El voto
En Argentina, al igual que en muchos países latinoamericanos, el voto es "libre", secreto, universal y obligatorio. Es un compromiso ciudadano y un derecho inalienable de los mismos.
Pero, ¿tiene retiene todas esas características en todo momento y lugar donde se lo practique?. Para muchos lo anterior es una pregunta retórica, ya que el voto es, actualmente, una conquista que funciona sin interrupciones arbitrarias y en pleno estado de derecho. Yo no estoy tan de acuerdo.
No resulta difícil encontrar en Argentina mucha gente que considera al voto como una carga inútil y ponen como argumento para no concurrir al acto eleccioario, el hecho casi insoslayable de que la mayoría de las elecciones son ganadas por personas a las que ellos no son afines. Podría llegarse a pensar de que estas personas no aceptan que sus afinidades políticas salgan perdedoras, pero hay algo más allá: el hastío con los métodos y promesas preelectorales, trampas inocultables, cooptacion de masas y campañas bochornosas. Entonces, el voto no es más un compromiso ciudadano y tampoco resulta ser obligatorio, por lo menos en términos morales.
Un análisis más profundo revela que las campañas electorales son usualmente consideradas sucias y engañosas, formas políticas de engañar al ciudadano y "dirigir" su voto. Quiero decir que al final el voto "libre" tampoco lo es tanto, no por el hecho de que haya algún colegio electoral que medie, sino por las presiones mediáticas, los sobornos y los arreglados, situación común entre los más humildes.
Sigamos aún más alla. ¿Qué pasó con la universalidad del voto y con el derecho inalienable del ciudadano?. Las irregularidades y la falta de padrones completamente limpios y bien ordenados se ha encargado de hacer de la respuesta un rosario de comentarios negativos. Los ciudadanos parecen verse en grandes dificultades a la hora de ejercer su derecho y esto no es contingente, es un hecho estructural.
¿Qué queda entonces?. El secretismo del voto. ¿Es esto suficiente para países que aspiran a democratizar la vida política y apoyar la causa de la participación ciudadana?. Si la respuesta es afirmativa entonces cabe preguntarse qué tipo de vida cívica estamos construyendo realmente. En caso contrario, hay que revisar y reordenar un sistema de elección que no está respondiendo a las demandas.