¿Cuántas veces hemos visto la noche como algo mágico a lo largo de nuestras vidas? A todos nos atrae ese componente misterioso que nos hace pensar que todo es posible en la oscuridad, perturbada exclusivamente por la luz de la luna y las luces que iluminan el camino de regreso a casa de los noctámbulos rozando el amanecer.
¿Cuántas veces hemos deseado que no se terminara? Sin duda tantas veces como deseos materializamos en los sueños que vivimos a su amparo y cobijo.
Cuando uno no puede dormir, esa magia desaparece. La noche se vuelve breve, agónica, desesperante con el tic tac del despertador que anuncia que ya queda un segundo menos para las siete de la mañana, ese tic tac que parece disfrutar de nuestra desgracia, que parece decir que el sueño no llega y no dormiremos lo suficiente...
Dentro de menos de cinco horas descargaré sobre el despertador todas mis frustraciones y todo por recordarme, que ya es hora de levantarme y empezar un nuevo día, que quien sabe, tal vez sea el mejor de mi vida.
¡Cómo si el pobre tuviera la culpa de que yo padezca insomnio!
Escrito por Vir a las Febrero 2, 2004 02:25 AM