“Besé sus párpados y me fui. No quería volver la vista atrás, dejar que las palabras se las llevara el viento envueltas en salitre, luchando contra la marea para algún día volver a mí en forma de recuerdo de resplandores grises y olor añejo. Momentos que viví en un pasado que ya no es mi vida, si no la forma de vida que otro día quise.
No quiero volver bañado en miradas, en frases hechas por algún escritor maldito traducido por otro ni la mitad de bueno. No quiero rellenar mis minutos con suspiros de prestado que envenenan mi aire e intoxican mi tiempo. No deseo volver a esconder mis sentimientos por miedo a dañar a mi sombra.
Puede que sólo seas un boceto en mi cabeza, un dibujo que retoco y manejo para adaptarlo a mis deseos, pero quiero que tu boquita de azúcar se deshaga en un beso de invierno entre mis labios. Y ahora me quedo quieto mirando mi reflejo desvirtuado sobre un amanecer templado que se levanta tras el cristal de mi ventana, durante el cual, juego a poner apellidos a los números.”
Uno/a. Es la única manera que conozco para quererte.
Dos. Son las manos que tengo para poder acariciarte.
Tres. Son las veces que repito tu nombre antes de acostarme, para poder dormir abrazado a tu recuerdo.
Cuatro. Son las patas que tiene el viento cuando te acaricia las mejillas.
Cinco. Son los dedos que uso para arañar a tus miedos.
Seis. Son las caras que tienen los dados truncados del destino cuando estoy a tu lado.
Siete. Son las vidas que necesito para acabar de comprenderte.
Ocho. Son los segundos que durarán nuestros besos.
Nueve. Son los planetas que giran a tu alrededor.
Diez. Son los pasos que tengo que aprender a dar para acabar a un suspiro de tus labios.
Once. Son las cartas que guardo bajo la manga para poder echar abajo tus argumentos.
Doce. Son los puñales que atraviesan mi corazón cada vez que sabe que estás con él.
Trece. Es el día que nos vimos por primera vez, esperando al autobús de la mala suerte.
Catorce. Son los dientes que muestra tu boca en cada sonrisa.
Quince. Son los colores que reverberan en tus pupilas.
Dieciséis. Son las tiritas que bañaría en el sudor de tu nuca, para que sirvieran de analgésico a mi corazón.
Diecisiete. Son los kilómetros que separan nuestras camas.
Dieciocho. Son los pecados que cometería a tu lado.
Diecinueve. Son las veces que he marcado tu número y no me he atrevido a llamar.
Veinte. Son los sueños que he pensado para los dos.
Veintiuno. Son los años que llevo respirando en busca de tu perfume.
“No sé que puede dar mi alma, ni tampoco hasta donde llegaría mi cuerpo. No comprendo cuanto te importo, ni tampoco si yo mismo me quiero. No soy capaz de averiguar porque solo creo en la cruz de tus brazos y mis ojos se van acompasando el ritmo de tus caderas cuando tu figura se balancea frente a mí. No entiendo porque mis sueños se van corriendo y yo siempre me bajo en la segunda estación. No comprendo como puedo imaginarte desnuda, si aún no sé cuales son las medidas de tu alma. No alcanzo a saber porque construyes castillos de arena en mis sueños y yo aún no te he nombrado reina de mis deseos.
He decidido dejar de dormir, porque he descubierto que siempre estoy soñando. Imaginando que estás a mi lado.”
me pregunto si alguien me ha señalado con el dedo y me ha seleccionado entre una multitud heterogenea de individuos; pues ahora me siento la persona más feliz del mundo. gracias, te quiero mucho. lo necesitaba ;)
03 noviembre
Si no lucho no gano
Es interesante. La vida cambia, eso es inevitable, las personas con ella, pues son parte de la vida; y si las personas son capaces de entregarnos ese algo imprescindible para nuestra felicidad, debemos luchar contra la vida, para así aferrarnos a nuestra felicidad?
Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo y sólo para darte cuenta que al final, no era para ti y lo tienes que dejar ir.
Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros.
Nunca digas adiós si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencida si sientes que puedes seguir luchando.
Muchas gracias por todas y cada una de las cosas que he aprendido gracias a tí. No se encuentra por ahí muxas personas como tú, que siempre tiene las palabras adecuadas para cada situación. siempre te estaré eternamente agradecida por todo lo q has echo y haces por cada uno de nosotros cada viernes, y siempre.Como me dijiste una vez:" Si no lucho no gano"; yo creo que mereca la pena luchar por esto, ya que son tantos momentos vividos, que por el exo de que tu estuvieras en ellos, me reconforta saber que siempre tendras en mi vagón un asiento libre reservado para ti. Espero que todavia queden muxos momentos de esos...
