portado mal con Ma, por sincero en exceso; se ha portado mal con M, por ocultarlo; se ha portado mal con Na, por ponerla en semejante situación; se ha portado mal, en fin, conmigo, por no hacerme saber que andábamos los dos detrás de la misma mujer. Creo que yo, en su pellejo, se lo habría dicho a mi amigo o no lo habría dicho a nadie. Eso creo.
Yo nunca he tenido posibilidades reales con M, eso lo tengo claro, pero hoy se han ido definitivamente las que pude tener alguna vez, si alguna vez las hubo, si no fueron sólo una quimera, un desliz de mi imaginación, cosa más que probable.
Ahora mismo, Ma está con M, supongo que poniendo las cosas en claro, porque M se acaba de enterar (supongo) y Ma estará destrozada. Y yo he quedado con A y los demás para ver el festival de Eurovisión y beber mientras cenamos. Todo decadente, no nos interesa el festival ni como anécdota.
Mientras tanto, he de decir que mis padres han venido a conocer por fin la casa en la que vivo y que desaprueban, y A ha llamado a Na justo antes de que llegaran para hacerle saber que se lo había contado todo a Ma, para que estuviera sobre aviso; a su vez, Na me lo ha contado a mí minutos antes de que llegaran mis progenitores. Ninguno de los dos hemos logrado estar muy pendientes de ellos, la situación es demasiado absurda. Kafka vive y está alojado en mi casa, tal vez en forma de cucaracha zumbona. No sé qué pasará esta noche, tal vez A me lo cuente todo, tal vez esté tan normal, tal vez mañana Ma se vaya de casa por no perdonar a Na que callara lo que debía, tal vez qué sé yo. Todo puede pasar, todo es posible.
Hay aún una posibilidad peor: que M corresponda a A, entonces todos moriríamos abrasados. Sinceramente, espero que tal cosa no ocurra nunca, no por mí (deseo que ambos sean tan felices como sea posible), sino por el bien de todos. Ojalá.
Esto parece un culebrón venezolano escrito por guionistas borrachos.