He muerto. Todos los prospectos y normas de comportamiento indican lo mismo. No hay mas que esto, ni vida ni ostias, se acaba y, ¡ala!, ¡ya!, eso es lo que hay, no me esperes con los brazos abiertos, que esta vez no vuelvo.
Cuando ya he perdido todos los nortes posibles despues de dar vueltas sin sentido y de contínuo y que la brújula no sepa ni su medida ni su desmedida ineficiencia, he buscado de cerca lo que la apariencia dictaba que era, pero no era. Siempre me gustaron los despistes pero te vas y te pierdo de nuevo. Juego al juego de que ella es quien corrige mis renglones mientras tu te alejas mas y mas, y mas te pierdo. Pero nada es cierto, yo no se ni lo que siento ni por tí ni por la vida, cuanto mas para arriesgarme a que se abra otra herida que no me deje salvarme. EStás y ya me bastaría, aunque no me es suficiente. Pretendo otra perspectiva de este infierno que se me avecina mientras tu sigues tan lejos. Busco no buscar esquinas en las que esconderme para tenerte mas cerca y, aunque duele, prefiero inventar mis dias sobre la marcha y que pidan otra copa mis neuronas, que esta ya esta bien de bromas si no ilustran alegrías y no enciende la farola donde habita cada trago detantos como aun en la sombra te debía. Quisiera tener tus besos en mi vida, ya sabes tu cuantos pasos hacen falta para llegar hasta mí y no abrir mi herida.
porque espero, camarer@, traigame otra birra.
Toda la tristeza de la calle se ha marchado de un salto por la primera alcantarilla que ha pillado.
Ibas empeñada en refugiarme bajo tu paraguas. Cierto que mejor,
pero mi alma temía volver a quedarse sucia sin su lavado primaveral de todos los años. Aun así he cedido a protegerme.
Justo cuando todas las señales apuntaban lo contrario, ha caido la mas grande de las trombas de agua;
nosotros tan campantes calle abajo.
Diez pasos despues ha cesado de golpe de llover, justo en la puerta de la librería donde una vez compré bukowski.
En ese momento he recordado otro libro que ví entonces,
fotografias adornando la desiderata de ehrmann.
Ha sido el mejor regalo que podía hacerte. Un momento para recordarlo siempre, olas sin mar, nosotros, y un libro como excusa para la foto de archivo.
Definitivamente, ha sido el mejor regalo que podía hacerme.
Esto, al fin, me ha demostrado, que el universo confabula de vez en cuando.
Y, hoy, nos tocó a favor.
La lluvia descubrió, bajo la tierra de la calle, algunas baldosas amarillas.
¿adónde irán dirigidas?
¿cuánto tarda en derrumbarse una coraza?
Una caja de tesoros,
un silencio,
seiscientos catorce segundos,
una mirada perdida en el cielo,
un par de angelillos mirando la nubes
con la esperanza de poder creer en algo,
una sonrisa de vueltas
a casa por primavera,
trae, hortera, los zapatos amarillos.
Una rueda, un ala en la mano, un corazon sin guerrera,
un pozo con tanta arena
que se sale con un paso,
una despensa y, sin carne,
tres latas de vegetales,
dos de cerveza,
una patada en la cabeza
que no deja mas palabras
que un hasta pronto princesa,
un grillo
sin jaulas ni pepitos
y una certeza,
un presente por regalo
como si no doliera…
y a pasos agigantados,
una piedra azul turquesa,
un charco en la almohada,
una mierda a su salud con un poema,
un descuido, la lavadora llena
y un, tal vez, adiós
muy buenas,
próxima estación: tristeza.
k.