Comunicado de prensa extraordinario de LEI
(junio de 2004)
Los miembros de LEI, Liga de Escritores Independientes, han acordado su disolución.
LEI nació hace casi cuatro años en Madrid con la vocación de aglutinar a todos aquellos escritores conscientes de la hegemonía corporativa en la producción cultural y, específicamente, en el terreno del libro. Eran dos los síntomas fundamentales en que reconocimos dicha hegemonía: por una parte, en los últimos años, la exclusión o marginación de aquellas voces, sobre todo las más jóvenes, que apostaban por una literatura de carácter social y contestatario; por otra parte, la preeminencia de la publicidad sobre productos culturales en detrimento de los debates culturales.
Pero había factores que, en nuestra opinión, eran responsables de este estado de cosas, que nosotros resumimos bajo la fórmula de "corporativismo cultural". Los dos principales factores eran, por un lado, la excesiva concentración empresarial y, por otro lado, el sistema de premios literarios previos (aquellos que se conceden a una obra que no ha sido publicada todavía), especialmente los de cuantía millonaria, convocados por los grandes grupos editoriales. Si la concentración empresarial había provocado que las decisiones fueran tomadas por un número cada vez menor de personas, haciendo peligrar la pluralidad, por su parte el sistema de premios literarios previos abría las puertas a la arbitrariedad de su concesión y sacaba fuera del juego cultural el debate público sobre las obras, que de este modo eran comercializadas, publicitadas, difundidas, aplaudidas y olvidadas antes incluso de haber sido leídas.
Estaba fuera de nuestras posibilidades crear las alternativas, por más que en nuestras conversaciones a menudo surgieran: frente a los grandes grupos, un sistema de edición y distribución más plural y equilibrado; frente al sistema de premios previos, las becas.
Pensamos que este estado de cosas cultural sigue hoy vigente.
LEI se disuelve. Durante algún tiempo, rozamos la posibilidad de llevar nuestras denuncias y demandas al centro del debate cultural. Poco a poco, por la propia precariedad de nuestros recursos, las disensiones internas y la dispersión geográfica de nuestros miembros, fuimos perdiendo el empuje inicial. Una asociación que en principio se creó para hacer salir de la marginalidad nuevas voces y propuestas, parecía estar enfangándose en la marginalidad.
No es el momento de hacer reproches personales ni de complacerse en la desilusión. También nos enfrentábamos, entre otras cosas, a la falta de una tradición asociativa. Reconocemos que hemos fracasado en nuestro intento de aunar voluntades y de comunicar con claridad nuestras propuestas.
En definitiva, si hoy decidimos por consenso disolver LEI, es porque en este momento es más un fardo para nosotros que un incentivo. Una asociación como LEI es necesaria, pero quizás no ha llegado todavía el momento de que una mayoría de escritores, lectores y ciudadanos interesados por la cultura la perciban como necesaria.
Fdo. Comisión Liquidadora
Junio de 2004