Muy tardíamente, el New York Times ha reconocido que estaban equivocados cuando se plegaron a las acusaciones de que Irak tenía armas de destrucción masiva y apoyaron la invasión. También ha reconocido que los casos de tortura a prisioneros de guerra parecen responder más a un patrón impuesto por el alto mando de USA que a casos aislados. Reconocer esos errores a esta altura de los acontecimientos no es un mérito. Parece más bien una estrategia para salir del paso y continuar intentando manejar la opinión pública. El mérito, en todo caso, es para los sectores de USA que han mantenido una constante oposición a la guerra y que han denunciado todos sus horrores. Estos sectores no son la mayoría, ni mucho menos, pero han dado pelea desde que avizoraron las intenciones de Bush y sus gerentes, tiempo antes de la invasión. A la mayoría silenciosa solo se la escucha gritar, en USA y en todo el mundo, cuando le aprietan la víscera más sensible, el bolsillo.
A pesar del Acta Patriótica, que restringió las libertades personales, no ha sido necesaria la intervención del aparato del Estado para restringir la libertad de expresión. De eso se encargan las grandes cadenas de medios y las corporaciones. Desde lo alto de un banquito en Central Park, o desde un weblog uno puede decir lo que quiera sin ser molestado (todavía), pero es como la picadura de un mosquito en un elefante.
Aunque algunos mosquitos pueden crecer mucho y hacerse molestos, como Michael Moore, a quién Walt Disney, a través de una subsidiaria, le negó la distribución del documental “Farenheit 9/11”. Como se sabe, todo lo que no es cartón pintado no le gusta a Walt Disney. Los franceses, en un gesto obviamente político, le dieron la Palma de Oro en Cannes a esa película.
Sí, otra vez sobre Irak. Pasa que lo que ocurra en Medio Oriente va a definir el destino del mundo por un tiempo, si todavía queda algo de tiempo. Y además porque el análisis de lo que allí sucede es importante para sacar algunas conclusiones. La cobertura informativa sobre Irak y Palestina de los medios locales es relativamente discreta y hay algunos (pocos) buenos comentaristas. Los políticos de la franja que va desde el centro izquierda hasta la derecha no demuestran tener alguna opinión de lo que ocurre en el mundo, y los comunicadores audiovisuales parece que piensan que no vale la pena preguntarles nada al respecto. Los lobystas que abundan cuando se acerca alguna votación sobre Cuba y que se van de la lengua con respecto a Venezuela están mudos.
No es para menos. El tío Sam, el arquetipo de una parte de nuestra clase media (ABC1, diría un marketinero), está procediendo como un desaforado repleto de whisky un viernes a la noche. Ha pateado al máximo organismo multilateral, ha vociferado contra las Convenciones de Ginebra sobre la guerra, y está amenazando, maltratando y lastimando a la gente. Aparte de todo eso, están saliendo a luz algunas cosas que pasan en su casa y tiene algún amigo que está haciendo cosas igualmente feas por allí cerca.
En el curso de esta semana, en Medio Oriente hubo dos casos de gatillo feliz. Aquí le llamaríamos gatillo fácil. La traducción literal de la expresión inglesa “trigger-happy” me parece más adecuada a la realidad. Los helicópteros de USA lanzaron misiles sobre un pequeño caserío en el desierto, mientras se festejaba una boda y se cargaron 40 muertos, alrededor de 15 niños, muchas mujeres (incluida la cantante de la boda). Ya habían hecho lo mismo en Afghanistán, también en una boda, hace algo más de una año. Los helicópteros israelíes también hicieron lo suyo: misiles contra una manifestación pacífica en contra de la demolición de viviendas en Rafah, en el límite con Egipto: doce muertos. El Consejo de Seguridad había hecho una advertencia contra las demoliciones, pero su corte suprema les dijo que siguieran adelante con los bulldozers, total no pasa nada. Los pilotos, en este caso, no pudieron con sus reflejos. Muchos jueguitos, cuando eran chicos; luego los simuladores, en la academia. Siempre apuntaban para matar a los malos, aunque en el fondo, quizá esta vez, solo hayan querido amedrentar.
