Otra carta más escrita a un destinatario ausente, a un sitio vacío, a un espacio desocupado. Otra carta cuya dirección se la llevó el tiempo, cuyo sello no es más que un simple recuerdo y cuyo remitente aún sigue esperando, aquí, quietecito, sin moverse, intentándo recordar sus señas y preguntándose por qué las arrancó de su agenda. Sí, esa pequeña agenda que él siempre lleva consigo, que le acompaña a donde vaya y cuyos días antes pintados con corazones y dedicatorias que una hermosa mujer plasmó fruto de su corazón, ahora están en blanco, sin escribir, al igual que su vida, sin palabras para expresar su decepción, su apatía, su soledad.
Y es que algunos descerebrados se atreven a decir que el corazón es el motor de la vida, pero es que su corazón se paró aquel 7 de octubre y ahora no es capaz de palpitar si no es con su recuerdo, con esa mirada pura y penetrante, con esa imagen envidiable por cualquier ángel y con esa estampa capaz de estremecer al alma.
Hay quien dice que un clavo se quita con otro, más no hay persona que él conozca que se compare o sea capaz de reemplazarla.
La búsqueda se hace agotadora, y él se resigna a pasarse la vida tras alguien que Dios bien sabe quizás nunca aparezca. Ya no le queda más remedio que esperar a que el tiempo y la distancia maten su recuerdo aunque ello signifique que poco a poco muera por dentro. Mientras, seguirá escribiendo cartas al mismo vacío de su corazón, calle de la amargura, esquina el olvido.
Hoy ha vuelto a ocurrir, mi día se ha hundido ante la sensación del paso del tiempo, ante la sensación de añoranza por todo lo vivido, por todo lo perdido... Y es que una vez más me rindo y agacho la mirada sintiendo nada más que tristeza e incomprensión, expresando todo lo que una lágrima mejilla abajo pueda significar.
Así como cruel es darle a un niño una piruleta y luego arrebatársela, así de cruel es la vida. Te entrega todo lo que quieres, base de tu felicidad, y luego se encarga de recordarte que tal y como ha venido volverá a irse.
Y es que mi mayor temor en esta vida es que pase el tiempo. Cada noche cuando me acuesto puedo escuchar el “tic-tac” de mi pequeño reloj de mesa que me recuerda que un día más ha pasado a la historia y que mañana las cosas habrán cambiado. Y en el fondo es el meollo de mi miedo; el que las cosas cambien, de que la próxima vez que abra los ojos no pueda ver el sol por mi ventana, pues está vez las nubes se empeñan en ser protagonistas del día; ó que no pueda darle un abrazo a mi mejor amigo pues ya no vive un par de pisos arriba, ó que no pueda ver a mi madre cada mañana cuando me levanto con una sonrisa en la cara diciéndome su típico: “buenos días” que sin duda los hace espléndidos...
Me siento atrapado en una cuenta atrás que lo único a lo que se dedica es a quitarme el aire.
Y tu, ¿cuál es tu mayor miedo?
Nunca sabes con que te pueden sorprender. Desde chico he creído que un rincón se puede convertir, en cualquier momento, en una esquina, por lo que todo tiene solución. Reconozco que muchas personas consideran que estoy loco y lo admito, en ningún momento me tiembla la voz al afirmarlo. Si, me he vuelto loco, loco de celos, loco de atar, loco de remate, loco porque creo q no me merezco tanto aire y ya no me queda espacio en el pulmón para tanta alegría.
Respirar al lado de Nacho es como encontrase delante de la aduana de algún lugar mágico, en el que las farolas son de chocolate y las nubes de caramelo, jeje. Pero, sin embargo, cierras los ojos y extiendes tu brazo, sin miedo, pues sabes que un chico bajito, con voz aguda ( pero que cuando canta te cagas), cuerpo de judoka y sonrisa ( no se que decir de su sonrisa…) te va a guiar y te va a ir presentando cada rincón de su vida como si fuera una calle por la que cualquiera puede pasear. Y por mucho que pase el tiempo sigues sin abrir los ojos porque eres consciente de que nada malo te va a ocurrir, que cualquier barrera no es lo suficientemente alta o grande para que no puedas cruzarla con él, que con una simple palabra es capaz de hacerte ver que no hay nada tan lejano, ni tan difícil para que no puedas conseguirlo. Sientes el olor de una sonrisa de complicidad, el calor de un abrazo de amigo. Consigues ver a través de él y eso no es algo fácil, pocas personas pueden conseguirlo. No todo el mundo es transparente.
