Mis ojos se abren temblorosos. Mi cabeza da vueltas y en mi paladar un asqueroso regusto a suela de zapatos. Odio la resaca. Mi cuerpo se atisba cansado y una única idea copa mis pensamientos. Necesito escribirlo. Anoche estuve la luna.
Creedme cuando os aseguro que ayer estuve en la luna. Fue un viaje corto; de ida y vuelta. Fui y volví con lo puesto. El lugar elegido para el despegue era un pequeño local al sur de Madrid, bueno en realidad eran sólo cuatro paredes blancas y un par de mesas colocadas a conciencia con algo de comida y muchas bebidas sobre ellas.
Todo comenzó, como comienzan las grandes noches, esperando en la apagada parada de metro de Miguel Hernández. Allí esperaba a la tripulación. 40 personas, hombres y mujeres, conocidos y ahora menos desconocidos, altos y bajos, alocados y retraídos, responsables y despistados, torpes y no tan torpes, mayores y menores, solteros y con novia, en fin había de todo.
Fui el primero en llegar, estaba ansioso por iniciar lo que a la postre sería el mejor viaje de mi vida. Mientras esperaba miraba a un lado y a otro buscando a los que me iban a acompañar. Aguardaba hecho un nudo para poder soportar el intenso frío y la humedad que cubría todo.
Era una misión secreta, dos personas no podía saber nada de lo que iba a pasar. Habíamos quedado a las diez, cero, cero. Pero como es ya habitual, tuve que esperar durante 45 minutos de pié sobre mis temblorosas rodillas. Hubo un momento en que peligró la misión por poco me cruzo con una de las personas que no sabían nada. Deshecho el entuerto, no sin apuros, al final apareció el resto de la tripulación y nos dirigimos al lugar del lanzamiento. Ya hubo una avanzadilla que se dirigió al lugar de lanzamiento y esperaban allí.
Los nervios estaban presentes en todos. Todo iba como se había planeado y no veía el momento en que aparecerían por la solitaria puerta las dos personas que no tenían ni idea de nada. Esos que iban a dirigir nuestra nave derecha al ojo plateado que vigila la noche. La luna. Esos a los que queríamos sorprender con un Felicidades que se tenía que quedar grabado a fuego en su alma. Todo estaba preparado, el ruido era ensordecedor y nadie podía mantener la boca cerrada en pos de la sorpresa. Pero, finalmente se consiguió. Un tenso silencio se hizo y solo estaba calmado por cuatro paredes que parecían abrazarnos y tejer entre todos los que allí estábamos un invisible lazo de unión.
Al fin ocurrió, ya no importaba la hora de retraso o el agarrotamiento que sufrían mis huesos a causa del frío que había pasado en aquella oscura parada, cruzaban la puerta Jony y Jesús. Las dos personas que habían conseguido reunirnos. Y el grito unánime de felicidades caló en la cara de los dos. Una eterna lágrima asomaba en sus ojos que finalmente suicidaron sus ganas de hacer acto de presencia, pero todos sabemos que estaban allí. Jesús, un chico menudo, de pelo largo y moreno, con las cejas gruesas y con una sonrisa siempre sosteniendo su boca, miraba de un lado a otra con la boca abierta de par en par intentando buscar una explicación a todo. La explicación… no se en verdad cual es. Sin embargo Jony, un niño moreno de pelo corto, fibroso y con unos enormes ojos marrones, intentaba disimular sus lágrimas en un gesto infantil que dejaba a la luz su sorpresa.
Nada más entrar ellos por la puerta mi reloj se paró, mejor dicho me olvidé de él. Mi cuerpo comenzó a elevarse y en un segundo ya no era capaz de adivinar donde acaban mis pies y comenzaba el suelo. Tras el emotivo encuentro, todo comenzó. En un segundo aquel pequeño local arrancó sus cimientos del suelo y comenzó a subir. Tras atravesar las nubes y esquivar las pocas estrellas que salpicaban el cielo conseguimos aterrizar.
Allí estábamos todos, en la luna, aunque creo que nadie se dio cuenta de nada. Las carcajadas, los abrazos, las conversaciones de presentación, las copas, las miradas de complicidad, los gestos de cariño, los te quiero fruto de la embriaguez, todo empapaba la sala y a todos los que estábamos allí.