GRACIAS!!Tk. LOVE YOUR BROTHER AS YOURSELF.
es increíble como cambia la vida. puede ser cosa de años, de horas o incluso de segundos. el mundo gira y tu pierdes tu punto de vista en él. un día te levantas con ganas de comerte el mundo como otro día crees que el mundo es demasiado rápido para ti.
muchas veces me pregunto si somos realmente conscientes de ello. de la facilidad que tiene el destino para ubicarnos en situaciones inesperadas, para dejarnos en manos de lo que algunos consideran suerte, otros habilidad personal y otros providencia.
realmente creo que yo no soy consciente. soy poco amante de dejar que mi vida planee de un lado a otro a placer del viento. quizás sea mi vena de ingeniero, de tauro o, como los psicólogos dirían, esa característica moldeada a raíz de los sucesos que se producen a lo largo de mi vida, pero no soporto sentirme dueño de lo desconocido. a pesar de ello, estoy convencido de que es algo inevitable, y en cierto modo, positivo.
me pregunto si cada vez que prometo algo siendo consciente de que las promesas son decisiones que se toman para la eternidad, sé que realmente es imposible de que perduren para siempre. y entonces me acribillan una inmensidad de ejemplos tales como, "prometo que seremos amigos para siempre", y me adentro en el relativismo. Para siempre quiere decir eternamente, o siempre que nuestras vidas perduren unidas?. quizás ese siempre pueda tan sólo ser sinónimo de eternidad si conseguimos un paralelismo infinito entre ambas vidas. entonces llego a la conclusión de que para que una promesa tenga su eco en la eternidad hay que luchar contra el destino, o mejor dicho, forjarnos nuestro propio destino, ir encontra del viento en algunas ocasiones, para imponer nuestras normas. entonces, ¿no estaremos abandonando un futuro incierto?
sé que es algo raro. pero interesante. la vida cambia, eso es inevitable, las personas con ella, pues son parte de la vida; y si las personas son capaces de entregarnos ese algo imprescindible para nuestra felicidad, debemos luchar contra la vida, para así aferrarnos a nuestra felicidad?
quedan a penas unos minutos. rápidamente aprovecho para terminar de arreglarme. gomina, desodorante, colonia (dos gotas en el cuello, una a cada lado), me lavo los dientes rápidamente mientras voy a buscar el abrigo... escupó, me enjuago y ya, estoy listo.
la noche se despierta con grandes expectativas. cada brisa de aire que se cuela entre la ropa trae un aroma esperanzador del que se llenan mis pulmones.
una riada de gente recorren las calles con un ir y venir interminable. me pregunto quién será. mi mirada se fija en un punto inexistente del horizonte mientras repaso mis pasos de baile mentalmente.
llegamos a la pista y parece increíble la cantidad de gente que puede albergar la sala. no dos iguales, cada persona único e inigualable. al principio no me atrevo a sacar a nadie. bailar al lado de tales talentos acongoja. de pronto alguien me toma de la mano. timidamente esbozo unos pasos de salsa con mis pies mientras mi mirada aún sigue perdida y mi corazón confuso. de pronto sin a penas darme cuenta acaba la canción con una nota aguda y me vuelvo a ver sólo. salgo de la pista con miedo a que me arrollen.
envidio a la gente que me rodea, no se detienen. es increíble como la música se cuela entre sus pies. envidio el roce de sus cuerpos mientras el mío comienza a perder el calor retenido tras el último baile. comienza una nueva cancion y sigo sin pareja. me dispongo a sacar a alguien pero parece poco probable que acepte. mejor no arriesgar.
esta vez es un cha cha cha; el ritmo comienza a golpear sus caderas mientras las mías permanecen inmóviles. sacio mi mente imaginando como sería estar bailando con alguien.
comienza esa melosa melodía que derrama un merengue sacando a todo el mundo a la pista. yo les observo, uno a uno, como abandonan sus sitios y se dejan llevar por la música. miro a mi alrededor. ya no queda nadie.
cierro los ojos, y alguien coge mi mano, me estremezco pero no me atrevo a abrirlos no vaya a ser un espejismo y se desvanezca tan rápido como vino. su delicada piel sobre la mía acelera mis latidos, así como el suave tacto de sus labios con mi oreja a la vez que me susurra: "shall we dance?" . abro los ojos muy despacio, sin creer lo que me estaba pasando. pero allí no había nadie. sólo yo y mis zapatos de baile.