Tus parpados siguen sin despegarse y es entonces cuando sientes que tus venas comienzan a arder de angustia, porque estas conociendo a todas las personas que como tú también forman parte de la vida de Nacho. Esa angustia sólo está causada por el deseo de encajar en algún lugar entre tanta gente. Y en cada beso se te escapa un suspiro seguido de la sensación de que conoces la historia que hay tras cada nombre, sólo por lo que nacho te ha contado de ella. Te dejas envolver por el calor de sentirte arropado por personas que aunque conozcas de tan sólo 5 minutos ya te han demostrado que merecen la pena.
Luego comienzas a notar un suave cosquilleo tras la nuca. Es el aliento de alguien que te pide por favor que dejes entrar la luz en tu mirada, algo a lo que sin miedo accedes y te das cuenta que todo es tan prefecto como habías sentido; que cada paso que has dado ha sido como Nacho te lo ha descrito, que cada minuto ha transcurrido en un segundo, que por mucho que te esfuerces no eres capaz de recordar algo tan sencillo. Ya que el lugar de las farolas de chocolate y las nubes de caramelo en realidad no existe, pues un lugar así sería empalagoso. jejeje. En realidad has caminado por las mismas calles de siempre; y en tu cara se dibuja una sonrisa de gratitud pues resulta increíble darse cuenta de que alguien puede trastocar tu mundo de esa manera.
Muchas Gracias por todo NACHO.
Despacito cuando tu dormías,
Ella te hablaba, te preguntaba te protegía.
Ella prometió darte todo,
Pero sólo pudo darte lo que tuvo.
Para ti lo más hermoso era amanecer junto a sus ojos iluminando el mundo.
Pero los pájaros no pueden ser enjaulados,
Porque ellos son del cielo, ellos son del aire;
Y su amor es demasiado grande para cuartarlo.
Volaste alrededor de la luna con ella.
Le pediste que nunca se fuera.
Y ella respondió, mi amor siempre estará cuidándote.
Y la dejaste volar,
Y tus ojos lloraron hasta doler.
Pero sólo tu sabías que así tenía que ser, que así tenía que ser.
Ella prometió darte todo,
Pero solo pudo darte lo que tuvo.
Y para ti lo más hermoso era amanecer junto a sus ojos iluminando el mundo.
Pero los pájaros no pueden ser enjaulados,
Porque ellos son del cielo, ellos son del aire;
Y su amor es demasiado grande para cuartarlo.
Y la dejaste volar,
Y tus ojos lloraron hasta doler.
Pero sólo tu sabías que así tenía que ser.
Y la dejaste volar,
Y sus ojos lloraron hasta doler.
Pero sólo ella sabía que así tenía que ser.
Y la dejaste volar,
Y tus ojos lloraron hasta doler.
Pero sólo tu sabías que así tenía que ser.
BeBe
Creo que el título de este post resume todo un poco.
Fue uno de esos días, una de esas noches que sin duda pasan a la historia y se inmortalizan al mismo tiempo dentro de cada uno de nosotros.
La vida nos brindó una noche más juntos, y sin duda la supimos aprovechar. Allí estabamos todos nosotros, a pesar de que se sentía la ausencia de muchos otros, con una sonrisa en la cara. Algunas te susurraban al oído: ¡cuanto tiempo!, otras daban a entender un "te quiero" tan sincero y profundo que sin duda eran capaces de emocionar a cualquiera. Entre las risas, los bailes, los cantes... a penas quedó tiempo para respirar.
A la mañana siguiente tenía un mal sabor de boca, tras el último trago y devuelta a casa donde le dabamos una tregua a nuestro pies, se cerraba una puerta que encerraba otra noche más en el pasado y cuya llave sin duda estamos dispuestos a utilizar cuantas veces sea preciso aunque sea tan sólo para revivir cada segundo, para volver a saborear las copas, oler el humo que inundaba la habitación... para escuchar denuevo las palabras que un amigo te regalaba abriendote así su corazón y haciéndote sin duda la persona más especial incapaz en aquel instante de retener algo que palpitaba a más no poder e intentaba salir a fuera, algo a tan sólo un palmo de la barbilla, y que el único signo que pudo expresar fue un abrazo con el que pretendía agradecer lo que en aquel momento era inexpresable.
Pero es que no tan sólo las palabras se grabaron en mi cabeza, también las miradas de complicidad, esas que fijas en los ojos del que esta enfrente y en cuyo silencio no se pueden extraer más palabras.
Sin duda me falta vida para agradecer y dar a todas estas personas lo que se merecen. Personas sin las cuales yo no sería el mismo, sin las cuales mi felicidad no tendría sentido, sin las cuales tan sólo sería alguien cuya direccion sería la monótonía, apatía y por qué no decirlo así, la muerte; pues alguien que no siente por dentro y no sabe valorar a personas como vosotros es que está muerto por dentro.
Os quiero, y aunque la vida algún día se abra paso encontra nuestra saber que os llevo conmigo pues no soy más que lo que vosotros me dais día a día.
Un abrazo,