Como tanta gente, he vivido las elecciones más tristes de mi vida. A pesar de que haya ganado la opción política que defiendo, no puedo evitar sentirme frustrado cuando hay quien dice que la victoria se debe en exclusiva a los atentados de Madrid. Leo en El País que algún medio de europa del este (ahora tan furibundamente proamericanos como antes lo eran adversarios) ha dicho textualmente que se trata de una "victoria de Al-Qaeda". No niego que las elecciones se han desarrollado en un ambiente profundamente deformado por las circunstancias. A las acusaciones generalizadas de manipulación informativa por parte de la oposición se sumaban en sentido contrario las de los propios simpatizantes del PP. Las concentraciones frente a las sedes del PP del sábado - a las que muchos fuimos convocados sin que existiera convocante conocido - se conviertieron en una trifulca de insultos y coacción inadmisible en un país democrático. Creo, como muchos, que el PP ha gestionado muy mal la crisis y que la información que ha proporcionado ha estado lejos de ser perfecta. De ahí a los insultos de "asesinos" y "fascistas" hay una brecha que me separa de los que gritaban en las concentraciones del sábado. Vaya por delante que supongo que la mayoría de la gente que acudió habría preferido que hubiera sido silenciosa y pacífica como se anunciaba. No, no me anumo a insultar. Sí me animo a votar a otros partidos que oculten menos la información. Y me reafirmo en que es repugnante equiparar a los dirigentes del PP con los asesinos, se mire por donde se mire. La decisión de apoyar a Bush en la guerra de Irak es otra de las muchas que me parecen equivocadas, como la guerra misma. Decir que los atentados se deben a la política de Aznar me parece una simpleza brutal. Citar las desigualdades que existen en el mundo (como hacía un cura navarro que ha perdido un brazo en los atentados) me parece indecente.
Escrito por daniluli a las Marzo 12, 2004 06:48 PM