quedan a penas unos minutos. rápidamente aprovecho para terminar de arreglarme. gomina, desodorante, colonia (dos gotas en el cuello, una a cada lado), me lavo los dientes rápidamente mientras voy a buscar el abrigo... escupó, me enjuago y ya, estoy listo.
la noche se despierta con grandes expectativas. cada brisa de aire que se cuela entre la ropa trae un aroma esperanzador del que se llenan mis pulmones.
una riada de gente recorren las calles con un ir y venir interminable. me pregunto quién será. mi mirada se fija en un punto inexistente del horizonte mientras repaso mis pasos de baile mentalmente.
llegamos a la pista y parece increíble la cantidad de gente que puede albergar la sala. no dos iguales, cada persona único e inigualable. al principio no me atrevo a sacar a nadie. bailar al lado de tales talentos acongoja. de pronto alguien me toma de la mano. timidamente esbozo unos pasos de salsa con mis pies mientras mi mirada aún sigue perdida y mi corazón confuso. de pronto sin a penas darme cuenta acaba la canción con una nota aguda y me vuelvo a ver sólo. salgo de la pista con miedo a que me arrollen.
envidio a la gente que me rodea, no se detienen. es increíble como la música se cuela entre sus pies. envidio el roce de sus cuerpos mientras el mío comienza a perder el calor retenido tras el último baile. comienza una nueva cancion y sigo sin pareja. me dispongo a sacar a alguien pero parece poco probable que acepte. mejor no arriesgar.
esta vez es un cha cha cha; el ritmo comienza a golpear sus caderas mientras las mías permanecen inmóviles. sacio mi mente imaginando como sería estar bailando con alguien.
comienza esa melosa melodía que derrama un merengue sacando a todo el mundo a la pista. yo les observo, uno a uno, como abandonan sus sitios y se dejan llevar por la música. miro a mi alrededor. ya no queda nadie.
cierro los ojos, y alguien coge mi mano, me estremezco pero no me atrevo a abrirlos no vaya a ser un espejismo y se desvanezca tan rápido como vino. su delicada piel sobre la mía acelera mis latidos, así como el suave tacto de sus labios con mi oreja a la vez que me susurra: "shall we dance?" . abro los ojos muy despacio, sin creer lo que me estaba pasando. pero allí no había nadie. sólo yo y mis zapatos de baile.
Bonito simil... ;)