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Abril 07, 2003
En'soperras, guaponas y otras damas de mal vivir.
A pesar de mi misoginia amplia y a menudo expresada ruidosamente no puedo sino quitarme la permanente ante el valor, arrojo y disciplina guarrindonga de estas grandes féminas universales. Mis heroínas al descubierto. Todas ellas son dignas de pertenecer al ilustre club de alterne de reciente creación llevado a cabo por mi personalidad 534, o Madame LeBorde.
Sin estas mujeres aún me costaría más soportar la esencia afeminada de mi persona. Sólo puedo decir que únicamente me enorgullezco de haber nacido hembra al recordar que ellas existen o han existido, que como moi también sufrieron lo suyo bajo la pesada carga del rulo térmico, la manopla anticelulítica o la baja cosmética.
Sería muy difícil hablar de todas ellas. Unas, famosas. Otras, cobijadas bajo la máscara de pestañas barata del anonimato. Lo que sí puedo asegurar es que hay unos claros subgéneros dentro del amplio grupo de mis mujeres más idolatradas.
1. Las reinonas. Sin lugar a dudas, el grupo más glamouroso dentro de mi catálogo horrortera de tarascas admirables. Lo que las define es la grandeza del gesto, la grandeza del pectoral y la grandeza del aderezo. Famosas son las divas Mae West, ("Cuando soy buena soy muy buena, pero cuando soy mala soy mejor") , la fenomenal y perfecta Dolly Parton (para ya redondearlo, cantante de country) o, ya rozando el cielo del glamour de carnaval tropical , mi más querida diosa, la inconmensurable Divine.
2. Las artistas pícaro-cañís. Un estamento plagado de joyitas. La mayoría de ellas han sido olvidadas injustamente, a pesar de ser grandes actrices con sobrado talento para el drama, como la deliciosa y elegante Fedra Lorente (famosa Bombi del 1,2,3), Susana Estrada o Silvia Tortosa.
Otras aparecen a veces en la tele, de rábanos a peras, dejándonos a todos admirar el nivel de su intelecto y abrasándonos a menudo con su gloriosa luz de estrellón de los buenos viejos tiempos sin sostén. He ahí Mari Jose Cantudo, que de vez en cuando se pasea por la palestra televisiva demostrando que el glamour no muere, se reserva para los fiestones marbelleros o las colecciones fílmicas de Parada y compañía.
3. Las guarrillas entrañables. Qué sería de nuestra memoria sin ellas. Esas guarrillas extranjeras que han hecho las delicias económicas de la venta por correo con su fijación por los modelos de las últimas páginas del catálogo (tres por cinco euros). Verdaderas zorreznas talentudas, modernas, ochenteramente angélicas.Tiparracas que nos dan envidia por su sentido del término "insinuante" y por la trabajada gimnástica de sus naturales poses y más delicados gestos. Fox, Samantha, la reina del calendario de camionero. Lords, Tracy, emperatriz del porno hortera, el pelo frito y el cutrelux lujurioso. Y ella:
Nos hacen recordar otros tiempos, aquella época lejana en la que los encantos femeninos casualmente enseñados con el ritmo de la música vencían a cualquier partido de fútbol , aquellos añetes en los que las criaturas pre-menstruantes poníamos nombres como Loreto o Lydia a nuestras Chabeles _que siempre acababan haciendo honor a semejantes nombres, los Danis pueden atestiguarlo_ . Una lágrima me rula por el moflete cada vez que a mi mente acuden aquellas melodías...Boys, boys, boys. Mama Chicho me toca..
4. Las estrellas del culebrón. Otro subgrupo repleto de brillo, talento y laca. No se olvida fácilmente a la acartonada Lupita Ferrer relatando en off las maldades a las que iba a someter a la dulce, encantadora, buena y pobre Jeanette Rodríguez. La edad de oro del culebrón venezolano nos trajo aquellos éxitos indiscutibles que fueron Cristal, Topacio, Rubí, La dama de rosa. Y musicales: Que por qué te quiero, gemía el Luis Alfredo al acabar una de estas series mientras no paraba de manipular su bufanda del rastro , poniendo voz a la romántica melodía casiotone de fondo.
Pero no sólo de telenovela sudamericana vive la maruja española. Porque todas las damastras de culebrón son igual de fascinantes. Con sus mansiones decoradas lujosamente con objetos del todo a cien más próximo a los estudios, sus modelazos de hombrera ancha y cadera estrecha, sus pintalabios grasientos en tonos fucsia ( o rosa furcia), rojo pasión y naranja nacarado. Sean de la nacionalidad que sean, todas pertenencen al inalcanzable reino de la viborona que habla sola y urde maquiavélicos planes contra la primera pardilla que aparece.
5. Las otras. Los subgrupos crecen y se desarrollan de tal forma que me sería imposible, además de sumamente cansado, dedicar un apartado a cada uno. Pero el mundo está lleno de féminas estilosas cuyos pasos seguir, cueste lo que cueste.
Esas Xuxas, con su sentido del ritmo, del color y de la combinación de estampados. Esas Ruby Rats. Esas mujeres del montón caro de la sección de Saldos musical-televisivos. Qué grandes son. Qué pequeña me encuentro. Con qué rogativas y miradas tristes acudo al pie de sus pedestales imitación oro a pedir consejo, a desentrañar los secretos de la elegancia telefílmica, buscando una luz guía, un destello luminoso que me convierta al fin en la tipa más cutre y tirada del barrio.
Haré lo posible por seguir siendo una entidad presuntamente femenil con la fuerza ovular que de ellas agradecidamente recibo.
"Eres alta, rubia platino,
anda y que te zurza un chulo latino..."
Fabio McNamara.
Abril 7, 2003 09:15 PM