Mientras yo, cada vez que podía miraba a través del cristal de la ventana. Un paisaje de ensueño se alzaba ante mí. Indescriptible, no encuentro las palabras para definir lo que mis ojos veían. Un suelo blanco, que parecía estar cubierto por una fina sábana de seda, estaba chapoteado de cráteres llenos de agua. Sí, hay agua en la luna. Como en un sueño me imaginaba pisando aquel precioso paisaje y saltando de un charco a otro acabando por calar los bajos de mis pantalones.
El tiempo se pasó sin darnos cuenta, cada vez la complicidad era mayor entre la tripulación y las sensación de que todo iba a acabar estaba latente en el ambiente. De repente otra vez el silencio nos caló a todos los que estábamos allí. Corriendo vuelvo a asomarme a la ventana, todo ha vuelto a la normalidad, la calle en penumbra de la que hace horas habíamos huido vuelve a extenderse frente a mi. Echo mano del reloj, son ya las 6 de la mañana y en las caras de todos, la satisfacción de haber sido felices durante unas horas. Mis pies vuelven a tocar el suelo y un escalofrío recorre mi piel.
Ya volvíamos a caminar, algunos lo intentaban, sobre la misma cruel realidad. - Durante unas horas he estado en la luna- piensaba en voz baja mientras dejaba a mi espalda aquella puerta. Esa que me había llevado a un nuevo mundo, nuestro mundo. Y que ansío volver a cruzar.
Anoche… Definitivamente, estuve en la luna.
Esto es una pequeña muestra de lo que sentí ayer. Tal vez os resulta raro, pero es lo que me ha salido, jejeje. Tampoco quería alargarlo. Sólo quería dejar constancia de que lo de ayer, no fue un sueño. Fue real. Un abrazo a todos. Nos vemos con los ojos.
¿Por que siempre sabes poner palabras a esos sentimientos que a mi me resultan tan dificiles de explicar?
Realmente tienes razon....Yo entre cuando todos estaban de pie, esperando a los homenajeados...Y el simple recuerdo de 45 personas iluminadas por las velas y con una sonrisa de oreja aoreja me pone los pelos de punta...Y en su momento, hizo que esa lagrimilla jugetona se asomase dispuesta a hacer acto de presencia.
Fue genial, y lo fue gracias a todos los que vinisteis, a todos porque todos traiais una sonrisa para regalarles a jésus y joni...Y porque ver el rostro de felicidad que tuvieron durante ocho horas dos poersonas tan importantes para mi, fue un regalo extra...En fin, que ayer yo tambien pise la luna.................
Espero que se epita...45Besucos...
pd:Y gracias en especial a ese personajillo llamado Nachete sin el cual no se podria haber hecho la fiesta...Nachete, da gusto preparar cosas contigo. Gracias en especial a ti, de verdad....
parece que aquel día los nervios y posiblemente el cambio de gravedad impidieron que mis ojos y mi corazón se desahogasen y expresasen fisícamente lo que sentía por dentro; pero al leer esto ha sido imposible no temblar, y, porque no decirlo, llorar. Es duro vivir en la Tierra, con una vida "demasiado" ocupada, después de haber vivido un viaje tan increíble como el que vuestra compañía me brindó aquella noche. Si os digo un secreto, cada noche antes de dormir aprieto fuerte los ojos, e intento viajar de nuevo a esa luna intentando retener en mi memoria cada segundo. Esa luna que da sentido a mi vida, esa luna que a pesar de sus crateres es una sola, esa luna que ilumina cada una de mis noches y que a pesar de que desearía pasar más tiempo en ella sé que siempre está ahí rodeando mi vida aquí en la tierra y que a pesar de que a veces no la vea sé que no se ha marchado. esa luna sin la que mi vida no sería lo mismo, igual que el mar no sería lo mismo sin las olas. Y todo esto para daros las gracias a todos por venir, sin vosotros no hubiese sido realidad este sueño que cada noche ansio con tanta fuerza.
Y en especial gracias a ti arita, viajar junto a ti a los mandos de esta nave y ver el resultado causado en la tripulación sin duda ha sido la recompensa más grande que podía haber recibido despues de todo el esfuerzo realizado.
Y para terminal, muchas gracias juan por este post, que aun agarrota mis musculos y con el has conseguido dar fin a esta historia tan irrepetible.
os quiero chavales,