También hubo más fotos de sevicias y nuevas evidencias de que los torturadores tenían instrucciones precisas del alto mando americano para hacer lo que hicieron, en Abu Ghraib y otras prisiones. La tortura, es “tan americana como la torta de manzana” dice Alexander Cockburn en CounterPunch, en un artículo donde provee datos escalofriantes sobre las prisiones en USA.
Las imágenes de Abu Ghraib tienen todo el sello de la pornografía contemporánea, dice Katharine Viner en un artículo del Guardian, “El sadismo sexual de nuestra cultura, en la paz y en la guerra”. Es tan pesado que no me animé a traducirlo.
Seymour Hershs es uno de los principales periodistas investigadores de USA. En 1969, como periodista free-lance, escribió el primer relato de la masacre de My Lai en Vietnam del Sur. Ha ganado más de una docena de premios, entre ellos el Pulitzer en 1970, y ha escrito media docena de libros. Parece un periodista creíble. Escribió un artículo, “The Grey Zone”, en el New Yorker. Después de leerlo, no pude menos que recordar a algunos especialistas n.americanos (sociólogos y politicólogos) que vinieron a estudiarnos de cerca. Lo que sigue es una traducción libre de algunos párrafos del artículo de Hershs.
“Durante la semana pasada, se conocieron las declaraciones de uno de los siete policías militares acusados, Jeremy Sivits, de quien se espera una confesión de culpabilidad. En ellas, dijo que los mandos militares superiores de su unidad podrían haber parado el abuso si lo hubieran presenciado. Una de las cuestiones que serán exploradas en cualquier juicio, sin embargo, es porqué un grupo de reservistas (policías militares) , la mayor parte de ellos provenientes de pequeñas ciudades, atormentaron a sus prisioneros como lo hicieron , en una manera que fue especialmente humillante para los hombres irakíes.
La noción de que los árabes son particularmente vulnerables a la humillación sexual se convirtió en tema de conversación entre los conservadores pro-guerra de Washington en los meses anteriores a la invasión de Irak en marzo de 2003. Un libro que era frecuentemente citado era “The Arab Mind”, un estudio de la cultura y sicología árabe, publicado por primera vez en 1973, por Raphael Patai, un antropólogo cultural que enseñaba, entre otras universidades, en Columbia y Princeton, y que murió en 1996.
El libro incluye un capítulo 25 páginas sobre los árabes y el sexo, describiendo el sexo como un tabú revestido de vergüenza y represión. “La segregación de los sexo, el velo de las mujeres... y todas las otras reglas minuciosas que gobiernan y restringen el contacto entre hombres y mujeres, tienen el efecto de hacer del sexo una primera preocupación en el mundo árabe”, escribe Patai. La actividad homosexual “ o cualquier indicación de inclinación homosexual, como con todas las otras expresiones de sexualidad, nunca se le da ninguna publicidad. Son estos asuntos privados, y permanecen en privado”. El libro de Patai, me dijo un académico, fue la Biblia de los neoconservadores sobre comportamiento árabe. En sus discusiones, dijo, dos temas emergían –“una, que los árabes solo entienden la fuerza y, dos, que la mayor debilidad de los árabes es vergüenza y humillación”.
El consultor del Gobierno dice que puede haber sido un serio propósito, al principio, detrás de la humillación sexual y las fotografías expuestas. Se pensó que algunos prisioneros podrían hacer cualquier cosa –incluyendo espiar a sus asociados- para evitar la diseminación de las vergonzosas fotos a familiares y amigos. El consultor del Gobierno dijo, “me dijeron que el propósito de las fotografías era crear un ejército de informantes, gente que se podría insertar luego en la población”. La idea era que ellos podrían estar motivados por temor a la exposición, y recoger información sobre actividad de la resistencia, dijo el consultante. Si fue así, no ha sido efectivo; la resistencia continuó creciendo.”
