Miro una vieja fotografía que tengo pegada en la pared. En realidad no es tan vieja, hace apenas mes y medio que la imprimí. En ella apareces tú, sentada en un muro con la tumba de napoleón detrás. Estás preciosa.
Ahora que ya no estás aquí, con migo, esa foto parece vieja; por más que saturo sus colores no puedo evitar verla en blanco y negro y, además las lágrimas empañan mis ojos cuando intento fijarme en tu cara.
Acabo de tapar la foto poniendo otra encima, espero así no recordarte ni recordar que me regalaste los mejores momentos de toda mi vida. Sé que la foto que la cubre no durará para siempre y un día se caerá volviendo a mostrarme que sigues estando ahí en mi pared, riéndote de cómo te miro embobado y lloroso. Tal vez ese día vuelvas a mí… tal vez no.
Yo hice un hueco en mi pared para enterrar mis fotografías. El viento las ha desparramado por el suelo. Ahora duelen más. Suerte con el intento de control sobre tus recuerdos. Espero que te vaya mejor que a mí. Un saludo.