Abril 30, 2004
Doctor en Alaska
¿Soy el único que lo echa de menos?
No sé por qué, pero la mitad de las series que me gustan de la tele no duran más de tres semanas. Doctor en Alaska duró algo más pero es que la programaban a una hora terrible. Hasta que le cogías el gustillo. Al final estaba convencido de que la serie tenía mucho más encanto si la veías a oscuras, a la una de la madrugada y con el resto del mundo durmiendo y en silencio.
En todas las series que tienen un número más o menos grande de personajes cada cual tiene su favorito. Al menos eso me pasa a mí. Me pasa con los Simpson, me pasa con Friends y me pasaba con Doctor en Alaska: eran Ed Chigliak y Chris. Aunque no sabría decir si era por alguna razón en especial. O igual sí. Eran raros. Bueno, en realidad todos en Doctor en Alaska eran raros, esa era la gracia. Pero ellos dos creo que eran los únicos conscientes de su rareza. Y no intentaban cambiarla.
Vaya, ojalá volvieran a poner esa serie. Creo que todos pensamos que seríamos los mejores programadores de televisión del país, igual que todos pensamos que como seleccionador de fútbol lo haríamos infinitamente mejor que cualquiera. Pero estoy seguro que se podría programar algo bastante mejor que lo que hay ahora. ¿Por qué nadie repesca las series antiguas?
¿Os imagináis qué semana? Doctor en Alaska, Canción triste de Hill Street, La ley de Los Ángeles, Se ha escrito un crimen, Magnum, Cheers, yo qué sé... Bueno, entre esas series hay cosas mejores y peores pero yo las vería. Hasta veía Primos lejanos. Y lo confieso, me reía. Mucho. Es cierto. Seguro que no era el único.
¡Que vuelvan todas esas series! (Y que se queden las buenas que hay ahora) :)
Abril 29, 2004
Al fin empezando. Homenaje a Piz.
He pensado de qué podía hablar en primer lugar. Tampoco es que tenga demasiados temas en la cabeza. De hecho es preferible que me dedique a ellos de uno en uno, porque si intento abarcar más de golpe entro en riesgo de colapso.
Y estaba pensando en ello y de repente me he dado cuenta de que no podía hablar de otra cosa que de la Piz. La Piz es un bicho entrañable, gruñona y maniática, que me ha acompañado durante dieciseis años, desde que era un canijo hasta hace unas semanas. Y siento que ha sido de las mejores cosas que me ha pasado nunca.
Aún hoy la sigo echando de menos. Ya no hacía demasiadas cosas. Estaba reumática, ciega y algo incontinente. Ya no era el chucho hiperactivo que fue de joven. Pero cuando tuve que decidir que lo mejor para ella dejarla ir tranquila que insistir en retenerla se me partió el alma. Y todavía echo de menos poder estrujarla un rato.
Mucha gente no entiende la comunicación que puede haber entre una persona y sus animales. La gente nos mira raro a mi mujer y a mí cuando descartamos cualquier viaje que no incluya a nuestras perras (hoy sólo una). Y yo sólo digo que muchos animalillos tienen más corazón e infinitamente menos maldad que la mayoría de nosotros.
En fin, que te echo de menos, bicho. Y que me acuerdo de ti todos los días de mi vida. Guárdanos un buen sitio para cuando lleguemos. Mientras tanto, disfruta.