Hace pocos días escuché a uno de los sobrinos del tío Bernie explicar que el relativamente frío recibimiento oficial de Kirchner en USA se debió a la abstención argentina en Naciones Unidas en el voto sobre Cuba y a nuestras relaciones con Venezuela. El sobrino éste es muy hábil con las palabras pero parecía decir “si tuviéramos relaciones carnales...”. Si Argentina y Brasil se unen al harén latinoamericano del tío Sam pueden pasar cosas trágicas. Puede pasar que el tío se envalentone y organice alguna aventura militar más, cerca de aquí. Por esto, no hay que olvidar lo que está pasando en Irak.
Dentro de unos días, un grupo de perejiles será sometido a una corte marcial en USA. Aparecieron en algunas fotos torturando prisioneros de guerra. La propaganda oficial quiere hacer creer que actuaron por cuenta propia. La verdad, según un informe de la Cruz Roja Internacional, fechado a fines del año pasado y que se filtró, dice que el maltrato, equivalente a tortura, es un política sistemática. He traducido párrafos de un resumen de ese informe, aparecido en el Guardian. La traducción puede ser mala, pero no es insidiosa.
Las principales violaciones que son descritas en el Informe de la Cruz Roja Internacional y que fueran presentadas confidencialmente a las fuerzas invasoras incluyen:
- Brutalidad contra los prisioneros en la captura y custodia inicial, que a veces es causa de heridas graves o muerte;
- Ausencia de notificación de arresto a personas de su familia;
- Coerción física o sicológica durante interrogatorios para extraer información;
- Prolongado confinamiento solitario en celdas desprovistas de luz natural;
- Excesivo y desproporcionado uso de la fuerza, resultante en heridas o muerte;
- Secuestro y confiscación de pertenencias privadas;
- Exposición de detenidos en tareas peligrosas;
- Mantenimiento de detenidos en lugares sin protección contra bombardeos;
De acuerdo a los testimonios recogidos por la C.R.I., el maltrato durante el interrogatorio no es sistemático, con excepción de las personas sospechadas de actos contra la seguridad, o de aquellas que aparentan tener algún valor para la inteligencia militar. En estos casos los detenidos bajo la supervisión de la I.M. tienen alto riesgo de ser sometidas a una variedad de tratamientos muy duros que van desde los insultos, amenazas y humillaciones, coerción física o sicológica, que en algunos casos es equivalente a la tortura.
En el caso de los detenidos de “alto valor” para la I.M., alojados en el Aeropuerto de Baghdad, la continuada internación, varios meses después de su arresto, en estricto confinamiento solitario en celdas desprovistas de luz natural, cerca de 23 horas por día constituye una seria violación de la tercera y cuarta Convenciones de Ginebra.
Métodos de Maltrato:
- Capucha, utilizada para impedir la visión y desorientar a la gente, y también para impedirle respirar libremente. Una o dos bolsas son utilizadas, a veces con una venda para los ojos que cuando se desliza hacia abajo impide respirar adecuadamente. La capucha es utilizada en las golpizas, para incrementar la ansiedad sobre el destino de los golpes. Obviamente, permite a los interrogadores permanecer anónimos y actuar impunemente. La persona encapuchada puede permanecer así desde pocas horas o hasta cuatro días consecutivos;
- Esposas flexibles, a veces tan apretadas u usadas por largos períodos que pueden causar lesiones en la piel o daño nervioso de larga duración;
- Golpes con objetos duros (incluidas armas), bofetadas, puñetazos, golpes con la rodilla o los pies en distintos lugares del cuerpo;
- Apretar la cara contra el suelo con botas;
- Amenazas (de maltrato, represalia contra familiares,...transferencia a Guantánamo).
- Detención en solitario desnudo por muchos días;
- Permanecer desnudo, de pie, en frente a otros detenidos y guardias, a veces con ropa interior femenina sobre la cabeza,
- Actos de humillación mientras es burlado por los guardias, incluido personal femenino, y a veces fotografiado en esa posición,
- Amarre del prisionero a las barras de la puerta de la celda con esposas, en posiciones humillantes o no confortables causando dolor físico;
- Exposición de la persona encapuchada a música o ruido muy alto, al sol durante muchas horas cuando la temperatura puede alcanzar los 50° o más;
- Forzar a la persona a permanecer en posiciones estresantes (como cuclillas) durante mucho tiempo.
