No te voy a dar la charla...
Recojo el bonometro a la vez que empujo los tornos, miro al frente otra vez, muy al frente, como si no viese nada más que el horizonte... Que a unos 100m. bajo tierra parece imposible, pero lo importante es no cruzar la vista la azafata de promociones de turno. Hoy tocaba Patagon.
Me dirijo hacia mi pasillo. “Siento que me ha visto, se acerca... Viene a darme la charla... No... Si paso sería de muy mala educación...” Entonces oigo: “No voy a darte la charla” La miré. Ella me señaló el enchufe al que tenía conectado su portátil. “¿Me puedes ayudar a desenchufarlo?”
Pobre chica. ¿Cuánto tiempo llevaría así? Ella intentando pedir ayuda y los que pasábamos por ahí intentado evitarla... Sonreí disimulando que sentía un poco de vergüenza por no haberla hecho caso. Me puse de puntillas, tiré del cable y salió. Ella me devolvió la sonrisa con un “gracias”, yo no iba a ser menos, así que con otra le dije “de nada” y “adiós”.
Este es uno de los trabajos que nunca quisiera hacer. En el vagón intenté leer mi libro, pero la chica de Patagon seguía en mi cabeza. Debe ser frustrante intentar llamar la atención de la gente y que pasen frente a ti como robots preprogramados. Mucho más si necesitas ayuda, pero centrándonos en su trabajo... Seguro que pagan una mierda. ¿Y si trabaja a comisión?
Antes me costaba más mirar al infinito como he hecho hoy. Recuerdo a úna chica del Círculo de Lectores. Durante dos semanas la veía todos los días al volver de clase. “Disculpe caballero, ¿cuántos libros lee usted al año?” Me revienta lo de usted y caballero, pero aún así sonreía. “Es diferente el número de libros que compro del que leo”. Ya me sabía que ellos iban a decirme que si leía más de tres, su club me salía rentable. Se iba con resignación, pero volvía al día siguiente. Para ella yo no era más que un robot a quien sacar una suscripción, hasta que me dijo “¡Coño! ¡Qué corte de pelo!” Sí, había estado experimentando con mi nueva máquina corta-pelo y dando repasos me lo había dejado casi al 1. El caso es que se acordaba de mí. “Tú eres el que decía que los libros se los regalaban”. Hombre, no era exactamente así, también me los prestan, o son libros para la carrera... El caso es que a mi no me salía rentable ese chollo. Esa fue la última vez que hablamos. Desde entonces sólo me sonreía y –ya como el resto de los días– me daba un marca-páginas del círculo.
¿Cómo actuaré el lunes cuando vuelva a ver a la chica de Patagon? ¿La tendré que explicar que la semana pasada di de baja la cuenta que tenía en ese mismo banco? Porque para que no me rentase ni un euro al mes –todavía no soy rico–, pasaba de estar con follones de cuenta para ahorrar, cuenta para sacar del cajero... Igual me regala un bolígrafo :D.
No te preocupes por esa xica. Yo he estado trabajando haciendo encuestas y cuando alguién te hace un comentario (como ui lo hago por ti, ya sé que cobras muy poco, etc) me hacía sentir fatal.
Aunk se cobre a comisión y pueda ser un trabajo algo humillante, uno se mete en el rol y ya está, no te tiene por qué dar pena.Ella está ahí pork le combiene y se saka su dinerillo.
Para esquivarlas existen diferentes tacticas, aparte de mirar al frente.
La que mas me gusta es la del saltito hacia atras como si la azafata fuera un vicho y la gente se apartase para no pisarlo.