Viví las manifestaciones en Barcelona, donde el torrente de solidaridad y afecto hacia los madrileños (de 12 países) me emocionó hasta las lágrimas. Los comercios, las ventanas llenas de crespones negros dan idea de la cantidad de gente decente que hay en el mundo: una abrumadora mayoría frente a un reducido grupo de indeseables a los que - por extraño que parezca - hay que aceptar su pertenencia a la raza humana. Porque precisamente eso, su condición de humanos, es lo que les han negado a los viajeros de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia.
Hablando de humor: ¿qué hacemos ahora con la risa? ¿Debemos seguir riéndonos? ¿Qué pensamos de alguien que muestra alegre en un funeral? Confieso que caminando por la calle el 11-M odié minuciosamente (y casi seguro que injustamente) a la gente que era capaz de reirse (por el motivo que fuera) un día como ese. Por un lado, algo dentro me dice que no debe uno alegrarse demasiado cuando el de al lado está sufriendo. Por el otro, es evidente que reaccionando así, los terroristas logran otro más de sus objetivos: paralizarnos (el primero, exterminarnos, ya está cumplido con creces). Al mismo tiempo, sentí una afinidad inmediata, avasalladora, con la gente que lloraba o no quería evitar mostrarse afectado. Unos amigos que preparaban el estreno de una obra cómica el 14-M renunciaron por respeto al dolor de las víctimas. La relación entre la risa y la tragedia es un tema endiabladamente complejo que me gustaría estudiar de alguna manera (¿antropólogos, psicólogos, sociólogos?). Por ejemplo ¿qué tipo de persona sería capaz de hacer chistes (como los que hubo en su día acerca del 11-S) acerca de lo ocurrido en Madrid? ¿Qué sociedades justifican la alegría frente al dolor?
Como tanta gente, he vivido las elecciones más tristes de mi vida. A pesar de que haya ganado la opción política que defiendo, no puedo evitar sentirme frustrado cuando hay quien dice que la victoria se debe en exclusiva a los atentados de Madrid. Leo en El País que algún medio de europa del este (ahora tan furibundamente proamericanos como antes lo eran adversarios) ha dicho textualmente que se trata de una "victoria de Al-Qaeda". No niego que las elecciones se han desarrollado en un ambiente profundamente deformado por las circunstancias. A las acusaciones generalizadas de manipulación informativa por parte de la oposición se sumaban en sentido contrario las de los propios simpatizantes del PP. Las concentraciones frente a las sedes del PP del sábado - a las que muchos fuimos convocados sin que existiera convocante conocido - se conviertieron en una trifulca de insultos y coacción inadmisible en un país democrático. Creo, como muchos, que el PP ha gestionado muy mal la crisis y que la información que ha proporcionado ha estado lejos de ser perfecta. De ahí a los insultos de "asesinos" y "fascistas" hay una brecha que me separa de los que gritaban en las concentraciones del sábado. Vaya por delante que supongo que la mayoría de la gente que acudió habría preferido que hubiera sido silenciosa y pacífica como se anunciaba. No, no me anumo a insultar. Sí me animo a votar a otros partidos que oculten menos la información. Y me reafirmo en que es repugnante equiparar a los dirigentes del PP con los asesinos, se mire por donde se mire. La decisión de apoyar a Bush en la guerra de Irak es otra de las muchas que me parecen equivocadas, como la guerra misma. Decir que los atentados se deben a la política de Aznar me parece una simpleza brutal. Citar las desigualdades que existen en el mundo (como hacía un cura navarro que ha perdido un brazo en los atentados) me parece indecente.
Uno, dos, uno, dos, tres, probando.... es lo que dice la mayoría de la gente cuando tiene que probar un micrófono. El resto de la gente utiliza - sin que se sepa muy bien por qué - una sola y rotunda palabra: pisotónnnnn. Pues eso. Probando, probando.