En estos últimos días ha habido grandes debates en Argentina sobre la memoria, si es buena o mala, si hay que recordar, hasta adónde hay que mirar, si hay que mirar sólo para adelante y cosas por el estilo. También ha habido un debate sobre demonología: si había un solo demonio, si dos, y hasta hay quién habla de un tercer demonio. Nadie nombró al Gran Satán, pero que tuvo algo que ver es casi seguro. Como mis conocimientos sobre el tema eran nulos, resolví ir a las fuentes. Tuve suerte y encontré un clásico traducido al castellano, aprobado por la Universidad de Koln en 1486. Se trata del Malleus Maleficarum. Parece que existen muchos demonios, que el demonio generalmente actúa por intermedio de brujos y brujas, que hay epidemias de brujería como de gripe y que no creer en la existencia de las brujas es herético. Que lo mejor que puede hacerse con una bruja es quemarla.
Con respecto a la memoria, los sobrinos del tío Bernie suponen que las organizaciones armadas se generaron espontáneamente en la década de los ´70 y hablan de las dos memorias. Por supuesto que esas dos memorias no les alcanzan para remontarse a junio y septiembre de 1955, los fusilamientos de 1956 y las subsiguientes proscripciones y anulación de elecciones, que son los elementos mínimos para entender lo que pasó después.
Creo que es poco probable un consenso a mediano plazo sobre el tema. Se ha avanzado sobre aquellos que “metieron las manos en la mierda”, como dijo un general francés refiriéndose a los trabajos sucios en Argelia. Sin embargo, nada ha pasado todavía aquí con aquellos que llamaron a los limpia cloacas, y con los que se taparon la nariz y miraron para otro lado. Como dice el Malleus, se puede quemar a las brujas, pero no al demonio.
No sólo aquí hay problemas con la memoria. En USA, la derecha está tratando de reescribir la historia de la guerra de Vietnam, con dos objetivos: molestar a J.F.Kerry por su actividad antiguerra en aquellos años, pintándolo como desleal y débil en materia de seguridad, y además hacer la historia fácil para justificar el ataque a Irak, la intervención en Haití y todas las que vendrán más adelante.