La isla de la barracuda sonriente

Ya es tarde para hacer algo

Pienso y recuerdo más rápido de lo que escribo, por lo que no todo lo que estado pensando mientras desarollaba este post está escrito.

Siempre que me quedo una temporada sin escribir nada, el siguiente post es gigantesco. Bueno, este tampoco va a ser una excepción.

- Primera parte: Ayer a la noche, antes de meterme en la cama con mi querida almohada, me puse a ver parte de esa serie de cortos "Hay Motivo". Paso de hacer crítica de cine como si supiera de ello, pero el tema es que había un corto que me dejó acongojado. La verdad es que fueron dos, pero iban seguidos, y el segundo me pareció más impactante.

Hablaba de la soledad de la gente mayor. Aparecía una señora mayor en su casa con un andador, comentando que ya no salía de casa debido a una caída que tuvo hace tres años. Típica señora mayor a la que miras a la cara y puedes ver que su vida no ha sido rosa, marcada por la edad y la falta de compañía, como si estuviera resignada a vivir sola andando ( o tratando de hacerlo ) de la cama al baño, de ahi a al cocina y luego a la sala. Mirando a traves de la ventana, prisionera en su propia casa, como los canarios que tenía a su lado. Segun contaba, vivía sola desde que murió su marido hacía varios años. La imagen de la abuela sacando una bolsa de basura que está enganchada al andador, los esfuerzos por dar un mísero paso, el tiempo que tarda en recorrer los pocos metros que tiene su casa..... me dejaron acojonado.

En serio, notaba como si una mano de metal me apretara el corazón; me acordé de mi abuela que se murió hace como un mes, y un escalofrio seguido de una sensación de malestar brutal me recorrió la puta espalda. Además, ¡coño!, esta señora estaba friendo una tortilla en una sartén como las que tenía mi abuela. Una de esas típicas antiguas, negras, de metal, con mucho aceite para que no se pegue el huevo.
Mientras tanto hablaba de la mísera pensión que tenía, y que ahora con el tema del Euro, el dinero le desaparecía, que trataba de comprar lo más barato que encontraba.
No me puedo hacer a la idea de que mi abuela viviera sola, en una casa sin ascensor, en el quinto piso, con un andador, tres años sin salir de casa, sentada delante del televisor atragantándose con los programas basura que se alimentan de la puta miseria de la gente.

Os juro, que ha sido de las peores sensaciones que he tenido en mi vida. Siempre me he preguntado porque se elige el corazón como símbolo de amor. Joder, mientras veia eso, me dolía. Sin tonterías de sentimentalismos, sentí auténtico dolor por esas personas que viven atrapadas en su soledad. Solo imaginarme que en el futuro yo, o mis padres, pudiera o pudieran estar en aquella situación debido a que por alguna razón o por el simple egoismo de mi hermano y mio ( por favor, espero que nunca sea tan cabrón ), simplemente me revolvia las tripas. Ahora es muy facil decir "Que barbaridad", "Es terrible" y hacer demagogia barata. Quejarme por las desgracias pero no hacer nada de nada.

Esa imagen de la viejilla se me va a quedar grabada en la retina (junto a otras que no consigo olvidar, y que no tienen nada que ver con este tema), pero ahora me remuerde la conciencia porque quizás no pasé suficiente tiempo con mi abuela antes de que muriera. Es tarde para arrepentirse, ya no hay nada que hacer, apechuga con las consecuencias.

Mi abuela vivía casi en la misma casa que yo. Era una casa muy grande, y cuando mis padres se vinieron a vivir a Bilbao desde Las Arenas, la compraron a medias con mi abuela. Se hicieron dos viviendas independientes, pero con tres puertas; una para entrar al descansillo, y sendas para entrar a cada casa. La mayor parte del tiempo, las dos puertas de dentro estaban abiertas, y pasabas de mi casa a la de mi abuela sin ningún problema. Pues todos los días, varias veces, mi abuela pasaba a mi casa mientras estabamos, y pasaba por nuestro cuarto, por la cocina, nos saludaba..... paseaba un rato para estirar las piernas, vaya ( la vida de un jubilado mayor, tiene que ser un coñazo FIJO ). Pero yo, a veces, lo tomaba como una invasión de mi intimidad. Estaba en mi cuarto haciendo mis cosas, en mi terreno, a mi bola, y aparecía mi abuela. Me molestaba. Pero realmente, no te das cuenta de que echas de menos de una forma impresionante e incapaz de describir a una persona, hasta que realmente no está.

Practicamente no creo en Dios. No es que sea ateo, pero realmente parece que alguien se rie de nosotros desde arriba. Aún así, mi abuela era la típica abuela católica practicante, que iba a menudo a misa y que tiene una hermana monja. Cuando mi hermano y yo eramos pequeños y nuestros padres salían a cenar por ahí, me acuerdo que a la hora de acostarnos se apoyaba en el marco de la puerta, y mientras apagaba la luz rezaba alguna movida de esas típicas de abuela.
Bueno, pues estos son los momentos en lo que realmente me encantaría que hubiera un dios y un cielo donde vaya la gente que se lo merece. Porque aunque siempre vaya a decir que no creo en esas movidas, en el fondo tengo (o quiero tener) el convencimiento de que no todo el mundo va a acabar igual. Me niego a pensar que mi abuela, o mi tio Gonzaga, o mi tia Mercedes o mi tio (más bien tio de mi madre) Ignacio, o mi tio Avelino, o toda esa gente que realmente se merece algo mejor, tengan el mismo final que los auténticos bastardos cabrones que vivieron, viven y vivirán en este mundo.

Absolutamente no.

Escrito por jon a las Marzo 26, 2004 01:50 AM