Onerosa liberación del canadiense
que ayudó a purificar agua de hospitales cubanos
POR GABRIEL MOLINA
EL canadiense Jim Sabzali se considera otra vez un hombre libre, después de 4 años de confinamiento por el terrible delito de vender purificadores de agua para hospitales en Cuba.
Sabzali viajó a Ontario después de 4 años de prohibición “completamente contrariado por la incapacidad de su Gobierno para tomar una firme posición ante el de Estados Unidos y proteger los derechos de uno de sus ciudadanos”.
En septiembre del 2000, hace casi cuatro años, fue la última vez que Sabzali pudo ver la ciudad donde pasó su niñez. El comerciante canadiense tuvo que declararse culpable de ayudar en 1994 a purificar el agua de los hospitales de la Isla.
Aunque en Canadá es legal comerciar con Cuba y la Canadian Extraterritorial Act obliga a las compañías de ese país a informar a Ottawa si recibe órdenes de EE.UU. de no exportar a la isla del Caribe por razones políticas o legales, Sabzali, de 45 años, fue juzgado y declarado culpable en abril del 2002, en 21 de los 76 cargos en su contra “por comerciar con el enemigo”. El alegato del Gobierno canadiense sirvió para que sólo se estimase pertinente la venta realizada cuando se trasladó de Canadá, donde trabajaba en la firma Bro-Tech Corp. de EE.UU., a laborar y vivir a Filadelfia, donde realizó la venta por la que Cuba pagó a su empresa la astronómica cifra de 2 251 dólares.
Sabzali podría haber sido condenado desde 4 hasta a 200 años de cárcel y fuertes multas de hasta 250 mil dólares por cada una de las acusaciones. El fiscal Joseph Poluka había pedido de 41 a 51 meses de prisión “como cálculo mínimo y conservador”, sanción que de hecho casi cumplió en reclusión domiciliaria, algo aliviada desde el año pasado.
El proceso atrajo críticas de la prensa canadiense y cubana. Pero despertó escasa o ninguna atención en Europa y en el resto de Norte, Centro y Suramérica. Paradójicamente, ese mismo año el Congreso de Estados Unidos retó al ejecutivo aprobando una ley que permitía la venta de alimentos a Cuba. Los congresistas cubano-americanos Lincoln Díaz Balart e Iliana Ros Lehtinen, lograron colgarle una percha, imponiendo que los pagos debían ser hechos siempre al contado, respaldados por Otto Reich, entonces Secretario de Estado adjunto. Alegaron que esta ley no beneficiaba a Sabzali, porque las transacciones comerciales se habían producido antes de aprobarse dicha ley. Se hizo poco caso así de un principio del derecho que admite el efecto retroactivo cuando las disposiciones legales favorecen a un acusado.
Después de más de un año de angustias y apelaciones, en junio del 2003 un juez federal de Estados Unidos revocó todas las sentencias y dispuso que había comentarios “inflamados e impropios” por parte del Fiscal durante los conclusiones finales del juicio que prejuiciaron al jurado.
El periodista Peter Downs informó el 8 del presente abril, en el diario Catharinas Standard que Sabzali, después de otro año de espera, se decidió por llegar a un arreglo con la parte acusadora para reducirle los cargos y así no sufrir un segundo juicio por los originales 76 cargos.
El delito del que se declaró culpable conlleva una multa por $10 000 dólares y pasar un año bajo libertad condicional. Pero elimina la posibilidad de pasar su vida detrás de las rejas, que pudo haber confrontado si sufría un segundo juicio, más una multa multimillonaria.
DESPOTICO MODO DE DEMOCRATIZAR A CUBA
Las desproporcionadas penas de prisión y multas por comerciar con Cuba ilustran el injusto, despótico y absolutista modo como trata Estados Unidos de democratizar a un pequeño país al que ha declarado la guerra.
Este “enemigo” no puede defenderse imponiendo condenas por sus tribunales a quienes sí realizan acciones que en circunstancias normales serían declaradas delitos de traición, pues no sólo EE.UU., la Unión Europea, solidarizándose con el agresor, también impone al agredido sanciones e insolencias, por supuesto irrespeto a los derechos humanos.
El Gobierno canadiense envió dos cartas al Gobierno de Estados Unidos, poniendo objeciones a tratar de aplicar sus leyes en territorio canadiense.
Pero según Sabzali, Ottawa debió haber hecho más por protegerlo a él y los intereses de los negocios canadienses. “Mantenerse en silencio no impide que ellos vuelvan a hacer lo mismo otra vez”, dijo.
“Pero la larga ordalía legal ha hecho que Sabzali se desilusione del sistema legal estadounidense”, apuntó el periódico de Catharinas. El asombrado canadiense pasó del 2000 al 2003 procesado sin poder salir de su casa, con una manilla electrónica en el tobillo que registraba sus movimientos, desesperado ante la incertidumbre de la larga inacción.
“Creo que hubo una injusticia. Todavía creo que el Gobierno de Estados Unidos está mal encausado al tratar de aplicar leyes estadounidenses a ciudadanos canadienses que trabajan en Canadá.”
Sabzali, su esposa y sus dos hijos hicieron este mes su primer viaje a Ontario juntos, desde que fue procesado.
El periódico refiere cómo los fiscales de Estados Unidos “le dieron muchas veces la oportunidad a Sabzali de no ser condenado si testificaba contra sus jefes norteamericanos, propietarios de Bro-Texch, los hermanos Stefan y Donald Brodie, quienes también fueron acusados”.
El comerciante canadiense se negó y dice que no le gustó nada admitir ninguna culpa, pero el acuerdo al que llegó le permitió resolver el caso pagando la multa sin sufrir encarcelamiento. Ahora continúa trabajando en la empresa como administrador de ventas en la América del Norte.
“Estoy contento y extasiado de que ya eso pasó”, concluyó.
El fascismo encubierto de democracia.
Y que curioso que es España los conservadores nombren continuamente a EEUU como un ejemplo de democracia, con historia, cuando la historia refleja que el sufragio universal solo existe desde los años 60, y porque los afroamericanos tuvieron que luchar y morir por ello.
La Historia, con el tiempo, pondra todo en su sitio, pese a los intentos continuos de los conservadores de manipular los datos.
Un saludo
Escrito por Rod a las Julio 9, 2004 02:46 PM