Adultolescente

Cocos y yoyas

Ayer por la noche estrenaron en Antena 3 El Castillo de las Mentes Prodigiosas (título que me recuerda a La Mansión de las Almas Ocultas), y yo lo estuve viendo como un campeón. He de decir que Southpark, Futurama, Los Simpson, y Malcolm in the Middle no tienen de qué preocuparse, ya que siguen siendo lo mejor que emite (y emitirá) Antena 3. Sin embargo su competencia, el ya casi finalizado GH VIP, debería alzarse en armas, porque le ha salido un digno contendiente en lo que a Peor Programa de la Historia de la Televisión se refiere.

Un servidor no cree en más allases, espíritus parlanchines, alineaciones cósmicas favorables, o tarots exclusivos para el colectivo gay, por lo que lo de ayer me pareció tremendo: rituales en directo que no demostraban nada, un Paco Porras fuera de sus cabales diciéndole a una chica del público que comiera peras porque la veía estreñida, otro que hablaba con cocos (“los cocos me dicen...”), un espíritu del Siglo XIV que solicitaba participar en el programa (a lo que una de las “magas” respondió que consultaría a sus espíritus, “y si acaso mañana le digo algo”), y un tribunal formado por gente como el Padre Apeles y Aramis Fuster. Para redondear el asunto, se organizaron varias refriegas entre los concursantes y el tribunal: que si “yo tenía un 906 antes que tú”, que si “yo soy del tribunal porque mis poderes son mayores que los tuyos”, etc. Por supuesto no faltaban los SMS enviados por los espectadores, del tipo “Soy Gandalf, voy para allá”, “Paco Porras al circo”, o el ya clásico “Sois cojonudos, Felipa te quiero”. Lo mejor Alicia Senovilla, mujer atractiva donde las haya, y desde ayer mártir televisivo junto a Jesús Vázquez.

Como me cansaba me puse a ver Crónicas Marcianas, y vi que Sardá había mezclado, cual cóctel explosivo, a Carlos Navarro, el de las yoyas, y a Antonio David Flores, el yerno. En directo mantuvieron una bronca dialéctica (que si “tú te quedabas las multas”, que si “que te calles que te voy a multar”), y la cosa pareció quedarse sólo en eso. Sin embargo, tras una pausa publicitaria, Carlos ya no estaba, y todos tenían un tono sombrío, al parecer provocado por una bronca en el camerino, yoyas incluidas, que relató entre lágrimas una Silvia Fominaya que se vio morir. Por lo menos. Carlos sigue siendo The Real Kung Fu Kiyo. Pero se va a quedar en paro.