La tortura de prisioneros de guerra irakíes por “la coalición” ha causado un efecto revulsivo en todo el mundo, incluido USA. Incluso ha aparecido nueva información sobre el tema.
El New Yorker hace referencia a un informe
fechado a fines de febrero último y producido por el Gral. Antonio Taguba para el Pentágono. Estima que al menos 23 muertes se deben a tortura infligida por la Inteligencia Militar (MI) o por empleados de los contratistas privados que venden seguridad o información. Que la prisión de Abu Ghraib es uno de los tantos sitios donde se perpetran esos “actos de violencia criminal y sádica” y detalla los métodos. El más suave parece ser la falta de sueño. “Si estaba despierto lo interrogaban, si estaba dormido lo despertaban”, decía Arturo Koestler en “Oscuridad al Mediodía”, refiriéndose al método preferido de la NKVD de Pepe Stalin. Parecen que los MI también usaban perros, no para los usos refinados de la gentuza de Pinochet, sino para morder y aterrorizar a los detenidos. Los árabes no están habituados a los perros.
El New Yorker incluye algunas fotos que la CBS no publicó, por considerar que podrían lastimar los ojos yankees. Se sabe ahora que la CBS retuvo las fotografías dos semanas a pedido del Pentágono, mientras se desarrollaba la batalla de Fallujah. Las fotos fueron entregadas anónimamente por un soldado, que posteriormente dio la cara como testigo, debido a problemas de conciencia.
Precisamente, parece que los “objetores de conciencia”, desertores para los milicos, están creciendo. El número de muchachos que deciden no presentarse a filas luego de una licencia parece estar preocupando al Pentágono, y ésta es una buena noticia.
Le Monde trae un resumen del diario personal de uno de los inculpados de la torturas, el Sgto. Iván Frederick, que en tiempos de paz es carcelero de una prisión de Virginia. Este tarado, que aparece en una de las fotografías, dice que los MI lo felicitaron por la rapidez con que quebraron a los árabes, a causa de la preparación previa que los carceleros les daban a los detenidos. Dice que nunca le mencionaron nada de la Convención de Ginebra. Comenta que ciertos prisioneros bajo interrogatorio eran ocultados sistemáticamente a las visitas de la Cruz Roja Internacional. La Cruz Roja, a su vez, informó que las fotos no sorprendieron y que sus informes detallan cosas peores.
El Washington Post culpa directamente a Ronald Rumsfeld de la tortura en Abu Ghraib. El germen de estos crímenes, dice, “tiene su origen hace dos años, cuando se ha instituido un sistema de detención de personas de Afghanistán, en secreto, sin inculparlos, sin procedimientos legales y sin ningún mecanismo serio de control.” Rumsfeld instituyó este sistema arguyendo la necesidad de obtener información. Data Mining, que le dicen.
Tengo ganas de agregar algo más pero, bueno, olvidemos el pasado y miremos para el hermoso futuro.
Se los conocía antes como mercenarios y se los vinculaba con alguna oscura guerra en algún remoto país africano. El reclutamiento era secreto, al margen de la legalidad. Pero la invisible mano del mercado hace que las cosas progresen, y mucho. Se constituyeron grandes empresas que se presentan a sí mismas como “contratistas de seguridad”, o “consultores de seguridad internacional”, se publicitan en Internet y realizan “gerenciamiento de riesgo” o “seguridad agresiva”. Se los conoce en Irak como “private military contractors” (PMC) y se calcula que hay allí alrededor de 20.000, constituyendo la segunda fuerza de ocupación, entre PMCs, guardaespaldas y otros tipos armados.
Las compañías privadas (petroleras, ingenieriles, grandes hoteles) deben proveerse su propia seguridad, y la seguridad privada está de moda. Es un nuevo mercado de trabajo que se abre para la “mano de obra desocupada”. Claro está que para ingresar a esas grandes empresas de seguridad hay que tener curriculum. Son bienvenidos los ex boinas verdes, los muchachos que trabajaban en el SAS británico o los paramilitares del apartheid sudafricano, y en cualquier agencia de gubernamental de acciones encubiertas. Más aún, parece que ciertas agencias como el SAS (fuerzas especiales del Reino Unido) tienen dificultades para retener a sus muchachos debido a la competencia de los altos sueldos de la seguridad privada. El Estado siempre paga mal, en Argentina o en cualquier país del mundo.
