El autobús esta en silencio. Las almas han caído rendidas al embrujo del sueño. Se puede apreciar en el ambiente un sentimiento de satisfacción por estar llegando a casa donde poder dar tregua a nuestras piernas y a nuestros estómagos que ya no pueden ingerir ni un bocado más de pizza; pero también se detecta un clima de insatisfacción, de saber a poco, de ansia de más. Más días juntos con nuestras risas, nuestras meteduras de pata, nuestras disputas. Mas tiempo para llegar a conocerles un poquito mejor y para dedicarles a todos y cada uno de ellos una muestra de cariño que sea capaz de expresar lo afortunado que me siento por estar a su lado y por haber sido seleccionado entre el resto para compartir estos diez días que sin duda han sido inolvidables.
Sin duda, si alguna vez regreso a Italia no será lo mismo. Cosas como estas son únicas. Sólo pasan una vez en la vida.
Gracias por estos diez días!! Han sido increíbles y más aún en vuestra compañía.
Un abrazo,
Aún cuando aprieto mis dientes contra el labio inferior puedo volver a saborear ese nectar que sus labios desprenden con cada uno de sus besos.
Fue una de esas cosas que uno desea y desea pero que nunca llegan a suceder. Bueno, esta vez no fue así. Sucedió, fuera o no recomendable para los dos, pero sucedió, marcando así un bonito final a lo que había tenido un bonito empiece y cuya historia estaba llena de confusión, lágrimas y melancolía.
Y así, tal y como vino, se fue; con la misma fuerza con la que te cautiva el amor tuvimos que rechazarlo y dejarlo marchar. Una vez más depósitamos nuestras vidas sobre las manos de la incertidumbre y enterramos nuestros corazones con la intención de que el olvido se hiciera dueño de ellos, cruzando los dedos para que no nos fuesen devueltos.
Mi vida hoy toma un nuevo rumbo, esperando encontrar a esa persona tan buscada cuanto antes y así dejar las penas atrás y afrontar un futuro lleno de ilusiones.
Y es que la vida no para de sorprenderme y estoy impaciente de saber que es lo que me depara.
Hoy es martes, 6 de julio, hace un par de horas he acudido a un examen de física, al que ni si quiera me he presentado; ¡para qué! Mucho mejor aprovechar este tiempo que sería perdido con dos buenas amigas hoy en día imprescindibles en mi vida y a las que, contra mi voluntad, tengo que abandonar para partir hacia mi sino que una vez más me lleva lejos de aquí. ¿Qué es lo que me deparara? Solo Dios lo sabe.
He cogido el metro a las 12:35 a.m., bien agarrado a mis posesiones, mirando a todos lados, deseando que los días que me esperan se caractericen por las risas, los buenos y malos momentos, no se tiñan de decepción y tragedia.
Al llegar a la estación, con mis cinco sentidos aún alerta, me acerco a la pantalla para buscar el autobús, la máquina, la tecnología, la ciencia en cuyas manos dependería mi vida.
Deposito la maleta en el sitio oportuno; mis ojos no descansan analizando a cada uno de aquellos que estaban alli; con una mirada desconfiada les iraba de arriba a abajo, devolviendo a sus inexpresivos gestos, una cálida amenaza que les mantuviera al margen de mí y lo que es mío.
Mi despiadada mirada no pudo impedir saborear su propio desprecio hacia uno, dos,..., creí contar hasta doce inmigrantes que subían autobús arriba. Allí había de todo: moros, chinos, americanos...
Me senté en mi asiento, el 11, bus 3. A mi lado veo sentarse auna pequeña niña de unos tres años con una sonrisa de oreja a oreja que consigue sin duda estremecerme. Sus ojos reflejan la inocencia que la vida aún no le había robado, la esperanza y el júbilo. Su madre venía con ella y observo detenidamente como deja su bolsa de mano junto a mí.
Mientras yo, sentado junto a la ventana aseguraba que ningún mal nacido se llevara mi equipaje.
La madre se sentó a mi lado y al otro lado del pasillo había un asiento libre, por lo que supuse que la niña se sentaría ahí. Cual fue mi sorpresa cuando vi que una señora le arrebataba el sitio a la pequeña y esta se iba derecha a los brazos de su mamá y se sentaban ambas a mi izquierda. Al principio pensé: "vaya viajecito que me espera!" Así que cerré los ojos y me rendí al sueño.
Me he levantado hace cinco minutos y ahora ellas duermen a mi lado, tan inocentes, tan vulnerables que me entran ganas de morderme la lengua y tragarme mi propio veneno pues creo que es la única manera para que mi conciencia me de una tregua.
Madre e hija son chinas.
Yo no hago más que quejarme porque mi sitio es incómodo, no hago más que preocuparme por mi pertenencias y sería capaz de prejuzgar a cualquiera y desconfiar del mundo entero si hiciese falta para cubrirme las espaldas.
Mientrastanto ellas están ahí, las dos quietas, una abrazada a la otra y viceversa, con no más equipaje que la persona que tienen entre sus brazos, con ningún otro propósito más que hacer realidad un sueño por el que han sacrificado una vida muy lejos de aquí, llena de seres queridos a los que no saben si volverán a ver; un sueño llamado futuro, con ninguna otra culpa más la que ponen sobre sus hombros los ojos cargados de avaricia, egoísmo, materialismo y prejuicios.
¡Perdón! ¿En qué clase de persona me he convertido?
Ya ha llegado julio. Todo esto parece completamente irreal. ¡JULIO! Parece que el calor que azota, aunque hoy parece haberse apiadado de nosotros, nos está secando tanto el cerebro que nos cuesta ser conscientes de las alturas del año a las que estamos.
Yo como siempre con mi obsesión por el tiempo y mi incontrolable obsesión por capturarlo.
Lo cierto es que no hay mucho más que contar, pues con el verano llegan el estar tirado a la bartóla todo el día, impidiendo a cualquier tipo de idea o genialidad que cruce tu cabeza... y además de fiesta, lo que impide también que nos acordemos de nada para redactarlo y compartirlo con vosotros así que... tan sólo me queda desearos lo mejor; que paseis un BUEN VERANO, sin duda merecido por todos, algunos tendremos tan solo veinte días otros tres meses, otros ni eso... en fin, lo poco que podais descansar aprovechadlo y si es junto a los vuestros mejor que mejor.
Un abrazo,