Febrero 01, 2004
Televisión y producto
Conversando hace un tiempo ya en el
foro naranja acerca de la tan mentada "televisión basura",
Mister Mabuse se despachó con una reflexión que modificó muchísimo mi forma de considerar a la TV como un medio artístico y/o popular y/o comercial. Aquí parafraseo casi literalmente este concepto, sin pedir de ninguna manera permiso al autor original:
[...] Igual el error es pensar que en televisión el cuerpo principal es el programa. En realidad, lo que importa es la tanda publicitaria, y los programas son meros envoltorios de ese esqueleto. Funcionan si el envoltorio de la tanda está acorde con el carozo que envuelve, y si no, se tira. Que funcione un programa implica algunas cosas: en primer lugar, el aspecto cuantitativo, que obligue a la mayor cantidad de personas a estar presentes ante la pantalla en el momento en que la tanda aparece. Ese sería el ítem rating.
En segundo lugar, cualitativo, es que logre que la gente que pueda quedarse a ver la tanda (es decir, la gente que ve el programa) responda a un perfil socioeconómico que esté en condiciones de consumir dicho producto, por lo tanto el programa tiene que estar diseñado como para capturar dicha mirada.
Y en tercera instancia, el aspecto de la construcción de psicologías; es decir: no sólo que el programa debe atrapar cierta genta cercana a los productos anunciados en la tanda, sino que debe lograr generar una necesidad (una sensación de necesidad, se entiende) que empuje a cada vez más gente a sentir que sin ese producto su vida es más triste que con él. Así es como la TV construye modelos de persona, y modelos de interrelación entre personas.
Después, si el programa está bueno o no, es una subjetividad que a los gerentes de programación no los toca.
Y es lógico. Pensalo así: si vos fabricás fósforos (ejemplo que cito de un ensayista), sabés que fabricás por ejemplo 100 cajitas por día, que cada una te cuesta, ponele, 3 centavos, y que vendiendo x cantidad a x precio tenés tu ganancia. Ahora en la tele se invierten cientos de miles de dólares por semana, y el "cliente" no paga nada. ¿Entonces?
El error de concepto es pensar que el "cliente", es decir, el destinatario de la programación, es el espectador. El "cliente", es decir, el destinatario, es la empresa que fabrica productos que irán publicitados en la tanda. Es a ellos a quien va dirigido todo, es decir: al que paga. Y en realidad el público (nosotros) no es el destinatario del producto, sino que somos nosotros el producto que los gerentes de programación ofrecen al cliente, que es la empresa que publicita.