Para tener alguna idea, según el semanario egipcio Al Ahram, un equipo de cuatro chicos del SAS cuesta algo así como 5.000 dólares por día. Según la zona y tipo de trabajo, los muchachos pueden ganar hasta 1.000 dólares por día. Pero allí también hay discriminación, si uno es rubio gana más que si es morocho. Por ejemplo, un gurka tiene que conformarse con menos de U$D 200 al día. El trabajo tiene sus riesgos: los cuatro “contratistas” que la resistencia mató, y colgó de un puente en Fallujah pertenecían a la empresa de seguridad Blackwater.
Esta gente está también contratada por el ejército de USA, para el interrogatorio y custodia de prisioneros. Tiene sus ventajas: si torturan o cometen desmanes, no es personal del Ejército, no pueden ser penalizados por la justicia militar (en el hipotético y remoto caso de que alguna vez se investigue algo), tampoco por la justicia civil irakí, porque no existe y si los matan, no son bajas del ejército de USA y por lo tanto no engrosan la suma. Además, Bush no tiene que anunciar que envía más tropas porque no los recibieron con flores y la situación se le está escapando de las manos. Hay un buen análisis del marco legal en el Guardian.
La desventaja de la seguridad privada es que aumenta los costos. Se estima que la seguridad incrementa los proyectos entre un 10% y 25%. Habrá que esperar un poco más para que baje sensiblemente el precio del petróleo.
Las fotos me producen esa extraña sensación de “dejà vu.”. Tal vez las he imaginados al leer las historias de Capucha, en la Escuela de Mecánica y otros lugares similares. Fueron un lugar común en América Latina en los ´70 y ´80. Los muchachos fueron buenos alumnos en Panamá, tomaron apuntes, hicieron trabajos prácticos y cuando volvieron a casa le agregaron una dosis de creatividad. Ahora, los profesores y ex alumnos de la Escuela de las Américas estarán criticando lo que está pasando en Irak. Los muchachos sacan fotos de los procedimientos y no solo eso, sino que además algunos hasta las mandan a los diarios.
Las cosas ya no son como antes. La gente que ellos formaron no sacaban fotos, quemaban los papeles y uno o dos contaron lo que hicieron. A esos la gente mucho no les creyó, de todas maneras. Pensaron que estaban locos o que mentían por motivos oscuros. Claro que no todo anduvo muy bien, porque dejaron vivos a cuatro o cinco tipos. Pero la gente no simpatizó con ellos, eran zurdos y en algo andarían. Además, si ya pasó para qué preocuparse por cosas que pasaron hace tantos años y no tienen arreglo. Esas historias tristes perturban a la gente, además Nos espera un futuro hermoso que hay que construir, y mirar hacia atrás no tiene sentido.
Las fotos de personal del U. S. Army torturando prisioneros de guerra en Abu Ghraib (la famosa cárcel del ex dictador Sadam Hussein) están aquí. Las fotos de personal del ejército de Su Majestad la Reina Isabel II torturando prisioneros de guerra, aparecieron en el Mirror.
Que hayan aparecido fotos de hechos de tortura demuestra dos cosas: que estas prácticas están ampliamente extendidas en Irak y que los torturadores tenían la más absoluta impunidad.
La verdad, después de conocer como son tratados los prisioneros de Al Quaeda en la base de Guantánamo, no debería sorprender. Las diferencia es que allí no tortura la soldadesca, sino los especialistas de la CIA. Los métodos son mucho más refinados y malignos.
Si hace falta algún relato sobre métodos de tortura y condiciones de vida de los POW (prisioneros de guerra) iraquíes, aquí hay algo sintético.
Pero el factor humano es algo que no se puede controlar. La gente que mandó estas fotos a los medios merece nuestro respeto y agradecimiento. Se jugaron la cabeza, y tal vez salven a muchos del sufrimiento. Hacen que todavía pueda verse una pequeña luz a lo lejos.