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Octubre 26, 2003
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Por mi ventanilla pasaban los árboles desenfocados como brujas raquíticas y las señales de tráfico nos sacaban la lengua. Yo no sé adónde irán esos hombres con jersey que caminan solos un sábado por la tarde tan intempestivo, pero me gusta pensar que han salido un momento a comprar pipas para comérselas sentados frente a la tele, y que la noche llegue tontamente con un fondo suave de actores de doblaje.
No sé por qué, pero a mitad de viaje me acuerdo de Tercera Vocal, que no entiendo cómo pudo escribir algo tan insoportable,
LO ÚNICO INVISIBLE*
nadie sabe
si sube o baja la marea
cuando llora un pez
y cuando vuelvo es culpa suya que no pueda reunirme con ellos a la salida del cine, porque mi casa a veces se vuelve submarina y yo voy flotando sin casco ni banderita de cuarto en cuarto, escupiendo humo en vez de burbujas. Os telefoneo y me dices que estáis comiendo sopa china; me imagino a Elisa muy pequeña apretujada entre cojines, porque su voz a través del hilo telefónico suena amortiguada.
Ahora escribo esto y me arrepiento de antemano por no ser capaz de mandaros un mail y deciros todas estas cosas en privado. Me siento más intrascendente aún que ayer y no soporto este estúpido instinto de cachorro que me hace buscaros a veces como si fuérais el reloj bajo la manta.
Caína es vuestra mascota.
[* Pertenece a Señales de vida, que Isabel Bono publicó en la Colección Compactos de la Editorial El gato Gris de Valladolid, y del que pueden leer más cosas aquí.]
Octubre 26, 2003 05:38 PM