« Ritmo de la noche. | Main | »

Marzo 14, 2003

Monoguateque.

El siguiente cartel pudo verse ayer adornando con primor las calles de Málaga:
Monoguateque.jpg

El evento, improvisado en realidad a las tres de la mañana , fue un éxito. Sigan leyendo para no perder ripio de lo bien que nos montamos las noches Alfred y moi.
Advertencia: El contenido a continuación mostrado puede herir la sensibilidad del lector. Les rogamos suelten los alimentos que estén consumiendo en caso de tener la inmoral costumbre de comer frente al ordenador. Bajo ningún concepto se mostrará este post a menores de dieciocho años (excepto si pagan).

En primer lugar, Alfred y yo pasamos unas siete horas bebiendo café con nesquik (no queda azúcar, y nos da pereza bajar a por un paquete) y manteniendo una distendida conversación. Hablamos de nuestro champú preferido, de los nuevos colores de purpurina que venden en el todo a cien, de nuestros problemas con las pulgas en esta época del año, de la diferencia que hay entre un filete ruso y un San Jacobo. Alfred hace un montón de bromas y chascarrillos. Está encantador esta noche, y la luz de la lámpara brilla en su pezuña como la luna en un charco en una clara noche de primavera. Me quiso filmar en el instante en el que, pletórica, desposeída toda, regresé al viejo agujero negro de mi infancia y me puse a saltar en la cama como si tuviera una edad que se correspondiese con mi estatura.

brincando.jpg


Alfred es vago y no me hace caso cuando le invito a acompañarme en el brincar y el hacer chirriar la cama, y me ruega que pare porque luego los vecinos nos miran mal en el ascensor. Le hago caso para no disgustarle, porque cuando se enfada el pelo de por encima se le encrespa (esto es muy útil a veces; cada vez que me apetece rascarme la espalda le mosqueo y consigo no sólo que el picor desaparezca, sino también una completa y total exfoliación de esa parte de mi estructura corporal). Para hacerme feliz, me saca a bailar encima de la cama, y nos entregamos a la más desenfrenada danza con la agilidad y presteza de movimientos de un par de jubiladas campeonas de tai-chi.

danzamacabra01.jpg

Nos lanzamos incluso a crear una coreografía en la que yo hago de hombre porque Alfred siempre prefiere dejarse llevar. La coreografía nos sale bien, y comentamos, medio en serio medio en broma, que somos las Britney Spears del post-post modernismo, o post (bis) modernismo, porque el playback nos sale casi bien y los dos estamos convencidos de que estamos buenísimos además de ser super horteras vocacionales.

danzamacabra02.jpg

Alfred me seduce más que nunca con sus movimientos rígidos y carentes de toda lujuria. Si Uds. le conocieran podrían notar que gran parte de su atractivo reside en esa estudiada frialdad, esa capa de indiferencia bogartiana, dura , bajo la que se esconde el más impasible y antipático de los compañeros. Y un gran bailarín además, sin ser gitano ni gay.

danzamacabra03.jpg

Al final reconozco que nos desmelenamos un poco. Si no le conociera, y si no supiera que no tiene boca, hubiera pensado que Alfred había tomado alguna clase de estupefaciente. Sus energías eran extraordinarias, y la música parecía haberle enloquecido. Hasta se puso a decirme incoherencias un poco picaronas. "Vamos, nena, menea esa boina, mmm" murmuraba mientras hacía un movimiento yeyé de singular ejecución.

danzamacabra04.jpg

Después escuchamos, mirándonos el uno al otro con embobamiento babeante, nuestra canción. Luego bailamos durante unas cuatro horas más. Acabamos rendidos. O eso pensaba yo, porque Alfred no se conformaría con un coqueteo danzarín...


censura.jpg

Qué puedo decirles...Estuvo magnífico. Incluso hizo el salto del corzo (iba a hacer el del tigre pero se incinó por el otro por motivos de procedencia). Pero no seré indiscreta, porque no es lo que me dicta mi educación superior. Además alguna zorrimucia que lea esto podría tratar de seducirle e intentar arrebatármelo con malas artes, como de ARCO.

cigarrete.jpg

Después se durmió como un angelito, destrozado por la celebración. Yo me pasé el resto de la noche mirándolo y preguntándome si me seguirá queriendo toda su vida, aunque no le dije nada de esto porque no quiero ahuyentarlo. Sé que no me dice nunca que me quiere, pero no hace falta. Ya me dice que me odia. Espero que esto dure siempre, que sigamos disfrutando de estos monoguateques hasta que seamos una vieja loca coleccionista de cartones yo y un pisapapeles de diseño él. Love forever con picores extraños.


Marzo 14, 2003 09:01 PM