Mayo 07, 2004

Nostalgia
Cumpleaños en Talara
Mediados de los años ochenta. Una época más cándida e inocente, en la que era socialmente aceptable asistir a un ágape barrial en pantalones cortos y camisa. Por su lado, los pantalones largos podían alegremente terminar veinte centímetros por arriba del tobillo, exponiendo las medias flúo en toda su cromática gloria. Los pisos de cerámica de toda la comarca brillaban, bruñidos como un sol, porque la Gran Escasez de Cera del 89 todavía no se vislumbraba en el horizonte. Las palabras no eran necesarias para sacar a bailar a las chicas; un cabeceo sobraba. Nunca importó que la canción fuera, irremediablemente, una y otra vez la misma. Al fin y al cabo, el otro siempre estaba ahí. Para qué pedir más.
Posando al sol en Talara
Esas piernas desnudas, algo chuecas a la altura de las alpargatas, todavía no soñaban con chapotear en un arroyo de tinta teñida de amor. Ese jardinero de rubio flequillo ni siquiera imaginaba los mares contra los que se estrellaría con sumo placer. Y sin embargo ambos ya sabían que veinte años no son nada cuando al fin los caminos paralelos se terminan por cruzar.
Infligido por Amor Entintado a las 11:52 PM
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Emoción violenta

Acostumbrado a que la angustia lo sofocara y lo asaltaran repentinas dudas, no se sorprendió demasiado cuando una preocupación se le acercó sigilosa por detrás y le encajó un sonoro coscorrón. Empezó a sospechar algo más grave aquella tarde en que la vergüenza, certera, le escupió en un ojo con inusitada saña. Luego, durante todo un fin de semana, un cardumen de ansiedades se empeñó en destrozarle metódicamente los tobillos a dentelladas.

Lo más triste es que ni siquiera atinó a sonreir amargamente mientras la desesperación lo estrangulaba por última (y fatal) vez, porque la ironía estaba demasiado ocupada sosteniéndole los brazos para que no ofreciera resistencia.

Infligido por Amor Entintado a las 07:44 PM
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Mayo 05, 2004

Baratita la casita, patrona
Promotores en una esquina vendiendo casas
Pocas cosas dan mayor sensación de calidad, estilo y seriedad en el mundo de los bienes raíces como un par de promotores parados en la esquina con un cartel de cartón horrible. Presagio grandes cosas para este maravilloso emprendimiento comercial.

¡Vamos que quedan pocas! ¡Pase y mire tranquilo, jefe! ¡Sin ningún tipo de compromiso!

Infligido por Amor Entintado a las 06:39 AM
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Mayo 02, 2004

Enigma ilógico

Un tren parte de la estación por la mañana y se dirige hacia el sur, desplazándose a cuarenta y dos kilómetros por hora. En el vagón cuyo orden (contando desde la locomotora) corresponde al primer número primo divisible por un palíndromo, viajan tres hermanas y tres hermanos, pertenecientes a distintas familias. El hermano mayor y la hermana menor dicen siempre la verdad; el hermano menor y la hermana mayor siempre mienten; los hermanos del medio mienten los lunes, miércoles y viernes, y dicen la verdad el resto de los días.

Las hermanas, todas ellas ataviadas con sombrero (dos de ellos verdes, el restante amarillo), están sentadas una detrás de la otra en el costado izquierdo del vagón, de manera que la que está sentada en tercer lugar ve a las dos que están por delante suyo, la que está sentada en el medio sólo ve a la primera, y la primera no ve a ninguna de sus hermanas. Los hermanos, todos ellos con distinto color de cabello (uno castaño, uno rubio, uno pelirrojo), están dispuestos en el costado derecho del vagón de manera análoga a la de las hermanas, pero mirando hacia el otro lado.

Luego de catorce minutos de viaje, el tren vira cuarenta y dos grados hacia la izquierda y el guarda hace su aparición en el vagón que nos atañe para marcar los boletos de los pasajeros. Se acerca primero a la hermana sentada en último lugar quien, entregándole con parsimonia su boleto, le dice: "Ojalá ayer Martes lo hubiera conocido al morochito sentado a mi izquierda mientras me compraba este sombrero, porque está para comérselo a mordiscones. Ahora, a medio camino de nuestro viaje, es quizás demasiado tarde."

Algo descolocado por semejante franqueza, el guarda se dirige al susodicho hermano, que extrañamente no era morocho sino pelirrojo. Éste le dice: "Ésa de sombrero verde a la que le marcó el boleto recién es bastante liviana de cascos. La vengo registrando desde que salimos, hace ya casi dos horas. A mí la que me gusta es la que está sentada en el medio, la más veteranita, que parece medio amarga y hoy me decía en el andén que odia viajar los Lunes con sombrero amarillo, pero que no tenía otro remedio".

El guarda, luego de estas innecesariamente explícitas declaraciones, duda un momento antes de dirigirse a la segunda hermana. Cuando eventualmente decide continuar con su trabajo y se acerca, la muchacha ni corta ni perezosa se acomoda su sombrero verde y le dice con aire conspiratorio, mientras le guiña el ojo: "Si me hace gancho con el muchacho rubiecito sentado primero en la fila, yo le presento a mi hermana menor, que es bastante atorranta. Sobre todo los días Jueves, como hoy. Ella le dirá que se siente atraída por el pelirrojo, pero como siempre miente, yo no le haría caso".

Ya completamente aterrorizado por el nivel de las conversaciones, el guarda decide no marcar el boleto al resto de los pasajeros del vagón y termina con cualquier esperanza que tuviéramos de averiguar quién es quién, sus colores de sombreros y cabellos, el vagón en el que viajan, qué día es, a dónde se dirigen y cuánto tardarán en llegar.

La pregunta: ¿Si Ud. pudiera recuperar los minutos que malgastó leyendo estas líneas, cuántas maneras diferentes de asesinar al autor podría idear en dicho período de tiempo?

(Con el perdón de Markelo)

Infligido por Amor Entintado a las 07:43 PM
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