El relato que hace un ingles, que está prestando ayuda médica y humanitaria, de la vida en Fallujah – Irak -, en estos días, es terrible. Desde que comenzó la represalia de USA por la muerte de cuatro mercenarios que trabajaban en la seguridad privada, estima que el número de víctimas mortales asciende alrededor de 880, de los cuales 86 son niños que perecieron en los primeros días de los bombardeos. Actualmente impera una tregua, que es rota frecuentemente por las dos partes. Refiere que los marines han situado francotiradores en los techos de las áreas que dominan, que hacen fuego sobre todo lo que se mueve, incluso ambulancias, por lo cual el acceso a los hospitales de los heridos es casi imposible. Las familias carecen de agua y comida. La gente está saliendo de esa ciudad, pero teme que cuando haya salido una gran proporción de mujeres y niños, los USA destruyan todo. El relato está en el Guardian.
Sería interesante que los militares que están haciendo estas cosas con la población civil recordaran el caso Yamashita, juzgado en apelación por la Corte Suprema de USA en 1946. El general Tomoyuki Yamashita era el comandante de las fuerzas terrestres japonesas en Filipinas, en la guerra 1939/45. Sus tropas cometieron desmanes con la población civil, aunque no hubo pruebas de que el comandante emitiera las órdenes correspondientes. Sin embargo, la Corte Suprema de USA dictaminó que el comandante es el responsable de lo que hacen las tropas, y colgaron a Yamashita.
Pero no está demás recordar lo que dijo un general nuestro: “La historia la escriben los que ganan. Si hubieran ganado los nazis el juicio de Nuremberg hubiera sido en Virginia”