Rommi, la esposa del señor Zerep, había llegado acompañada de otra persona...
"Buenorr, ya es horra de que se vayarr, joven - se despidió el señor Zerep.
- Vuelve cuando quieras, jovencito - añadió la señora Zerep. Me resultó curioso que, a mis 35 años, alguien me llamara ' jovencito'...
Salí de la casa, el cielo estaba ahora algo encapotado. Fuera me estaba esperando una figura embozada en una túnica negra, que parecía estar contemplando el paisaje. Cuando sintió mi presencia, se dió la vuelta y pude ver un sonrisa bajo su capucha, aunque no alcanzaba a ver mucho más arriba que la punta de su nariz. "Sígueme" y, sin decir más, se dió la vuelta y echó a andar. Le seguí hasta detrás de la casa, donde había algo que supuse era un vehículo, por distinguir lo que me parecieron asientos y cintos de seguridad, aunque no tenía ruedas ni techo. Me chocó ver algo tan avanzado, cuando la señora de Zerep había utilizado un carro de caballos. La figura del manto vió cuán detenidamete me fijaba en el vehículo.
"Esto se llama "Turbodeslizador Autoinducido Jansen" - dijo con un tono algo rimbombante - no hay muchos de estos, y los que hay son muy caros, tenemos tres para movernos rápidamente por la ciudad, sube, por favor".
No parecía haber manillas para puertas, así que salté por el borde del vehículo a su interiór. La figura encapuchada hizo lo mismo. Sacó una plaquita rectangular de algúnn bolsillo o pliege de su túnica y la colocó en una ranura cerca de lo que supuse era el 'volante' del vehículo. "No se me da muy bien conducir estos cacharros, así que ponte el cinto y agárrate". Obedecí: me subí como pude, y agarré lo más parecido a un cinto que había allí, una banda de tela suave y lisa. El sistema era intuitivo y no fue dificil engancharlo donde debía, diría que casi lo hizo sólo.
Tras un chasquido y un sonido similar al de un aparato hidráulico, algo que supuse era un panel de control se soltó, aunque de una forma un tanto brusca; creo que le golpeó en una pierna y le hizo daño, aunque intentara disimularlo.
Pulsó algunas zonas rectagulares del panel, que reaccionare brillando levemente y lo cerró como si de una guantera se tratase.
Me dirigió un par de veces la mirada, y pude ver que sonreía, auqnue forzadamente. Estaba claro que no sabía usar muy bien aquella máquina.
Tomó el 'volante' con ambas manos, y tiró levemente de él, me pareció que similar al sistema del volante de un avión comercial, y estaba en lo cierto, porque el deslizador se elevó. Miré por el borde del auto flotante y sentí un poco de vértigo, a simple vista diría que estábamos a unos trescientos metros del suelo. Volví la cabeza de nuevo al conductor, parecía que estaba esperando a que lo observara, volvió a sonreír y pude darme cuenta de que presionaba algo en el volante con un pulgar al tiempo que miraba al frente. Salimos disparados arriba y hacie el frente.
Aunque la velocidad era increíble y no había parabrisas, no noté demasido viento en la cara.
Bajo nosotros las casas pasaban tán rápido que sólo pude fijarme en que cada vez eran más altas y que estaban colocadas de forma muy enrevesada, desigual. También vi que estaban pintadas de muchos colores diferentes. No pude ver mucha gente a causa de la velocidad. Al cabo de un rato las casas comenzaroa bajar y dirigí la vista al frente: "Qué carajo!" fué todo lo que se me ocurrió decir al ver lo que me estaba perdiendo por mirar hacia abajo. Una imensa formación rocosa en forma de punta se elevaba ante nosotros, y cada vez parecía más grande! Juro que era, por mucho, más grande que cualquier edificio que hubiese visto antes en Buenos Aires o por televisión!
"Veo que te has fijado, eh? Eso es el corazón de Argea, nadie le ha puesto nunca nombre, así que supongo que puedes llamarlo así - dojo el encapuchado, y siguió manejando el vehículo"
Pronto alcanzamos la gargantuesca estructura.
"Hemos llagado! - espetó el encapuchado con un aire de cierto orgullo tras lo que hizo bajar el deslizador.
Una vez abajo, salío del deslizador y me indicó que hiciese lo mismo.
"Bueno, ahora...
"Grim! Grimalaboch Eldrim! - le interrumpió un segundo (y enome) encapuchado, visiblemente encolerizado aún bajo su capucha.